Discriminación En Las Escuelas
yelanialeticia5 de Mayo de 2014
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Trabajo final
La discriminación está tan ampliamente extendida y arraigada en toda la sociedad, que termina trasminando todos los espacios y las instituciones, y las escuelas no son ajenas a ella.
La discriminación, como hemos visto, se sostiene en una triada de desprecio, negación de derechos y exclusión. Esto nos permite, por oposición, delinear los propósitos esenciales de la educación para la no discriminación. Enuncio cuatro objetivos fundamentales:
• Contribuir a la construcción de sujetos de derecho.
• Desarticular las bases socioculturales y simbólicas de la discriminación.
• Promover identidades libremente elegidas, abiertas, plurales y no confrontadas.
• Contribuir a la construcción de nuevos referentes para la interacción social.
Me detengo brevemente en cada uno de ellos:
• Contribuir a la construcción de sujetos de derecho. Una persona discriminada es una persona sin derechos y, por lo tanto, alguien a quien se le debe restituir su condición ciudadana, inmerecidamente cercenada. Por ello, la educación para la no discriminación debe promover el conocimiento de los derechos, su ejercicio, su defensa y el dominio de las herramientas y mecanismos que permiten protegerlos.
• Desarticular las bases socioculturales y simbólicas de la discriminación. Una tarea fundamental es combatir desde su raíz los prejuicios, estereotipos y estigmas que naturalizan, invisibilizan y le confieren legitimidad social al maltrato del que son objeto determinadas personas y colectivos sociales.
• Promover identidades libremente elegidas, plurales y no confrontadas. Otra tarea pedagógica fundamental es no sólo combatir prejuicios específicos, sino las estructuras mismas que dan lugar a los prejuicios, lo que supone reformular los esquemas maniqueos que subyacen a nuestra forma de ver el mundo y lo que en él ocurre, y que son fuente inevitable de intolerancia. Tarea ésta que se traduce en tres exigencias educativas cruciales: cultivar la autonomía moral como medio para resistir las presiones del entorno; desarrollar el juicio crítico como medio para superar interpretaciones maniqueas de la realidad y de las personas; y promover el desarrollo de la autoestima como recurso para afirmar la propia valía y resistir toda tentativa de sobajamiento y degradación por parte de otros.
• Contribuir a la construcción de nuevos referentes para la interacción social. No se trata sólo de evidenciar las sinrazones de los prejuicios, sino de ofrecer herramientas conceptuales y prácticas que permitan reconstruir la convivencia social sobre nuevas bases. Si la discriminación se expresa, entre otras cosas, como intolerancia hacia determinadas diferencias que son calificadas de inadmisibles, se debe favorecer el desarrollo de dos competencias clave: uno, la empatía como vía para estar en condiciones de ver a los otros como personas con derechos, de comprenderlos y considerarlos como iguales y, por lo tanto, como legítimos interlocutores; y dos, el respeto, la disposición a aceptar y a convivir con cualquier forma de ser, pensar y actuar que elijan para sí mismos los demás ciudadanos en el marco del Estado democrático de derecho; en otras palabras, la capacidad de reconocer y valorar todas las expresiones de la diversidad humana que sean compatibles con los derechos humanos y la legalidad democrática.
La propuesta que, desde mi punto de vista, puede contener y desplegar estos objetivos para combatir eficazmente el fenómeno discriminatorio es la educación intercultural, entendida no como un enfoque que simplemente se propone favorecer la integración de ciertos grupos específicos como migrantes, indígenas o personas con discapacidad a la corriente “normal” de la escuela y la sociedad, sino como un enfoque sustentado en una perspectiva de derechos, de carácter incluyente, que atiende todas
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