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EL CAMINO AL DELIRIO

Janeli_Laso27 de Mayo de 2015

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El lugar no importa, solo sé que me encuentro solo, irónico, ya que estoy rodeado de gente, gente superficial, como aquellas 3 chicas del fondo buscando a quien vaciarle la billetera esta noche, o aquel señor “busco a alguien joven” con una mirada y una sonrisa bastante lujuriosa, o aquella señora “mírenme todos” con su vulgar vestido que hace no pasar desapercibida por ningún lado. Dolor de cabeza, música fuerte, mareo, decidido a tomar un poco de aire, salí de aquel patético lugar, la hora no la tenía definida, caminé sin rumbo hasta encontrar un local abierto donde me encontré con la camarera, tomada la orden, regresó a la cocina. Tenía la mirada perdida, como es que había llegado aquí, y no me refiero a esta cafetería de paso, sino que, apenas ayer lo tenía todo... de pronto, mi mente viajó hasta una gran casa, llena de personas al servicio de la misma, un enorme y hermoso jardín, que pareciera nunca haber sido descuidado. Me levanté en dirección al baño para lavarme el rostro, no podía definirme en el espejo, mis manos no dejaban de temblar, pasé la mano por mi cabello y sentí un líquido un poco espeso, ¿sangre?¿qué me había pasado?, cerré los ojos, otro dolor de cabeza, callejón obscuro, hombres, seis o siete, no se veía muy bien, parecía que llovía en aquel rincón, abrí los ojos y noté que un señor que se estaba lavando las manos me veía extrañamente, regresé a mi mesa, el café ya empezaba a enfriarse, lo tomé y pagada la cuenta salí de ahí, fumando un cigarrillo caminé por la calle encontrándome con un hotel, metí la mano en mi bolsillo y saqué unas monedas, esto ha de ser suficiente, pensé, debido a no saber mi ubicación tenía que pasarlo en un lugar seguro por lo menos hasta que el sol se asomara. Prendí la luz de la habitación, no tenía lujos, era un hotel barato pero tenía lo suficiente, una cama, baño y lo que parecía un intento de mesa con una televisión que ni si quiera encendía, me acosté sin la intención de dormir, en mi cabeza pasaron unos ojos café claro, nariz semiredonda y una sonrisa hermosa, aquel rostro parecía perfecto, de repente un horrible grito perturbó el momento haciendo que esa sonrisa se convirtiera en un dolor irremediable, que lo sientes con el simple hecho de verlo.

Un ruido proveniente del baño me despejó de mis pensamientos, era una rata intentando salir del lugar, asqueado por tal animal, abrí la puerta permitiendo su escape. En la mañana salí encontrándome con un hombre que paseaba con su labrador, un perro rabioso hizo presencia en mis pensamientos, ya me empezaba a confundir esto, de donde salían todas estas imágenes que parecían recuerdos.... Caminé hasta llegar a un parque lleno de niños acompañados de sus patéticos padres y sus absurdos intentos en intentar protegerlos pero, ¿De qué?, si llegará el día en que tendrán que soltarlos sin más remedio y los dejarán indefensos en este mundo por no dejarlos experimentar la realidad.

Continué caminando hacia un lugar más retirado, sentado en una banca, pasó un indigente con una bolsa llena de “lo que me encuentre en el camino”, me vio, y sonrió, pero su sonrisa era diferente, era una sonrisa plena, de las que salen del corazón, de un espíritu sano y un alma feliz, sentí como lagrimas recorrían mis mejillas, me limpié y algo que pareciera una descarga eléctrica, recorría todo mi cuerpo, algo que no había sentido hace bastante, algo que me hizo sentirme vivo después de tanto desperdicio en este miserable tiempo, lo dejé pasar por alto, calles adelante, en un puesto de revistas, había un periódico en especial que me llamó la atención, “ASESINO PRÓFUGO”, la persona de la fotografía se me era muy familiar, no podía creerlo, ese hombre, era yo mismo, el vendedor alzó la mirada y al verme se sorprendió, intentó llamar a la policía y con temor de ser acusado de algo a lo que yo no tenía noción, me detuve

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