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EL CONOCIMIENTO


Enviado por   •  25 de Agosto de 2012  •  7.313 Palabras (30 Páginas)  •  299 Visitas

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EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

1. ¿Es el conocimiento un problema?

No lo parece así, a primera vista. Estamos tan habituados, en nuestra vida cotidiana, en todo lo que decimos y pensamos, a manejar una cantidad tan grande de conocimientos que, por eso, el conocimiento se nos presenta como algo natural casi, que no cuesta esfuerzo adquirir. Todos sabemos que la Tierra es esférica, que el átomo se compone de un núcleo y electrones, que Colón arribó a América un 12 de octubre de 1492. Todo parece muy sencillo hasta aquí: lo dicen los manuales escolares y los periódicos, lo repite la gente, nadie intenta negarlo. Pero nuestra perspectiva cambia radicalmente si, de pronto hacemos una sencilla pregunta: ¿cómo es que sabemos todo esto? ¿Cómo sabemos que es verdad, si no hemos podido comprobarlo directa y personalmente? y aún más, aun cuando lo comprobáramos en apariencia, ¿podríamos estar seguros de lo que vemos, oímos y sentimos? Porque el Sol parece girar alrededor de nuestro planeta, y sabemos que eso no es cierto; la materia presenta un exterior inerte, y sin embargo está cargada de una tremenda energía en su interior, y así con todo.

Al llegar a este punto es que podemos entonces vislumbrar que existe un problema alrededor de lo que es el conocer, el saber algo acerca de los objetos que nos rodean y acerca de nosotros mismos. Y este problema radica fundamentalmente en que los seres humanos necesitan para desarrollar su vida y responder a sus inquietudes, de un conjunto amplio de conocimientos pero, por otra parte, la verdad no se muestra directa y llanamente a nuestra percepción, debe ser buscada, encontrada por medio de un trabajo indagatorio que tiene como referencia los mismos objetos de los que intentamos conocer algo.

Surge entonces una primera distinción que es preciso resaltar, particularmente para los estudiantes: no debemos confundir una afirmación (que puede ser cierta o falsa, no importa en este caso) respecto a un hecho, o a un objeto, con el proceso mediante el cual se ha obtenido el conocimiento cuyo resultado es esa afirmación. En otras palabras, aquello que dice un profesor o que leemos en un libro o un periódico digamos, por ejemplo, que la economía suiza crece a un ritmo del 4 por ciento anual, es una afirmación, cierta o falsa, que nosotros podemos recordar y utilizar; es, por tanto, un conocimiento, que recibimos si se quiere de un modo pasivo, y que incorporamos y relacionamos con otros que poseemos de antemano. Pero resulta evidente que alguien, una o más personas, son los responsables de esa afirmación; alguien, de algún modo, ha estudiado la economía suiza, para seguir con nuestro ejemplo, y ha determinado por algún medio que su crecimiento anual es del 4 por ciento y no del 3 o del 5 por ciento, ¿cómo lo ha hecho?, de qué recursos se ha valido para saberlo: Este es el punto que nos interesa. Aquí, cuando comenzamos a preocuparnos acerca del modo en que se ha adquirido un conocimiento, o que intentamos encontrar un conocimiento nuevo, se nos presentan problemas de variada índole, muchos de los cuales son el campo de estudio de la metodología. Algunos de ellos, los más generales, serán apenas esbozados en nuestro curso.

2. El conocimiento como proceso

El hombre parece haber sido siempre un ser preocupado por entender y desentrañar el mundo que lo rodea, por penetrar en sus relaciones y en sus leyes, por atisbar hacia el futuro, descubriendo el posible sentido de las cosas que existen a su alrededor. No podemos aquí discutir por qué ocurre esto, ni resumir tampoco las varias teorizaciones que existen al respecto. Puede sin embargo, ser útil intentar una breve digresión.

Desde que la especie humana comenzó a crear cultura, es decir, a modificar y remodelar el ambiente que la rodeaba para sobrevivir y desarrollarse, fue necesario también que el hombre comprendiera la naturaleza y las mutaciones de los objetos que lo rodeaban. Tareas que a nuestros ojos resultan tan simples como edificar una vivienda precaria, domesticar animales o trabajar la tierra sólo pudieron ser emprendidas a la luz de infinitas y cuidadosas observaciones del medio; el ciclo diario y anual, la reproducción de vegetales y animales, el estudio del clima y de las tierras y la geografía fueron, indudablemente, preocupaciones vitales para nuestros remotos antecesores, por cuanto de esta sabiduría dependía la supervivencia misma de la especie.

El conocer, entonces, surgió indisolublemente ligado a la práctica vital y al trabajo de los hombres, como un instrumento insustituible en ese mismo proceso de trabajo. Pero, según las más antiguas narraciones que poseemos, el pensamiento de esas lejanas épocas no se circunscribió exclusivamente el conocimiento instrumental, aplicable directamente al mejoramiento de las condiciones materiales. Junto con éste aparecieron simultáneamente las preocupaciones por comprender el sentido general del cosmos y de la vida; la toma de conciencia del hombre frente a su propia muerte supone la adopción de una actitud que lleva el sello de la angustia frente al propio destino, frente a lo desconocido que no se puede abarcar y entender. De allí surgieron los primeros intentos de elaborar explicaciones globales de toda la naturaleza y con ello el fundamento, primero de la magia, de las explicaciones religiosas más tarde, y de los sistemas filosóficos en un período posterior.

Si nos detenemos a estudiar algunos de los libros sagrados de la antigüedad, y hasta los mitos de los pueblos ágrafos o las obras de los primeros filósofos, veremos, en todos los casos, que aquí aparecen sintéticamente pero sin un orden riguroso, tanto razonamientos lúcidos y profundos como observaciones prácticas y empíricas, sentimientos y anhelos junto con intuiciones, a veces geniales y otras veces profundamente desacertadas. Todas estas construcciones del intelecto –donde se vuelcan también toda la pasión y el sentimiento de quienes las construyeron– deben verse como parte de un proceso más que como receptáculo de infinidad de errores por cuanto ellas demuestran que las primeras aproximaciones en la búsqueda de la verdad son difíciles: en la historia del pensamiento nunca ha sucedido que alguien haya de pronto alcanzado la verdad pura y completa sin antes pasar por el error; muy por el contrario, el análisis de muchos casos nos haría la prueba de que siempre, de algún modo, hay que pasar por conocimientos falaces, por ilusiones e impresiones engañosas antes de poder ejercer sobre ellas la crítica que luego permita elaborar un conocimiento más objetivo y satisfactorio.

Lo anterior implica decir que el conocimiento, es más que nada un “proceso”, no un acto único o algo que se alcanza bruscamente y de una vez; y es un proceso no

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