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EL FEDERALISMO EN MÉXICO: DIAGNÓSTICO Y PROPUESTAS

JuanArroyo6 de Mayo de 2013

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EL FEDERALISMO EN MÉXICO: DIAGNÓSTICO Y PROPUESTAS

Juan Manuel Arroyo Cárdenas

ENSAYO

INTRODUCCIÓN

Desde el punto de vista de un estudiante de Maestría en Administración Pública y Ciencias Políticas, Arquitecto de profesión, bachiller de Filosofía y comerciante en activo, quise abordar el asunto con toda la fortuna que me pudo acompañar, con el fin de que esta aportación me haya servido primeramente para acercarme al entendimiento de una definición de federalismo que me pueda satisfacer en esta etapa de mi formación, y para obtener una buena nota por este trabajo en la materia que estamos llevando.

El federalismo en México, en su realidad y en sus posibilidades. Como ha sido, como puede ser y como debería ser. Sin más ni más y desde mi propia cosmovisión, desde mis posibilidades.

MARCO TEÓRICO HISTÓRICO

Por tratarse de un ensayo, el hilo conductor de este trabajo ha ido cambiando según la redacción del mismo. Fundamentalmente va plasmando mi postura sobre el asunto, la que tiene que ver necesariamente con el conocimiento que tengo de la Historia de México. Allí cabe mi asombro sobre la intención de la educación oficial de ocultar el tema importante de la Guerra Cristera, que se desencadenó precisamente tras la aplicación de la ley reglamentaria del art. 130 constitucional en 1926, 9 años después de promulgada la Constitución.

El libro y los artículos que cito los fui consultando durante la redacción de este trabajo.

DIAGNÓSTICO

El federalismo es la intención de los miembros de hacerse juntos o de ser una unidad. En México, como lo ha expuesto Jorge Dávila en las clases de nuestro curso de Sistemás y Regímenes Políticos, se dividió lo que estaba unido y luego se quiso volver a unir en una federación, para llamarnos Estados Unidos Méxicanos .

Quiero hacer, primeramente, una crítica a lo que dice Emilio O. Rabasa, en la introducción de “Hacia una nueva Constitucionalidad”, sobre la importancia de la Constitución: “La Constitución resulta ser la norma suprema de la nación, la unidad en la diversidad, porque contiene el hilo conductor de su historia, su imagen ideológica, el acervo cultura, el esquema social y la estructura jurídica esencial” .

Me parece que conviene que se entienda que la aplicación de la palabra “nación” tiene que ver con su significado de sujeto político y no como ente cultural, porque como tal muchos no estaremos de acuerdo en que la actual constitución signifique tanto.

Ciertamente es inevitablemente la norma que nos rige y el referente para la solución de nuestras disputas, el marco que tenemos, pero las aspiraciones nacionales no están resumidas en su texto, tanto que podemos apreciar que se ha y se sigue modificado año con año, legislatura tras legislatura.

Pero la constitución de 1917, la que nos rige, aunque muy modificada, nació en un ambiente que se debe señalar como adverso al propio desarrollo de México: estábamos abandonando un estado estable y comenzando una lucha fraterna por el poder, de los hermanos revolucionarios. El mismo Presidente promotor de la nueva carta magna, Carranza, murió asesinado el 20 de mayo de 1920 , y no es sino hasta 1929 con el nacimiento de PNR, que se llega a un acuerdo de sucesión. Pero en 1994, 74 años después de asesinado Carranza, muere otro semi-heroe nacional, Luis Donaldo Colosio. Yo tenía 16 años, y me sorprendí cuando, precisamente, alegando sobre las pocas oportunidades democráticas que había en México, uno de nuestros profesores nos informó de la trágica noticia.

En ese entonces del nacimiento de nuestra carta federalista, no podía hablarse de que en el constituyente estuviera representada la voluntad nacional, ni en el sentido jurídico ni en el cultural. En el jurídico no, porque no hubo elecciones democráticas y por defecto no debían investirse como diputados aquellos que nos representaban a los hombres y mujeres de sus estados. Ni en el cultural, porque la carta magna, cuando se aplicó en los asuntos religiosos, provocó un levantamiento armado que durante 3 años no permitió los excesos de la ley, de tal forma que desde entonces y hasta 1992, bajo la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, se restablecieron las relaciones de la Iglesia Católica y el Estado Mexicano y se reconocieron nuevamente los derechos de los clérigos, los que, dicho sea de paso, pagaban impuestos como cualquier otro, el predial y los que se les pudieron imponer a los profesores, profesión a la que se volvieron en muchísimos casos.

Pero así se puso la pauta para que vivieran en la legalidad nuestras familias, las de nuestros bisabuelos, abuelos y padres, sólo 3 generaciones. Hasta nuestros días. La Constitución ha tenido muchas modificaciones, reflejo cada una de ellas, de la incompatibilidad de los textos originales con la realidad mexicana concreta en cada tiempo.

Si revisamos el transcurso de los años desde 1917 deberemos decir que en ningún momento ha podido hablarse de la existencia de una posibilidad de acuerdo, y menos de un nuevo pacto federal.

Y es que somos un país muy grande, de 110 millones de habitantes, 32 estados confederados y más de 2 mil 457 municipios, en que la unidad no es un tema fácil.

En la última elección federal el país quedó otra vez muy dividido, no tanto como en 2006, pero ciertamente también sufrió un revés la unidad. El Presidente EPN gobierna hoy con el apoyo electoral de apenas 19 millones 158,592 votos, el 38.15% del total de los votantes , o sea ni la quinta parte de los mexicanos lo eligió. Ninguno de los 3 partidos en la cámara de diputados federal tiene mayoría. Se requieren alianzas.

Hasta hoy, del esfuerzo, principalmente de la oposición de los gobiernos presidencialistas, han nacido las mejores trazas de nuestra actualidad. Hablo de la reforma electoral que permitió que el árbitro de las elecciones sea un organismo ciudadano… partidocratizado hoy, pero todavía ciudadano. Hablo de la representatividad en las cámaras que ha permitido el equilibrio. De la obligatoriedad de la federación de repartir el presupuesto a propuesta el ejecutivo pero con la venia y modificaciones del legislativo, donde hoy sí se tiene la posibilidad de que exista representación popular. Nomás será necesario que, como en Guanajuato en los 90s, surjan los liderazgos que permitan arrebatar los poderes de sus actuales detentadores, en aquellos estados en los que los cacicazgos se notan, hablemos de Hidalgo y el EDOMEX, por ejemplo.

Porque somos un pueblo que ha crecido, que tiene ya reservas económicas, que puede hacerse notar por su solidaridad hacia adentro y hacia afuera, que sabe de modernidad y que ha probado.

Creo que somos un pueblo que va en crecimiento y que, si pudiéramos hablar de una conciencia nacional, se está haciendo cada vez más consiente, cada año más. Al término del año 2018 sabrá elegir mejor a sus gobernantes y a sus líderes. Esperemos que para entonces las reservas internacionales hayan crecido mucho más que hasta este año; que no se hayan efectuado más programas electoreros, ni desde la Presidencia de la República, ni desde los gobiernos estatales, que éstos hayan disminuido; que la Suprema Corte de Justicia de la Nación no haya liberado a más secuestradores extranjeros, ni nacionales; que los líderes sindicales ya sean más recatados o de plano que sean decentes, y que los que hayan sido encarcelados no salgan libres bajo ningún pretexto; que los dirigentes de los partidos hayan logrado la unidad en su interior, principalmente en el PAN y en el PRD, y que sus fuerzas sean mayores para poder competirle al PRI, y que a este no lo quiebren desde adentro. De cualquier forma, pase lo que pase, nuestra conciencia nacional será más madura.

En resumidas cuentas veo una nación, en el sentido empleado por Rabasa, todavía inmadura, y no quisiera parecer pesimista o iluso, sino optimista. No creo que hayamos retrocedido en el pacto federal, pero tampoco creo que como un conjunto de personas que pueden organizarse, hayamos hecho lo que se debe para ir caminando juntos en un orden legal dado por el común acuerdo. Estoy seguro de que el poder político, desde un principio, lo disputaron unos cuantos… creo que, aunque los estallidos sociales de ciertos sectores fueron el resultado de situaciones límite en 1910 con la Revolución Mexicana, no había una voluntad nacional que quisiera romper el orden existente y comenzar un nuevo sistema o pacto nacional (1917). Estoy seguro de que el poder ha sido utilizado para satisfacer las ambiciones de los grupos que han rodeado a los que lo han detentado y nunca ha sido de interés de la mayoría o, dicho de otra forma, no ha existido el interés de las mayorías, de que el poder lo tengan aquellos que más nos hubieran convenido, por la razón que sea: por la enorme ignorancia que cobija a muchísimos rurales, por el engaño que han sufrido muchos sectores sociales, por la incapacidad de muchos postulantes para convencer, o por lo que sea.

Así las cosas, no veo, en el corto plazo, la estructura nacional que pueda formular un nuevo pacto, pero sí veo esa necesidad. Y no sé si lo más adecuado sea asumir la tarea de hacer uno nuevo o recomponer el que ya existe.

PROPUESTAS

¿UN NUEVO CONSTITUYENTE O MÁS REFORMAS (UNA CONSTITUCIÓN MÁS PARCHADA?

Qué México vuelva a nacer como nación, que se renueve, que empecemos ahora sí con el pie derecho.

Qué recompongamos nuestra casa, que acomodemos todo lo desordenado, que nos pongamos de acuerdo para caminar con pasos firmes y en busca del Bien Común.

¿Qué vamos

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