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ENSAYO ACADÉMICO SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA Y EL ESTADO DE BIENESTAR


Enviado por   •  6 de Octubre de 2016  •  Ensayos  •  2.664 Palabras (11 Páginas)  •  245 Visitas

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ENSAYO ACADÉMICO SOBRE LA CRISIS ECONÓMICA Y EL ESTADO DE BIENESTAR

RÉGIMEN JURÍDICO DEL MERCADO I

PROFESOR: VILLAREJO GALENDE, MARIA ELENA

MARTA Mª ACERO QUARTERONI           GRADO EN MIM

“La democracia como el amor, puede sobrevivir a cualquier ataque, menos al abandono y a la indiferencia”[1] (Anónimo).

La confianza ciudadana en la democracia ha llegado a un punto en el que pocas opciones les quedan a los que gobiernan bajo ese ideal. Ha llegado a un punto en el que los que deben actuar, simplemente viven tan alejados de los problemas reales del pueblo, que no están capacitados para solucionar nada.

Sin embargo, se podría reflejar que esta crisis de confianza en la democracia, viene dada por una crisis política, y no sólo económica como muchos opinan. La democracia es un modelo que sin duda se basa en un pilar fundamental, que es la confianza. Confiar en que, en el caso de que el candidato que elegimos, salga como representante (si no sale, no queda otra que aceptar la derrota y resignarse), vele por sus derechos y cumplirá las promesas poniendo en práctica los deseos del pueblo. Confiar en las instituciones, en su trabajo, y por encima de todo, en las leyes y su cumplimiento. Confiar en que nuestros derechos y libertades siguen a salvo, y estamos protegidos por el Estado.

Sin embargo debemos hacernos la pregunta que se formula en el texto: “¿Por qué la democracia ha pasado de ser un sueño revolucionario a un slogan”? (Wallerstein, 2001)

Pues, ahora bien, ¿cómo confiar, si las propias instituciones que marcan el rumbo de la política mundial no dan ejemplo? ¿Cómo confiar en alguien que te dice que no te caerás y a la vez te pone la zancadilla en cada paso? ¿Cómo confiar en alguien que promete y luego no cumple? Pero sobre todo, ¿cómo es posible que tras prometer, las acciones sean las contrarias a las peticiones del pueblo? Esa confianza acaba perdiéndose cuando las decisiones tomadas por el gobierno en estos últimos años no eran respaldadas por la opinión popular.

En estos momentos la gente de la calle no se siente representada, la distancia entre políticos y ciudadanos ha aumentado (Aguiló, 2013:46), como así reflejan los informes del CIS, uno de los problemas que los ciudadanos detectan es la clase política y con ella la corrupción[2]. Por tanto, ¿es esto una democracia?

Lo que respondería la gran mayoría sería que no. Son democracias representativas o de baja intensidad (Santos, 2004) en las que el control que nosotros tenemos sobre los fondos públicos, funcionarios públicos, etc. empieza y acaba en las urnas. Esto lleva al ciudadano a plantearse “¿para qué sirve mi voto”?. De este modo, este tipo de democracia se alimenta del derrotismo y la actitud conformista del ciudadano, del silencio (Mayor Zaragoza, 2011) y de pensar que “dentro de lo malo, es lo mejor”, que no hay opción. Por lo que algo así jamás podría ser representativo de cualquier sector de la sociedad, ya que en una democracia representativa, los políticos gobiernan en nombre de los intereses de los ciudadanos, sin embargo esta crisis nos ha hecho creer que esos derechos por lo que hemos luchado y han luchado por nosotros en otras ocasiones, ahora se han convertido en privilegios (Aguiló, 2013:47) que cuestan muy caros a un país que está en crisis.

Esa es su excusa, la crisis, se escudan en que las decisiones y medidas que toman van a beneficiar al pueblo y mejorar así la situación de crisis en la que se encuentra el país. Se escudan bajo la máscara de que el Estado procurará tu bien. Haremos referencia a la frase: “todo por el pueblo pero sin el pueblo” que explica exactamente la situación de los últimos años, todo se hace por el pueblo, pero sin contar con él.

Echando la vista atrás, podríamos incluso decir parafraseando a Churchill que “la democracia se ha convertido en el peor sistema político a excepción de todos los demás” esa democracia debe ser para los ciudadanos un orgullo continuo y no un estigma para el progreso de un país como puede suceder tras estos años de crisis.

Adentrándonos más en la vida diaria de un país y no en sus sistemas políticos (aunque esto como vamos a ver está profundamente relacionado) otra de las consecuencias de esta crisis económica es el deterioro de los derechos sociales de los ciudadanos.

Bajo mi punto de vista la actual crisis ha acabado por generar la idea dentro de la gran mayoría de las personas de que todas las medidas tomadas seguían una directriz obligatoria y necesaria para seguir adelante y poder salir de la crisis. Estas directrices como ya hemos comentado previamente en primer lugar han provocado una fuerte desafección de la ciudadanía con la clase política unida a una sensación de vulnerabilidad a causa de la posibilidad constante de que mediante medidas políticas nuestros derechos se vean invadidos.

El estado del bienestar ha tenido una gran importancia en las políticas del estado español y en los programas electorales de los partidos políticos, ya que los votantes han dado mucha importancia a dichos derechos sociales a medida que estos iban apareciendo en su vida diaria. El Estado del Bienestar español ha tenido un gran crecimiento. En 1977 el gasto en servicios respecto al PIB era del 11% y en 1996 la cifra aumento a más del doble, llegando a 24.6% (Fernández-García, 2012:7). En 2011 esa cifra ya había llegado a 26.1% del PIB, siendo la mayor parte destinada a prestaciones por desempleo.[3] 

Como declaro Heriberto Cairo, decano de ciencias políticas y sociología de la Universidad Complutense el jueves pasado en El País: “Seria exagerado decir que esta crisis ha destruido el Estado del bienestar pero la gente la ha sufrido de tal manera que han optado por ir contra el sistema”[4]. Con esto quiero decir que las medidas tomadas no han servido para desmontar del todo la estructura de derechos sociales de los que disponemos pero que la población se ha dado cuenta de que sus derechos estaban siendo rebajados a límites que corría peligro dicho estatus del pueblo en nuestro país.

La rebaja de los derechos sociales ha incrementado las actitudes combativas de los colectivos contra dichas medidas, si algo se puede considerar positivo de esta crisis ha sido la gran cantidad de iniciativas, manifestaciones, plataformas y organizaciones que han nacido para defender los derechos del ciudadano y el estado del bienestar. Estas iniciativas han hecho que las personas vivieran las cosas menos en torno a “la pataleta” tras escuchar el telediario de turno a vivir la democracia desde un punto de vista más social y más participativo.

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