El Arte en la Enseñanza. Gabriela Augustowsky
Tamara EscobarApuntes20 de Junio de 2019
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El Arte en la Enseñanza. Gabriela Augustowsky.
Este libro está organizado en 6 capítulos, el capítulo 1. El Arte como Experiencia, cap. 2. Conocer y crear con tecnologías, cap. 3. Del Aula al Espacio Público, cap. 4. Enseñar el arte del pasado, cap. 5. Las artes plásticas y su didáctica y el capítulo 6. El arte como celebración colectiva.
Gabriela Augustowsky: es licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Didáctica por esa misma casa y diplomada en Estudios avanzados en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Es secretaría académica de la maestría en didáctica de la UBA y profesora de posgrado en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA), ejerce también la docencia en la Universidad Pedagógica y la Universidad ORT, de Uruguay. Autora de las paredes de aula (2005) y enseñar a mirar imágenes de la escuela (2008), entre otras numerosas publicaciones, ha desarrollado investigaciones y programas de innovación didáctica en el ámbito de las artes visuales y la educación.
Este libro es el resultado de números encuentros, diálogos, intercambios -simbólicos y materiales- entre teorías y prácticas, maneras de decir, de pensar y de hacer, algunas muy viejas y algunas nuevísimas. El arte es una actividad experiencial, tanto en su producción como en su recepción.
Este libro es también el resultado del diálogo y la colaboración de colegas que desempeñan su tarea profesional en instituciones desde las que aportan sus perspectivas y reflexiones singulares, únicas. Es una insistente invitación a delinear, probar, componer, imaginar, inventar, porque esto se trata la enseñanza y porque esta es, ante todo, una obra en construcción que solo se completará en el encuentro con las experiencias estéticas de ustedes, lectores/creadores.
En el capítulo 1. El Arte como Experiencia, el eje central de estas experiencias son nuestros estudiantes, con sus gustos, sus ideas, sus maneras de ver, interpretar y representar el mundo. Abordar el arte como experiencia, en la escuela implica enseñar a los chicos, chicas y jóvenes a crear con sentidos propios, conectados consigo mismos, pero a la vez involucrados con su entorno y con los otros, implica además asumir el reto de formarlos para que sean receptores lúcidos, críticos, curiosos, informados, deseantes y capaces también de vibrar de emoción.
Según explica Danto, una obra de arte requiere de un esfuerzo de interpretación, mientras que una cosa no. Entender una obra de arte requiere un nuevo tipo de espectador que pueda desarrollar competencias interpretativas que remiten a la historia del arte, las teorías del arte, la filosofía. Por ejemplo: La rueda de bicicleta de Marcel Duchamp explica que en estas obras lo que se ve no es lo más importante, él ha elegido estos objetos justamente por su indiferencia estética.
El siglo XX inicia una época de profundos cambios y nuevos paradigmas para abordar el hecho artístico: ¿los dibujos, que realizan los niños y las niñas desde muy temprana edad, son arte? Según Corrado Ricci (1858-1934); El niño no representa lo que ve sino lo que sabe y recuerda, dibuja lo que más le impacta o le interesa, pone en su atención en los detalles, las particularidades y sus impresiones momentáneas, para Ricci, la representación gráfica infantil no constituye un problema óptico sino una cuestión mental, emotiva.
El arte contemporáneo: ¿Qué es arte? o a qué referimos cuando decimos arte: El concepto de arte cambia con el tiempo, las obras de arte son expresiones de los diferentes modos culturales de la historia humana. Las definiciones del campo del arte no son atemporales, están siempre unidas a un contexto o una ideología.
El arte en la escuela: El arte y la educación estética de las jóvenes generaciones fue desde los inicios de nuestro sistema educativo una cuestión de interés.
Desde los fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la escuela estableció como uno de sus fines la “formación estética” de los niños. El concepto “educación estética” surge hacia el último decenio del siglo XVII. La función de la educación estética es ayudar a las personas a percibir las bellezas de la obra divina en el universo material. Pocos pueden percibir el don de la invención y esto no solo se puede enseñar ya que es un don divino, pero la percepción en cambio, si puede enseñarse. Según John Ruskin, sostenía que las cualidades estéticas del entorno constituyen un aspecto importante en el desarrollo del gusto, entendido como “la preferencia instantánea que sentimos por el objeto noble frente al innoble”.
De acuerdo a esta influencia, en las escuelas la educación estética de los niños se desarrollaba a través de numerosos dispositivos entre los que se destacaba el espacio escolar y los libros de texto, por lo cual en los edificios escolares se exhibía en las paredes, obras de pintores renacentistas y realistas, con el finde desarrollar en los estudiantes los valores del patriotismo, la compasión, la piedad y la belleza.
Según Aguirre, es posible reconocer en los discursos y prácticas educativas las profundas huellas y legados de esta perspectiva, entre estas herencias se destaca:
1-La presentación del arte;
2-La centralidad de la belleza;
3-El valor fundamental de la mímesis;
4-La idea del artista como genio.
John Dewey (1859-1952) fue el filósofo norteamericano más importante de la primera mitad del siglo XX. Postulaba una noción de “experiencia estética” que vincula el arte con lo cotidiano, con la actividad, con la creación.
El arte es para John Dewey una actividad experiencial, tanto en su producción como en su recepción, es un agente de experiencia estética y no solamente un material de estudio o análisis. Asumir el arte como experiencia en la escuela, implica desmontar una serie de mitos y prejuicios que aún muchos años después de la publicación de esta obra, continúan circulando. El arte forma parte de la vida cotidiana de la escuela y es un modo de conocer el mundo en el que intervienen las emociones, pero también la razón y el cuerpo.
Es un campo de conocimiento, de ideas, conceptos, pero también de materiales, herramientas, lugares concretos y en él que los sujetos y sus acciones creativas tienen un rol prioritario. Concebir el arte como experiencia significa diseñar actividades, proyectos, propuestas en las que chicos/as y jóvenes sean incitados a ocupar la escena en un movimiento que los involucra personalmente, íntimamente; que los convoquen de modo genuino a la construcción de sentidos propios para repensarse individual y colectivamente a través del arte.
La vida escolar y las prácticas de enseñanza ofrecen numerosas oportunidades y ámbitos para propiciar experiencias estéticas en un sentido deweyniano. Entre éstas se destacan las que brindan dos componentes: sustantivos e ineludibles de la tarea educativa: el espacio escolar y los materiales para la enseñanza.
Espacio escolar y las paredes del aula: las paredes de la escuela constituyen el soporte físico por excelencia de las intervenciones, modificaciones, acciones sobre el espacio de quienes lo utilizan diariamente, los docentes y los estudiantes. De esta manera el espacio escolar conlleva posibilidad de convertirse en agente promotor de experiencias estéticas.
Los edificios escolares: el espacio arquitectónico y el ambiente dispuesto: el entorno arquitectónico constituye un marco fijo, y suele mantenerse inmutable a lo largo de un año escolar; es el espacio dentro del cual el docente establece el entorno o ambiente “dispuesto”. Las paredes de la escuela, constituyen el soporte físico por excelencia de las intervenciones, modificaciones, acciones, sobre el espacio de quienes lo utilizan diariamente, docentes y alumnos.
En las aulas se incorporan representaciones elaboradas con determinados materiales, formatos, técnicas de producción y se organizan de un modo particular en cada caso. Hay docentes que deciden colgar en el aula los trabajos de todos los alumnos, otros deciden exhibir solo los mejores. Estas elecciones se encuentran fuertemente ligadas a criterios, decisiones, ideas, posiciones más o menos conscientes acerca de la enseñanza, el aprendizaje, la vida escolar.
Una creación colectiva en la que no solo importa el resultado sino también todos los pasos como decisiones, acciones y aprendizajes involucrados en su construcción, docentes y alumnos son los curadores de esta exposición, una exhibición difícil, muy extendida en el tiempo y cuyos propósitos exceden ampliamente la simple contemplación. Implica pensar de modo transversal la educación estética y de concebir las paredes como aliadas en este propósito.
En este proceso se distinguen diferentes momentos o instancias: Diseño, producción, emplazamiento, uso y bajada. Son infinitas las posibilidades si concebimos las paredes de la escuela como un espacio para la creación colectiva, como un desafío en el que debemos combinar contenidos y lenguajes usualmente escindidos, si las concebimos como un instrumento para transformar las aulas en un territorio de amarre subjetivo del día a día escolar.
Los materiales que empleamos para la enseñanza en la actualidad numerosos formatos, organizaciones y soportes, pueden ser impresos o digitales. Pero todos tienen en común que expresan y comunican ideas pedagógicas, criterios didácticos, contenidos disciplinares.
Uno de los significados de la palabra “enseñar” es mostrar, exteriorizar, ilustrar. Aunque en el concepto de enseñanza excede ampliamente las tareas de exhibir o exponer, este significado vincula la acción de mostrar, de hacer visible, con la transmisión y con la comunicación de ideas, valores.
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