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El Docente De La Escuela pública En México


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2011  •  3.442 Palabras (14 Páginas)  •  870 Visitas

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El docente de la escuela pública en México

Luciano González Velasco*

* Coordinador de titulación en la maestría en Trabajo Social Educativo. Asesor-investigador en la Coordinación General del Sistema para la Innovación de los Aprendizajes (INNOVA) de la Universidad de Guadalajara (UDG).

Una visión general de la escuela pública no estaría completa si no se habla de uno de sus actores principales: el docente. La percepción de cómo es o debe ser el trabajo en la escuela, tanto del propio docente como el que la sociedad establece es el asunto a tratar en este breve ensayo. Se parte de la idea de que la docencia corresponde a una visión que a veces se establece por mandato de los gobiernos en turno y se asume por los docentes, incorporando estos mismos sus visiones, experiencias y rutinas, creando tradiciones, ritos y maneras de entender el trabajo docente en la escuela pública, dentro del marco social de las comunidades en las que se ubica físicamente la escuela. Es decir, la percepción que se tiene del trabajo docente, en las escuelas públicas se da en dos vías: hacia el exterior, formando una concepción y creando o ampliando expectativas en la sociedad y; hacia el interior de la propia escuela, generando pautas y maneras de entender o realizar el trabajo docente.

El tema es tratado enfocando principalmente la educación primaria, por ser el nivel educativo que aparece en primer lugar dentro de los sistemas educativos oficiales, mucho antes que los demás. Se trata de complementar esa visión, mencionando algunas de las principales experiencias previas a la aparición de los sistemas oficiales, por la gran influencia que tuvieron en el desarrollo del trabajo educativo posterior. También se mencionan, por necesidad, otras experiencias que inciden, como la formación de docentes y las misiones culturales y aquellas circunstancias históricas que permiten contextualizar a la docencia.

Por razones de tiempo y espacio se incluyen, de manera muy sucinta, los trabajos de la escuela pública desde sus antecedentes hasta la reforma de 1972.

La exposición gira alrededor de las ideas básicas de que el docente de la escuela pública trabajó y desempeñó su rol de acuerdo a las directrices oficiales de su época, pero de acuerdo a como mejor pudo entender llevar adelante las propuestas oficiales. La influencia de la sociedad en el desempeño docente obligó a la atención de tareas determinadas.

Para iniciar, cabe puntualizar que por escuela oficial se entiende, en este trabajo, a la institución que es creada y sostenida por el gobierno, federal, estatal o municipal, con presupuesto del erario público y con la normatividad que se expide al respecto. La aclaración parece pertinente, pues la distinción y especificación son difíciles, según se entienda lo público y lo privado, ya que muchas entidades privadas ofrecen servicios públicos, tal es el caso de los educativos.

La educación en la época colonial y en los primeros años de la independencia fue de tipo confesional. El clero era el encargado de proporcionar educación, debido a la necesidad de catequizar y con un enfoque propio para que los individuos se prepararan para las ocupaciones necesarias en aquella época. Muchos de ellos habían recibido el adiestramiento sacerdotal en el que se señalaban las "normas" que debían reunirse para dedicarse al noble arte de enseñar a leer y escribir. De ahí deriva, precisamente la denominación de escuela normal que, posteriormente, se asignará a las instituciones formadores de docentes con carácter laico (Balboa, 1987).

Muchos de esos educadores religiosos fueron más allá de la enseñanza escolar de la época, propiamente dicha, al incorporar la enseñanza de oficios, artesanías y atender a las solicitudes y necesidades de los pueblos indígenas, convirtiéndose en sus protectores. El ejemplo más notable de esto es el de "Tata Vasco", en Michoacán o el de Fray Antonio Alcalde en Guadalajara. Su presencia en la educación aporta la visión de que la docencia es un apostolado. Según como se entiendan, aportan también muchos ritos y rituales al trabajo escolar.

Es en la época de la reforma, cuando aparece la escuela pública, propiamente dicha, sostenida por el gobierno mexicano. Había claridad en la necesidad de formar a los docentes para la educación proporcionada por el Estado (González, 1999), en cuanto a enviar y asegurar una formación y un mensaje homogéneo, que hiciera contrapeso a la educación que la iglesia proporcionaba (Tanck, 1977). Aparece así la visión de los docentes como propagadores y reproductores del mensaje de las clases dominantes, aunque esto se comprende y explica muchos años después, cuando aparecen teorías de los sociólogos actuales como Bourdieu, y Passeron, entre otros.

Desde 1822, habían iniciado, en todo el país, las labores de la Compañía Lancasteriana, por lo que en 1823 se fundó la primera Normal para formar profesores con ese sistema, en la ciudad de México, misma que funcionó hasta 1890. Al año siguiente (1825), se creó en Zacatecas la "Escuela Normal Lancasteriana de la Constitución". Con ambas instituciones, pero particularmente esta última se va creando el concepto del normalismo y la tradición de formar docentes para la escuela pública. Quizá es a los seguidores de este sistema a quienes más se deba la presencia de rituales y manejos de tiempo en la escuela. Sus manuales eran muy detallados para especificar los movimientos y acciones que debían de realizar los estudiantes, puntualizando incluso los momentos y tiempos para realizarlos.

Es en 1833, cuando Don Valentín Gómez Farías crea la Dirección General de Instrucción Pública. Esto conduce a que aparezca la obligación de pagar a docentes que cumplan con las tareas de instrucción. No se requería de formación específica, asunto que se refuerza en 1857, cuando en el artículo 3o. de la Constitución se establece "la enseñanza es libre. La ley determinará qué profesiones necesitan título para su ejercicio".

Con base en ello, implícitamente, se establece que la docencia no es una profesión y la relega a ser una ocupación en la que lo mismo se puede tener formación específica y un título para ejercerla, así como carecer de cualquier documento y preparación pedagógica y trabajar como docente sin ningún problema. Esta condición de la docencia la sella hasta nuestros días.

En fin, los profesores cumplían con su misión asignada en medio de condiciones materiales muy difíciles y con nulo apoyo de la familia, pues la educación no figuraba como ideal o propósito para la mayoría de los mexicanos.

En la época de Porfirio Díaz, una muy precaria organización

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