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El Docente En La Visión De La Educación Del Futuro Y Diagnostico De Competitividad Del Modelo Institucional De Enseñanza


Enviado por   •  9 de Junio de 2015  •  1.427 Palabras (6 Páginas)  •  1.288 Visitas

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Debido a la necesidad de realizar un “giro” en la educación, Aguerrondo (1999) indica que se requiere de un paradigma que supere los predecesores, permita “saldar” las deudas del pasado y asuma los retos del futuro. Por ello, la educación debe pensar en una reorganización, que replantee la formación de la identidad de los individuos, revalore los contenidos curriculares y garantice el acceso a todos.

La inteligencia ya no está asociada solamente a las capacidades cognitivas, sino con el desarrollo de capacidades para la formación de un individuo integral (Aguerrondo, 1999).

Dadas las condiciones actuales de la sociedad y con perspectivas hacia el futuro es necesaria una educación donde se desarrollen competencias y no solamente un conjunto de saberes. Es decir, se requiere de un proceso que “prepare para la vida” y para las distintas situaciones que el ser humano debe enfrentar. La educación debe crear mecanismos para que el estudiante se interese por participar activamente en su propio crecimiento y desarrollo. Pero también es necesario crear una conciencia sobre la prioridad que debe tener la educación como medio para el desarrollo de un país, por lo que la inversión que se haga en ella debe ser considerable y “real” para superar las dificultades que han afectado a esta en distintos países y desde hace varios años.

La institución educativa debe ser el espacio con las condiciones necesarias y mínimas para un adecuado desarrollo del proceso educativo (infraestructura, recursos, entre otros). Por tal razón, debe generar las condiciones de educabilidad para que ello se dé (atender las necesidades y expectativas de los estudiantes, adecuarse al contexto, normas y reglas de conducta y aprendizaje claras, entre otras) y garantizar el acceso y equidad en todo el proceso.

Una medida urgente que se debe tomar es realizar una mayor inversión en educación. Esta inversión, a la vez, debe estar acompañada de una eficiente y eficaz administración por parte de los entes rectores de este, de tal forma que se atiendan las necesidades prioritarias y no se despilfarren en programas “fantasmas”. Junto con estas acciones se debe mejorar las condiciones del entorno pedagógico del alumno, dotando a las aulas de mejores y mayores recursos de apoyo al aprendizaje, sin los cuales una educación moderna y de calidad no es posible.

La preparación del profesorado es otra tarea que se debe atender. No se puede seguir formando a los docentes para enseñar en salones de clases “ideales”; por ello se requiere del replanteamiento de estos procesos, los cuales se deben orientar hacia la formación de un docente capaz de atender las distintas necesidades de los individuos, su diversidad y contexto social, económico y cultural.

Aunado a lo anterior, se debe aumentar los años de permanencia de los estudiantes en el sistema educativo. Esta debe ser de, al menos, doce años. Pero en paralelo a las acciones para lograr esta “mayor permanencia”, se deben analizar la pertinencia de los programas y planes de estudio de todos los niveles educativos y realizar las modificaciones necesarias que de este análisis se derive.

La educación debe resultar interesante, “real”, útil y atractiva para los estudiantes.

De esta manera, la educación propiciaría no solamente la formación para una

“tarea determinada” sino que se orientaría al desarrollo de destrezas, resolución de problemas y dotaría al individuo de habilidades para “aprender y reinventarse sobre la marcha”.

Otro punto importante a tratar es que se deben llevar a cabo acciones tendientes a descentralizar el “control” de la educación, de tal forma que los interesados se sientan parte de esta, responsables de su desarrollo y puedan ser fiscalizadores de este proceso.

Los ciudadanos del futuro deben ser formados para “enfrentarse” a una totalidad compleja. La imagen de una sociedad fragmentada, de un conocimiento parcelado y de saberes aislados no “encajan” dentro de esta nueva visión. Así, el alumno debe ser considerado desde su perspectiva real, como producto de un desarrollo histórico y natural.

Pero también la educación del futuro debe orientarse a la formación de valores, de un individuo capaz de enfrentarse a las distintas dificultades y resolver problemas, de un ser más “humano” y con conciencia ambiental.

Se debe avocar por una educación que privilegie el desarrollo de las habilidades de aprendizaje, de discernimiento, de manejo de los números y la lectura analítica.

Esto incluye también reformular la educación superior para que las actividades

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