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El Enamorado Y La Muerte


Enviado por   •  5 de Julio de 2014  •  1.761 Palabras (8 Páginas)  •  247 Visitas

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Análisis del Romance del Enamorado y La Muerte

Dentro de la clasificación, se podría encuadrar este romance como novelesco. Algunos autores revalorizan los aspectos emotivos del romance y por eso lo colocan dentro de la categoría de los líricos.

Este romance se podría estructurar en tres momentos: el sueño y la aparición de la Muerte; la búsqueda de la salvación en el amor; y la sentencia final. El mismo está constituido por 40 versos octosílabos de asonancia grave en (i-a).

El tema del romance es: el amor y la muerte. El enamorado se encuentra rehén de una situación: la muerte que lo busca y su amor que lo desea. Parecería que ambos personajes femeninos terminan formando el triángulo amoroso, donde sale victoriosa la muerte, porque de alguna manera, "su amor" tiene un poder mayor, no es terrenal ("soy la muerte Dios me envía). Nada puede hacer la enamorada, ni el enamorado frente a la realidad de la muerte, aunque todo el romance pueda parecer un sueño.

En la primera parte el relato presenta a un narrador protagonista ("soñito del alma mía"), donde se nos introduce en la atmósfera de un sueño. De éste se nos da una referencia temporal ("Un sueño soñaba anoche") y normalmente suponemos que el protagonista se encontraba durmiendo. La idea de sueño puede también referirse a un amor imposible dado que el romance aclara que sueña con sus amores, que el sueño es amoroso y está cómodo con él. Y esto podría explicarse con las palabras de la amada "como te podré yo abrir/ si la ocasión no es venida", lo que implica que ella corresponde a ese amor secreto.

Dado que el enamorado sueña con la muerte, y el final parece confuso, ya que se cambia de narrador en la mitad del romance, podría pensarse en un sueño premonitorio, lo que nos muestra la cultura pagana en tensión con la religiosidad de la época. Si así fuera, el adverbio “anoche” supone que el narrador cuenta lo vivido en tiempo pasado.

El protagonista se encuentra en un estado de alejamiento de la realidad, de inconsciencia, y este ambiente de misterio se refleja en lo formal, de esta manera se utiliza la aliteración de la letra “s” (reiteración de sonidos). Por un lado esa reiteración ayuda a una atmósfera de susurro, de intimidad. Por otro lado existe la repetición de sonidos nasales en los fonemas "n", "ñ", "m" en los cuatro primeros versos:

"Un sueño soñaba anoche

soñito del alma mía

soñaba con mis amores

que en mis brazos los tenía"

Esta aliteración de sonidos nasales crea una atmósfera de adormecimiento. De alguna manera, las dos hipótesis, la del sueño despierto con un amor lejano y la del sueño dormido o dormitado pero absolutamente involuntario, estarían apoyados por estas aliteraciones.

El diminutivo ("soñito"), se usa para cargarlo de afectividad y reafirmar la dulzura y el encanto de ese sueño del cual él se complacía en soñar y gozaba plenamente. Complementando este diminutivo se encuentra la expresión "del alma mía". Esta nos confirma y refuerza ese afecto que el protagonista siente por ese sueño, pero a su vez se nos transporta a lo más íntimo de hombre, al alma.

El encanto de este sueño es roto por la presencia de una señora que entra abruptamente (“vi entrar señora muy blanca / muy más que la nieve fría”). El narrador nos da de ella ciertas características que ya nos perfilan, a partir del contraste con la dulzura y calidez del sueño, a una figura sobrenatural. Se utilizan dos adjetivos, uno cromático ("blanca") y uno sensorial ("frío"). El blanco simboliza el estado celeste. Expresa una voluntad de acercamiento a ese estado. El adjetivo blanco también en este caso, se relaciona con Dios, y con la pureza, y el narrador confunde a este ser con su amada, pura, virgen, “divina”. El frío corresponde a la falta de amor, a lo implacable, lo irremediable. Estas dos características de esta señora se terminan de explicar cuando se nos revela que es la Muerte. Sin embargo esta Muerte se nos revela como un ser capaz de confundirse con la mujer amada y en vez de negro, vestida de blanco como la pureza de una novia que tiene la voluntad de alcanzar lo celestial. La única diferencia entre ésta y la Muerte es que esta última es fría, y la primera suponemos que es cálida. Por otra parte, el hecho de que se la confunda con la amada nos sugiere también una imagen tal vez juvenil de la Muerte.

En lo formal, el "juglar" utiliza como recurso del pleonasmo donde se redundan los adverbios "muy más" que sirve para reforzar la expresión “nieve fría”. Es redundante afirmar que la nieve es fría, pero de esta manera se acentúa un aspecto de frialdad, de insensibilidad, de terror que esta presencia produce.

El enamorado no ve en ella a un ser extraño, al principio, la confunde con su objeto soñado, es decir cree haber alcanzado lo más deseado cuando la muerte se le aparece.

En los primeros dos versos, donde escuchamos la voz directa del protagonista, se utiliza un paralelismo sinonímico, en la que se repite la idea contenida en la primera pregunta ("¿Por dónde has entrado

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