El Pensamiento Crítico En Educación
sosualej17 de Febrero de 2014
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El PENSAMIENTO CRÍTICO EN LA EDUCACIÓN.La crisis de la racionalidad occidental terminó por desconfigurar el sentido de la educación al disminuir su acción humanizadora, reflexiva, ética y de compromiso social, cuyos fines desde su esencia debían procurar una atención a la diversidad, a la diferencia y a la multiculturalidad como eje esencial de la transformación social. Este cometido no ha sido posible, pues el modelo educativo hasta ahora puesto en práctica sólo ha respondido a los intereses de unos pocos, que con la aplicación de métodos y técnicas que responden a un modelo tecnocrático han convertido a la educación en un mero proceso instrumental, con tendencias hacia el positivismo y el racionalismo, para terminar haciendo de ella un acto deshumanizado.
Al respecto Lárez, R. (S/F) afirma que está planteada una reconfiguración del paisaje social y económico y que esto se perfila desde nuevas formas de reconstruir el conocimiento y la formación docente, por ello se piensa en establecer una dinámica social emergente donde la diversidad, la otredad, la alteridad sean los principios claves para la el nuevo tejido social y las nuevas redes de conocimiento. Esta importante tarea se logra tomando en cuenta los tres enfoques del saber alternativo como lo son: el enfoque fenomenológico, el enfoque lingüístico y el enfoque hermenéutico, ya que es necesario la interpretación de la praxis social, la comunicación intersubjetiva y la comprensión e interpretación de la realidad social y educativa.
En este sentido, el papel del docente es de vital importancia por cuanto es un agente de transformación de la realidad social y debe asumir la responsabilidad de educar para el saber alternativo, con una acción reflexiva, ética y liberadora que va más allá de enseñar contenidos huecos y sordos que nada dejan en ese sujeto de participación; con amplias habilidades para desarrollar en los sujetos a formar sus capacidades mentales, esto con el fin de hacer que aprendan la gran significación contenida en los significados sociales y culturales que emergen de los propósitos curriculares.
Por otro lado, los enfoques que orientan la teoría educativa deben responder a proyecciones sociales y culturales de tendencias multiparadigmáticas que permitan abrir los espacios a la participación ciudadana y al acompañamiento del otro, sobre todo cuando se asumen la intersubjetividad como práctica de vida, con un conocimiento abierto que puede aceptar las múltiples y variadas facetas de una misma realidad social emergente.
La ideología se convierte entonces en la refundación del pensamiento filosófico del docente al procurar que su praxis educativa se corresponda con una formación académica pertinente. Todo ello pasa por configurar un modo de vida, un arte para el vivir y en palabras de Michael Foucault (2003: 33) “un proyecto de vida en el que nada está decidido del todo, un arte de vivir abierto a lo incierto, a lo indeterminado, a la contingencia, a la libertad”.
Desde esta perspectiva está planteada una formación docente adecuada a los procesos de cambio que ha experimentado el siglo XXI con formas y procederes distintos en la asunción de las metodologías orientadas a la participación ciudadana y protagónica, capaz de resolver los problemas más urgentes de la comunidad y de los entornos universitarios, con una enorme capacidad crítica y partiendo de sus propias vivencias y encuentros consigo mismos y con los pares.
Los retos que se le plantean a la formación docente tienen que estar orientados hacia una permanente crítica y revisión de los procesos educativos y sobre todo los paradigmas bajo los cuales reposan las acciones que día a día llevan a cabo para cumplir sus obligaciones y lograr que los procesos sociopolíticos sean analizados desde un contexto histórico que los constituye, y además considerar la complejidad del hecho
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