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El éxito en la vida no se mide por lo que logras si no por los obstáculos que se superan


Enviado por   •  19 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  1.771 Palabras (8 Páginas)  •  260 Visitas

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El éxito en la vida no se mide por lo que logras si no por los obstáculos que se superan, dicha frase me la dijo mi padre antes de morir, en aquel momento donde dije que nunca seria exitoso.

Yo Mario Morales, el más grande de 3 hijos, mis 2 hermanas menores, Melina de 10, Matilde de 15 y yo, con tan solo 19 años somos una familia huérfana, que tras la pérdida de mis padres en un accidente automovilístico, me hice cargo de mis hermanas, buscando una solución y un camino para salir adelante. Mi mayor aspiración en la vida es ser un ejemplo para ellas, por lo cual la mayor parte de mi tiempo lo invierto en mi trabajo y estudio los fines de semana. Hoy comencé el día como cualquier otro, mi alarma sonaba constantemente mientras mi cuerpo me pedía seguir durmiendo. Salte de la cama aun sin calcetines para silenciar mis pasos, dirigiéndome hacia la cocina. Revise detalladamente mi escasa despensa que se encontraba en aquella vieja y rechinante alacena. Encontré lo necesario para preparar el desayuno, aún recuerdo el olor de esos tacos de frijoles refritos. Al finalizar serví su dotación a cada una de mis hermanas y enseguida eche un vistazo a su cuarto. Las desperté y pedí que se alistaran, el reloj marcaba la 6:30 am y era poco el tiempo que les sobraba para desayunar antes de llevarlas a tiempo a la escuela. Matilde me pregunto: ¿Que harás hoy? A lo que conteste, haré lo mismo de siempre, iré a trabajar solo con la diferencia que llegare un poco temprano; pues debo estudiar para mi examen de mañana. Valla que eres muy dedicado hermano algún día seré como tú, recalco Matilde, dándome aun mayor ánimo para comenzar el día. Poco tiempo después de que comieron, tomaron sus útiles y yo tome mi bloc de dibujo donde acostumbraba a trazar diseños de construcciones que soñaba algún día poder hacer. Rezamos juntos antes de salir de la casa y justo cuando salíamos me encontré a doña Catalina, quien era nuestra vecina desde que yo llegué aquí a la edad de 3 años, ella había visto nacer a mis hermanas, por lo que las trataba casi como sus nietas. Al rato traigo a las niñas, le dije. No te preocupes Mario, sabes bien que en mi casa son más que bienvenidas, contesto. Las tome de la mano y nos dirigimos a su escuela, 8 cuadras al norte de la casa de mis padres. Llegamos ahí, le di un par de monedas a Matilde para que comprara comida y la compartiera con Melina durante su receso, esas fueron mis últimas instrucciones a Matilde antes de retirarme al trabajo. Les plante un beso en la frente a ambas, envolviéndolas en un abrazo amoroso, reiterándoles que en la salida pasaría por ambas. Me retire de ahí, tomando camino a la obra, el cual era un centro comercial con el nombre de Antea LifeStyle Center, mire que el reloj marcaba 7:24 am y mi hora de entrada era a las 8:00 am, tiempo suficiente para llegar. Como era de costumbre al momento de llegada saludaba a todos mis compañeros, quienes me decían: Buen día “Mayos”, pues era ese el apodo que durante ese tiempo me habían  puesto. Dejé mis cosas en un lugar seguro, me puse mi casaca de trabajo y comencé a ejercer mis labores.

Transcurría la mañana, me hablaban aquí, allá, haz esto, haz aquello. Recibiendo órdenes por doquier. Sin poner peros debía hacer todo lo que me pidieran. Aunque no era problema para mí, pues así como abundaba el trabajo de igual manera tenía ratos libres, los cuales aprovechaba para hacer mis trazos en aquel bloc que tanto esfuerzo me había costado. O en ocasiones platicaba con los compañeros, quienes la mayoría del tiempo hablaban del encargado de obra, Enrique Limantour, era nuestro jefe por el momento, tenía una actitud prepotente y aprovechada. Incluso llegaba a decir que él nos pagaba, que para eso servíamos, siempre nos subestimaba. Era hijo de un importante empresario e inversionista, que según nunca estaba en México y justamente hoy era el día en que vendría a hacer cambios y rediseños a su proyecto.  

Llego la tarde, hora de comida para todos y para mí era hora de retirarme por mis hermanas, para después volver. Noté que alguien había llegado, todos hablaban de la muy esperada visita de Gabriel Limantour, padre del que hasta ahora era nuestro jefe. No tuve tiempo siquiera de ver cómo era, el tiempo lo tenía contado para alcanzar a mis hermanas, que seguramente ya me estarían esperando en el frondoso fresno que se encontraba fuera de la escuela. Así que tome mis cosas y me retire apresurado. Efectivamente, justo como lo supuse, debajo de aquel sombrío árbol fue donde las encontré. ¿Porque llegas tan tarde hermano? Son las 2:15 pm y casi siempre llegas a las 2:00 pm, me reclamaron ambas. Las tome de la mano y les respondí, caminemos rápido, ahorita les cuento. En seguida me sonrieron preguntando si les tenía buenas noticias. A lo que conteste, ni tan buenas, el día de hoy llego en mero mero de la obra, según quiere hacer un rediseño, si tenemos demasiado trabajo, ahora imaginen como estará con lo que quiere hacer. No es tan malo o ¿Si? -Me cuestiono Matilde justo antes de llegar a casa de Doña Claudia. Bueno, es momento de dejarlas, Matilde te encargo a Melina, al rato regreso por ustedes, debo volver al trabajo, cuando vuelva te cuento lo que paso. Está bien, me respondió. Toque la puerta, me abrió Doña Claudia, dijo buenas tardes y pidió a mis hermanas que pasaran. Las llene de besos y me despedí. Con cuidado hermanito, te quiero, dijo mi hermana menor, mientas al terminar la frase Matilde me pedía que mostrara mi bloc a aquella persona de la cual le había hablado. ¡Que estupidez! fue lo primero que pensé al escuchar aquella propuesta, pero no fue eso lo que conteste, me acerque a ella, la tome de los pómulos y le prometí que lo haría, aunque yo sabía perfectamente que eso no iba a pasar. Finalmente me retire de ahí para luego volver a mis labores. Rumbo a la obra, iba haciendo planes y repasos mentales de lo que estudiaría para mi examen que haría al siguiente día, pues era uno de los últimos para obtener mi titulo de preparatoria. Cuando llegue a la obra, todos tenían un desastre, deje mis cosas en el lugar de siempre, me incorpore a la bola, más me tarde en unirme a ellos cuando todos comenzaron a bombardearme con la pregunta ¿Que crees que paso? Fue mucha mi intriga que en seguida respondí, no sé ¿Que paso?. El señor Gabriel se dio cuenta de como nos trata Enrique y lo mando de regreso a Dubái. -¿De verdad? Y ahora -¿Quién estará al cargo de esta importante obra? - respondí. Ojala nadie, necesitamos unas vacaciones, contesto el más holgazán de la obra. En ese momento se acercó el señor Gabriel, al cual no conocía por irme en seguida. -¿Es usted el muy conocido Mayos?- preguntó. Claro, soy yo -¿Pasa algo? –cuestione. Para nada joven, quiero hablar en privado con usted, fue lo que respondió antes de conducirnos a la oficina de mi ex jefe. Una vez que llegamos, me pidió que tomara asiento, me ofreció licor, lo acepte y me di cuenta que a pesar de sus riquezas, él no era prepotente y aprovechado como su hijo. – ¿Sabes porque estás aquí? –pregunto. En realidad no, puedo saber ¿Qué pasa? No te espantes, nada malo en realidad. Hace rato me presente con tus compañeros, tuvimos una plática muy sincera y me informaron que mi hijo Enrique los trataba muy mal, incluso me mostraron un video. Sinceramente siempre eh pensado y dicho, que la integridad de mis trabajadores es lo primordial, pues son ellos los que sacan adelante la obra, sin ellos esto no se lograra, así que prefiero darle una lección a Enrique y lo enviare a Dubái. Pero ese no es el punto, tus compañeros hablan muy bien de ti, me dicen que te apasiona el tema de la arquitectura, de hecho me presumen que tienes un bloc con diseños innovadores, con un concepto único y exclusivo. -¿Podrías mostrármelo? –preguntó. La sangre subió a mi cabeza, se me erizó la piel, recordé la promesa que le hice a Matilde, cosa que creí jamás pasaría, parecía que todo estaba a mi favor el día de hoy. Claro que sí, fue lo primero que salió de mi boca, mientras el miedo de defraudarlo me invadía. Corrí por el en aquel lugar donde lo había dejado, lo cogí y regrese a la oficina.  Aquí tiene señor Gabriel le dije, mientras me sonreía y pedía que no volviera a hablarle así. Háblame de tu, desde ahora seremos buenos amigos, permíteme ver tu trabajo -dijo, mientras miraba con asombro aquellos trazos que había hecho. Esto es perfecto, me encanta tu idea, son trazos muy profesionales y me gustaría agregarlo a mi proyecto. ¡Pero! Hay un gran problema, yo no sé nada de arquitectura, me apasiona, pero ni siquiera tengo la oportunidad de estudiarla, soy huérfano y vivo con mis hermanas- le conteste. No te preocupes por eso, que desde ahora nada te faltara, serás mi socio, pagare tus estudios y ahora mismo nos vamos a Dubái a forjarte como empresario. Era tanto mi asombro ante aquella propuesta, que no dude en aceptarla, le conté mi historia y pedí que me dejara ir a ver a mis hermanas, para platicarles lo que había pasado. Acepto y me dio hasta las 10:00 de la noche para volver con ellas, era momento de comenzar con esta nueva vida. Corrí, grite, incluso llegue llorando a casa, me preguntaron qué pasaba, que si me habían corrido, me cuestionaban por todo. Pedí un poco de silencio y les conté, lloraron conmigo, al poco rato nos tranquilizamos. ¡Apresúrense! – les dije, pues ya eran las 8:40 y teníamos que regresar a la obra. Nos despedimos de Doña Claudia, le agradecí por este tiempo que cuido a mis hermanas y le prometí que jamás me olvidaría de ella, también lloro, pero comprendió la gran oportunidad que tenía por delante. Cuídense mucho hijitos, fue la última frase que escuche de ella antes de retirarnos. Nos fuimos, llegamos a la obra y le presente a mis hermanas al señor Gabriel. Matilde y Melina, él es el señor Gabriel, salúdenlo. Buenas noches Señor Gabriel – contestaron apenadas. Pidió a mis hermanas que subieran al carro

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