Etica En Los Negocios
yeseniayanf16 de Mayo de 2013
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Ética de la empresa
1. Génesis de la ética empresarial
2.
El origen de la preocupación actual por la ética empresarial radica en la demanda social ante las actuaciones faltas de ética de las empresas. Por eso las reflexiones de este campo se han orientado, con frecuencia, más a evitar que se repitan esos hechos escandalosos que a promover directamente una comprensión de su práctica en la organización empresarial. Aunque es cierto que se discutieron algunas temáticas planteadas en términos de ética y economía, como situaciones en las cuales se aplicaba la ética —por ejemplo, en los tratados de moral con enfoque casuístico— no se puede hablar de la ética empresarial en los primeros cincuenta años del siglo XX.
La ética empresarial empieza a gestarse sólo a partir de la aparición de empresas diferenciadas de la empresa pequeña tradicional, por su organización formal y jerárquica y por la separación de la dirección y la propiedad. Comienza, entonces, una creciente reflexión ética sobre las actuaciones de las grandes empresas y su gestión. En los años cincuenta se aborda sistemáticamente el análisis sobre la responsabilidad social de las empresas y sobre la gestión como profesión. Estos planteamientos se hacían predominantemente en el marco de tradiciones religiosas —sobre todo protestantes y católicas—, que pretendían aplicar determinados planteamientos morales al mundo de la empresa y de los negocios.
Al final de la década de los cincuenta y durante la de los sesenta es notable el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia y de las reflexiones teológicas sobre las realidades terrenas y el mundo del trabajo. Se debaten los planteamientos de Teilhard de Chardin sobre el sentido cristiano del trabajo en el mundo. Aparecen las grandes encíclicas Mater et Magistra y Populorum Progressio, lo mismo que la constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, donde se profundiza en la ética social católica.
Como consecuencia de la guerra de Vietnam, durante los años sesenta se produce una creciente movilización contra aquello que identifica a la cultura estadounidense. Se cuestionan las actividades de las empresas a partir de las consecuencias sociales de sus actuaciones y se critica el papel imperialista de las empresas norteamericanas en los países del Tercer Mundo. En esa década también el Club de Roma hace referencia a las consecuencias ecológicas del desarrollo industrial y al consumismo como estilo de vida. Estas preocupaciones por las consecuencias sociales de las actuaciones empresariales llevaron a formular el concepto de la responsabilidad social de la empresa, más allá de los intereses individualistas de los propietarios y directivos. Lo más importante es el cambio de perspectiva: se pasa de la persona a la organización en el tratamiento de los problemas. Este cambio gradual se hace desde el supuesto de que existe un contrato social implícito entre la sociedad y la empresa: la empresa tiene obligaciones con respecto a la sociedad y tiene que elaborar su política sabiendo que tendrá que dar cuentas ante la sociedad. Los años sesenta fueron un período de expansión de la reflexión académica sobre las obligaciones de las empresas hacia los diversos grupos sociales, lo mismo que sobre la relación entre desarrollo humano y crecimiento económico. Se siente la necesidad de una formación económicosocial en el mundo universitario, la cual se realiza mayoritariamente en el marco de instituciones vinculadas a iglesias cristianas. Según R. T. de George: El desarrollo de la Business Ethics como especialidad comenzó en los años setenta. Teólogos y pensadores religiosos habían desarrollado el área de la ética de los negocios y continuaron desarrollándola.
Profesores de management continuaron escribiendo y enseñando sobre la responsabilidad social de la empresa. El nuevo ingrediente que se añadió fue la entrada en la temática —por diversas razones— de un significativo número de filósofos. (1987; 201-207).
La entrada de los filósofos, de hecho, va ligada a la preocupación por aclarar cuál es el estatus moral de las empresas. Sin abandonar la preocupación por las cuestiones individuales, surge una reflexión ética específica sobre la organización como tal. Pero como observa Joseph M. Lozano:
Es necesario subrayar que muy a menudo estas reflexiones que hablan en términos empresariales tienen todavía como referencia la concepción de la empresa que se tiene desde la perspectiva de la dirección, y por eso no nos ha de sorprender que uno se empiece a preguntar también hasta qué punto, en definitiva, la Business Ethics no es otra cosa que la legitimación (o la coartada) de un sistema económico y de determinadas prácticas que tienen lugar en su seno. (1999; 40) Ciertamente, hacia finales de los años setenta y primeros años de los ochenta aparecieron nuevas perspectivas y preocupaciones que van consolidando la ética empresarial como especialidad disciplinar. A partir de entonces la producción académica comenzó a crecer y a sistematizarse formalmente. En lo que se refiere a revistas, en 1981 aparece Business and Professional Ethics Journal, editado por el Centre for Applied Ethics de la Universidad de la Florida; en 1982, el Journal of Business Ethics, que ha llegado a ser la revista especializada de referencia en el campo de la ética empresarial, y en 1991, la Business Ethics Quaterly, editada por la Society for Busines Ethics.
Como se puede observar, el movimiento fuerte de la ética empresarial se dio en Estados Unidos. Antes de los años ochenta, en Europa encontramos la temática bajo epígrafes como “Economía y sociedad”, “Ética social”, “Ética económica”, etc. Sin llegar a la “eticamanía” estadounidense de los años ochenta, en Europa se ha dado un debate sobre los valores empresariales, debido quizá a la crisis de las ideologías al final de la década de los ochenta. A veces parece que el interés por la empresa y sus valores ocupara el lugar que dejaron vacío las ideologías. Es bueno recordar que en Europa las tradiciones políticas y sociales han dado lugar a formas de capitalismo diferentes al de Estados Unidos.
La perspectiva europea trata los problemas de la ética empresarial sin apelar tanto a la legalidad para resolverlos y trata de establecer aproximaciones filosóficas y sociológicas. También le da menos importancia a la elaboración de códigos de ética empresarial. Evita utilizar la ética de los negocios como una forma de legitimar las prácticas comerciales de las empresas. Y le da un mayor peso a los valores sociales y una mayor confianza a la autorregulación.
En 1987 se creó en Europa la European Business Ethics Network (EBEN), con la intención de potenciar las relaciones entre el mundo académico y el mundo empresarial, impulsando cursos, publicaciones y conferencias anuales. La asociación ha impulsado la creación de redes en diversos Estados a partir de sus realidades: Italia, Francia, Alemania, etc. Han aparecido también dos revistas: Etica degli affari, editada por la revista L´Impresa, en 1987, y que después se convirtió en Etica degli affari e delle professioni, y Business Ethics. A European Review, editada ahora por la London Business School y creada en 1992. Tanto en Estados Unidos como en Europa han aparecido centros dedicados parcial o totalmente a estudiar los problemas de la ética empresarial. Por ejemplo, el Business Ethics Research Centre y el Institute of Business Ethics, ambos en Londres.
En los primeros años del siglo XXI los escándalos financieros de Enron, Parmalat y otras corporaciones han mostrado las graves consecuencias de una gestión sin valores éticos, lo cual ha producido un renovado interés por el cultivo de los grandes valores éticos en el mundo empresarial. Así, en los libros escritos en el nuevo siglo se encuentran la integridad moral como el alma de toda corporación; pero hay que estar atento para no caer en una simple utilización instrumental de la ética. No se puede caer en la ‘cosmética’ ética, para hacer aparecer de abuela buena al lobo feroz de muchas empresas. La ética es rentable a largo plazo para las empresas; sin embargo, hay que sujetarse a ella, aun en las situaciones en que no traiga beneficios para ellas. En la sociedad contemporánea, la actividad económica se realiza dentro del marco de las empresas como organizaciones. Esto significa que la ética empresarial no se puede tratar exclusivamente en términos individuales. Ésta, ante todo, es una ética de las organizaciones, donde la dimensión colectiva va más allá de las voluntades individuales. Para Adela Cortina: “la ética empresarial consistiría, por tanto, en el descubrimiento y la aplicación de los valores y normas compartidas por una sociedad pluralista —valores que componen una ética cívica— al ámbito peculiar de la empresa, lo cual requiere entenderla según un modelo comunitario, pero siempre empapado de postconvencionalismo” (1998; 89).
La ética empresarial es un puente hacia el futuro de la empresa, vivida como una cultura donde todos sus miembros encuentran un sentido a su vida; entre el hombre y la empresa del futuro; entre la organización empresarial y los desafíos del progreso. También es una serie de respuestas al arte de vivir la empresa en las condiciones cambiantes del mundo de hoy y del futuro. Es un continuo ponerse al día de la organización empresarial para sobrevivir, pues la empresa de la tercera ola, de conocimientos, necesita un nuevo hombre más responsable, capaz de hacer juicios de valor, de tomar decisiones y de trabajar en equipos multidisciplinarios, multiétnicos
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