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FILOSOFIA AMBIENTAL


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2012  •  1.492 Palabras (6 Páginas)  •  530 Visitas

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Filosofía ambiental

Desde los años setenta del siglo XX, la filosofía ambiental o ecofilosofía ha destacado hasta qué punto el problema ambiental actual está asociado a valores, estilos culturales y pautas económicas de las sociedades o grupos más opulentos, que deberían reconsiderarse seriamente. La ecofilosofía exhibe múltiples tendencias: ecología profunda, ecofeminismo, ecología social, o distintas corrientes de ética ambiental. Todas asumen algún grado de crítica del antropocentrismo, con matices entre el biocentrismo y un antropocentrismo débil.

Se cuestiona el especieísmo (discriminación moral de los individuos en razón de la especie a la que pertenecen) antropocéntrico, planteando un extensionismo ético, una ampliación de las consideraciones morales o de algún tipo de derecho hacia los seres no humanos. Estas reflexiones se nutren no sólo de criterios filosóficos sino también del saber científico contemporáneo.

Lo destacaremos en dos de las corrientes vigentes: derecho del animal o animal liberation y movimiento ecología profunda.

I) La primera plantea la ampliación de consideraciones morales sólo a los animales sensibles. Se acepta que el sufrimiento y sacrificio gratuito de seres sensibles es moralmente inaceptable. Representantes destacados serían el filósofo australiano Peter Singer y el filósofo francés posmoderno Jacques Derrida.

Singer retoma el planteo utilitarista que efectuara Jeremy Bentham en su Introducción a los Principios de la Moral y la Legislación de 1789. Bentham argumentaba que para determinar si un ser vivo puede merecer consideración moral no hay que fijarse si posee lenguaje o razonamiento, sino en la capacidad de experimentar el mundo. La capacidad más básica de experimentar la vida era la posibilidad de padecer, de sentir placer o dolor, quedando en un pié de igualdad la persona humana y el animal sensible. Decía Bentham: ‘La cuestión no es ¿pueden razonar?, ni ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?'. El mayor bien posible se traduce en la búsqueda del mayor bienestar posible, lo cual implica la búsqueda del placer y la evitación del dolor, lo que se aplicaría a todos los seres sensibles capaces de experimentar placer y dolor.

Derrida argumenta que ninguno de los rasgos por los cuales la filosofía o la cultura han creído reconocer eso ‘propio del hombre', está rigurosamente reservado a lo que nosotros los humanos llamamos ‘hombre'. La primatología describiría de manera positiva y en ocasiones perturbadora, las formas extremadamente refinadas de organización simbólica que tienen los grandes simios, trabajo de duelo y de sepultura, estructuras familiares, evitamiento del incesto, etc. Lamentablemente, según Derrida, de todo esto se habla muy poco.

Filosofía y saber científico contribuyen así a la deconstrucción del fundamento de los derechos que la especie humana se arroga sobre las demás. Y si bien los animales no pueden formar parte de conceptos como los de ciudadano, de conciencia ligada a la palabra, de sujeto, etc., no por ello carecen de derecho. A la violencia de siempre hacia ciertos animales se agrega hoy una violencia industrial y científica. Proponen reglamentar las condiciones de cría, de matanza, de tratamiento masivo, etc. Una de las últimas líneas de acción es el Proyecto Gran Simio. Tanto Singer como Derrida consideran que es el mismo concepto de derecho antropocéntrico lo que debe ser re-pensado. No se trata de que los animales tengan derechos legales, como derecho al voto, el derecho a ser juzgados con justicia o a su libertad religiosa, pero sí el derecho moral a ser tratados con respeto, como individuos con un valor en sí mismo.

El derecho del animal tiene también defensores desde una visión kantiana, ligada a la racionalidad, elección libre de alternativas o posibilidad de defensa propia. Investigaciones en etología y psicología animal como también la primatología, revelan que algunos animales (los grandes simios, por ejemplo) realizan operaciones mentales complejas y revelan rasgos de racionalidad; se les atribuye emociones, expectativas, creencias, capacidad de elaborar estrategias para resolver problemas, memoria, y en algunos casos comprensión lingüística y autoconciencia. A su vez exhiben una capacidad no mecánica de elegir alternativas, lo cual sería una forma de la libertad.

El aumento del riesgo ambiental ha llevado a extender las responsabilidades tutelares a nuestros descendientes, a los que aún no han nacido, y también a los seres naturales que no tienen voz para reclamar por su situación desventajosa. Sostenedores de la ampliación de la responsabilidad tutelar plantean asignar también a los animales (y para muchos a los árboles) representantes que hablen en su nombre, reclamando por su protección. Un representante de esta actitud, el filósofo estadounidense

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