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Ficha Duelo a los dualismos


Enviado por   •  17 de Mayo de 2016  •  Reseñas  •  1.427 Palabras (6 Páginas)  •  1.226 Visitas

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Miryam Prado Jiménez

Sesión No. 13

Dueling Dualisms.

Anne Fausto-Sterling

Este es el primer capítulo del libro Sexing the body: Gender Politics and the construction of sexuality, en él la autora, como bien lo señala en el título, hace una crítica a la manera de entender el mundo a partir de los dualismos, principalmente de tres: sexo-género, naturaleza-crianza y real-construido.

Comienza explicando el caso de la vallista española María Patiño en los juegos olímpicos de 1988 respecto a su certificado de feminidad que revelaba que las células de Patiño tenían un cromosoma Y, no tenía ovarios ni útero y sus labios vulvares ocultaban unos testículos. Después de emprender una batalla legal contra el Comité olímpico que le había prohibido participar en los juegos, Patiño pudo reintegrarse al equipo español demostrando que era “lo bastante femenina para competir”, a pesar de su condición genética llama insensibilidad a los andrógenos.

Esto demostraba que la presencia de un cromosoma Y no era el criterio más científico para el control del sexo. Anne Fausto-Sterling explica que nuestros cuerpos son demasiados complejos para proporcionarnos respuestas definidas sobre las diferencias sexuales, dejando claro que “sexo” no es una categoría puramente física, “etiquetar a alguien como varón o mujer es una decisión social, (…) [donde] solo nuestra concepción del género, y no la ciencia, puede definir nuestro sexo” (Fausto-Sterling, 2000: 17), es decir que,  las señales y funciones corporales que definimos como masculinas o femeninas están ya imbricadas en nuestras concepciones del género, pone como ejemplo los criterios médicos para asignar sexo en los cuerpos que poseen rasgos sexuales masculinos y femeninos, los cuales se centran en la capacidad reproductiva (en el caso de una feminidad potencial) o el tamaño del pene (en el caso de una presunta masculinidad) y explica que la voluntad misma para determinar un sexo es una decisión social.

La autora explica que en 1972 los sexólogos John Money y Anke Ehrhardt, a quienes se les sumaron las feministas de la segunda ola, argumentaron que sexo y género son categorías separadas. El sexo representaba la anatomía y la fisiología, el género las fuerzas sociales que moldeaban la conducta. Estas definiciones cuestionaban los significados psicológicos y culturales de las diferencias entre varones y mujeres pero dejaban abierta la posibilidad de que las diferencias cognitivas y de comportamiento pudieran derivarse de diferencias sexuales. Es por ello que pensadoras feministas han cuestionado la noción misma de sexo, por ejemplo, la antropóloga Henrietta A. Moore critica la reducción de los conceptos de género, cultura y experiencia a “sus elementos lingüísticos y cognitivos”, argumentando que lo que debería de cuestionarse es la encarnación de las identidades y la experiencia, puesto que la experiencia no es individual y fija, sino social y procesal.

La autora declara que su postura en los debates sobre sexo y género deriva de su experiencia como bióloga y activista social: “como bióloga, creo en el mundo material. Como científica, creo en la construcción de conocimiento específico mediante la experimentación. Pero como testigo y, en los últimos años, historiadora del feminismo, creo que lo que llamamos ‘hechos’ del mundo vivo no son verdades universales” (Fausto-Sterling, 2000: 22). La ciencia del cuerpo ha cambiado junto con nuestros puntos de vista sociales, un ejemplo son lo que señala Michel Foucault, como las dos formas en que el capitalismo ejerce poder sobre los cuerpos vivos: la primera es la que se centra en el cuerpo individual (optimizar y estandarizar a función corporal) y la segunda se refiere a la biopolítica de la población, a través de la cual se antepone lo “normal” a lo natural, tal es el caso del tratamiento médico a la intersexualidad. La autora indica que, el control sobre estos cuerpos responde a la necesidad de mantener la división de género. Esta conceptualización tradicional del género y la identidad sexual ha perpetuado la desigualdad.

Es importante reconocer que la organización social y la expresión de la sexualidad humana no son ni atemporales, ni universales,  Las prácticas sexuales y su consideración social varían no sólo con las culturas, sin con el tiempo. Historiadores y antropólogos no se han puesto de acuerdo en cómo interpretar la sexualidad humana a través de la historia y las culturas. Uno de los puntos que pone en consideración la autora es el estudio histórico de la sexualidad humana utilizando las categorías contemporáneas para analizar otros tiempos y lugares.

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