Frankenstein Y La Educación
alexveva3 de Agosto de 2011
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“Hacerlo todo sin hacer nada” (J.J. Rousseau)Este es el principio de una “pedagogía de las condiciones”: organizar el ambiente vitalcon objeto de que el niño esté lo más estimulado posible. Mientras el niño no estáeducado, no puede elegir sus fines de aprendizaje ni decidir qué es importante para él.Ahí está la verdadera diferencia entre un niño y un adulto. El adulto elige él mismo quéaprender por lo que en el verdadero sentido del término, no debe ser, no puede sereducado (Arendt, 1989)El educador no siempre consigue que el otro haga lo que él considera que le conviene.Pero hay que resistirse a la tentación de erradicar la resistencia, porque es un signo deque ahí hay alguien. Por eso los pedagogos han elaborado métodos para “individualizarla enseñanza” introduciendo la expresión “pedagogía diferenciada”. Ya no se trata dedemocratizar el acceso a la escuela, hay que democratizar también el éxito. En realidadla pedagogía diferenciada invita a que cada vez que aparece una resistencia a la“transmisión” se modifique el contexto y las actividades.Para desembarazarse del paradigma de “la educación como fabricación” se ha deinstalar la preocupación en el poder emancipador de los aprendizajes y de voluntad depermitir a aquel que sabe que sepa que sabe, que sepa para qué sirve lo que sabe, quépuede hacer con ello y dónde puede utilizarlo, a qué preguntas responde lo que sabe,cómo podrá hacerlo suyo, desviarlo para crear soluciones nuevas y proferir palabrasinéditas ante situaciones imprevistas. Esta exigencia requiere una preocupaciónconstante por “tender puentes” entre lo aprendido en clase y la realidad psicológica,social, técnica y cultural en la que vive el niño. La vida es “desorden”; los aprendizajesescolares deben ser “ordenados”. Pero el cosmos pone orden al caos y no se construyecomo otro mundo a su lado. La cuestión está en transformar el “caos” en “cosmos” y noque la escuela construya un cosmos yuxtapuesto al caos y el alumno viva entre dosculturas que coexisten sin interactuar. La cuestión es no fosilizar la cultura en“utilidades escolares” destinadas simplemente al éxito escolar.
La dificultad de la actividad educativa cotidiana se manifiesta permanentemente porquemientras la voluntad no esté construida no se le puede considerar responsable de susactos. La libertad es un espejismo,
pinocho
solo puede elegir entre darse gusto o dargusto a otro, entre el sentimiento de culpabilidad y las frustraciones. El educador ha deatribuir sin acusar. Comprender al otro no es lo mismo que desresponsabilizarlo, esreconocer las influencias que recibe y proporcionarle los medios de tomar distanciasrespecto a lo que vive. El castigo no tiene ningún alcance educativo si el niño no seconsidera responsable de lo que ha hecho.Un grupo de adolescentes no accede a una socialidad respetuosa porque un adulto lopida o intente imponerlo a la fuerza. Sólo se le puede pedir que prescinda de la violenciasi hay espacios donde hablar, si se le proporcionan medios para que tome la palabra.Una de las paradojas de la mayor parte de las “reuniones escolares” es que abordancuestiones absolutamente secundarias y sin relación directa con la organización mismade los aprendizajes en clase. La cuestión debería ser cómo organizarse para que todosaprendan lo mejor posible. El consejo se ha de preparar (apruebo, critico, propongo)El maestro no enseña lo que piensa sino lo que sabe, lo que ha recibido de otrosmaestros. Lo que hace que sea una cosa distinta de las opiniones es que lo sustenta unahistoria. La escuela mantiene el vínculo entre generaciones. El enseñante es, pues,siempre un “pasador”, un mediador a una cultura. Las “disciplinas escolares” sonconstrucciones sociales provisionales, son elecciones decisivas que dan testimonio delperfil de hombre y de sociedad que se quiere preparar. El criterio debería ser
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