Gazeta Antropologica
mauina19 de Septiembre de 2013
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Gazeta de Antropología
Gazeta de Antropología, 2004, 20, artículo 18 • http://hdl.handle.net/10481/7269
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Publicado: 2004-07
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Desanudando el lío de la identidad nacional en Venezuela
Straightening out the national identity of Venezuela
Johnny Alarcón Puentes
Departamento de Ciencias Humanas, Unidad de Antropología. Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.
alarconpuentes@cantv.net
RESUMEN
El siguiente trabajo intenta clarificar algunos aspectos esenciales de la construcción de la llamada identidad nacional venezolana en el transcurrir histórico. Para ello analizamos las bases de nuestra con-formación identitaria que comienza con un proyecto fraguado desde la capital político-administrativa del país, luego de la independencia (1811). A partir de ese momento se impusieron paulatinamente una serie de pautas y valores culturales a toda la nación como criterio único que definían nuestra identidad. Hemos concluido que lo que conocemos como identidad nacional es solo un grupo de pautas culturales de algunas regiones específicas y que han sido extrapoladas, por el capricho de una élite política, a todo el país. En esta identidad no se toma como punto de partida la heterogeneidad social y cultural de Venezuela, por el contrario, se la niega.
ABSTRACT
This article tries to clarify some essential aspects of the so-called national identity of Venezuelans, observed over the course of the time. To do so, the root of our identity process has been analysed, starting from a project from the Venezuelan political-administrative capital, after independence in 1811. Since then, a range of cultural guidelines and moral values gradually started to prevail in the nation, as the only way to define our identity. We concluded that what is considered as national identity is only a group of cultural guidelines of some regions, extrapolated, following the whim of a political elite, and then imposed on the whole country. We hold that this identity is not founded on the social and cultural heterogeneity of Venezuela; on the contrary, this heterogeneity is denied.
PALABRAS CLAVE | KEYWORDS
identidad nacional | posmodernidad | modernidad | globalización | cultura | national identity | Postmodernity | Modernity | globalization | culture
Introducción
Este trabajo representa una visión contrapuesta a lo que comúnmente manejamos sobre identidad. En el texto se concibe el proceso de construcción de identidades partiendo de las particularidades existentes en cada espacio societario. Para ello analizamos la raíz del fenómeno que se remite a la conformación nacional luego de la Independencia. Observamos cómo en ese período comienzan a im/ponerse una serie de valores y pautas culturales a todo el país como si ellas reflejaran su totalidad, negando de esta manera los desarrollos culturales particulares y bien diferenciados de cada región.
En una segunda parte, se abordan los planteamientos de la posmodernidad con su crítica a los modelos universales y desarrollos culturales unilineales que han alentado la perspectiva del reconocimiento a la diferencia. La globalización es tomada como fenómeno que unifica, pero que a la vez re-vitaliza la diferencia en la medida que se hace más impositiva.
Por último, se concluye que toda elucubración teórica sobre la identidad debe sustentarse en las características específicas de cada espacio social. En estos términos la identidad nacional debe pasar primero por la asunción de la pluralidad y buscar puntos de enlaces para re-definir así el ámbito general.
Nacionalismo e identidad
Venezuela es un pueblo sumamente rico en manifestaciones culturales. Cada región,por ejemplo, tiene una serie de características que los identifican y distinguen del resto de los venezolanos, identidad que a su vez adquiere significados diferentes en las distintas localidades que conforman cada entidad. Los particularismos locales no impiden que los pobladores se identifiquen genéricamente con unos determinados valores, a pesar de que haya elementos culturales específicos muy arraigados que no trascienden las fronteras de esa sociedad. Eso no significa que estén aislados del resto del colectivo, sino que tienen una identidad local que se refleja en el todo cultural de una región más amplia, ya que la identidad regional se construye con la conjunción de muchos particularismos locales.
Lo que se reconoce hoy como identidad nacional no es el proceso lento y progresivo de construcción de unos determinados símbolos que nos representen en totalidad como país, sino un cúmulo de pautas de distintos espacios regionales que han sido generalizadas al resto de la población, desde los distintos centros de poder hegemónicos, en diferentes tiempos históricos. Con el proceso independentista se llevó a cabo el segundo intento (1) por acallar las voces de la diferencia. El proyecto de unidad nacional liderado por el mantuanaje caraqueño no fue más que la expresión de la homogeneización cultural que negaba la diferencia y restringía los particularismos regionales en favor de la centralización. Se establece toda una estructura práctica y teórica para reafirmar una identidad nacional. Como plantea Nelly Arenas: "Cada unidad nacional produjo, con miras a cohesionar con sentido particularista su población, símbolos, cultos a héroes, fiestas patrias, etc." (1997: 147). En Venezuela la élite -en distintos tiempos históricos- recurrió a inventar e imponer una tipo de música, vestimenta, héroes, himno, bandera y escudo con los cuales, supuestamente, debían estar identificados todos los venezolanos.
Es así como la concepción de nación nacida de la modernidad se fundamenta en el hecho de que se comparte una misma cultura y, por consiguiente, una misma identidad y que solo se aprecia la diferencia con respecto a otras naciones, pero no a lo interno. Allí se desconoce la diversidad y se imponen elementos unificadores que conducen a la ansiada igualdad nacional. Como expresa Roger Chartier "La creación (o recreación) de Estados nacionales trae consigo procesos de invención del pasado y de la identidad" (2000: 2). Debido a la pluralidad cultural, económica y social existente en el territorio se produce la destrucción del mosaico cultural y se refuerza la centralización del poder económico y político, pues precisamente la realidad histórica del siglo XIX no permite una unificación nacional por las especificidades y particularismos regionales del territorio que se va a llamar Venezuela, por ello se recurre a inventarla. En este sentido, la identidad es una construcción que se da por efectos del poder que genera un grupo al tomar las riendas del estado. Por consiguiente, el estado se reservó el predominio para delinear la identidad nacional, pero como plantea Jorge Klor de Alva "... no se le puede permitir al Estado que subvencione la continuidad de diferencias culturales, ya que éstas tienen que regresar a ser algo privado, voluntario, y dependiente de la voluntad colectiva de los practicantes" (1995: 138). La identidad inserta en el plano de las diferencias no puede ser una construcción impuesta por un sector social y transferida como una mercancía al resto de la sociedad.
El estado moderno en Venezuela construyó una identidad que servía para homogeneizar y aglutinar todo un territorio bajo unos parámetros convenientes para la élite en el poder. Es entonces cuando se apela a un pasado en común, a una historia y tradiciones compartidas y, además, a la existencia de una lengua unificadora. Pero esa historia tan solo se remonta hasta la independencia, dando toda una experiencia simbólica que permite expresar unos mitos patrios o heroicos. La Independencia y Bolívar se transformaron en los mitos de origen de la nacionalidad venezolana, mitos que costaron en afianzarse en el siglo XIX por la diversidad cultural y la dinámica socio-económica de las distintas regiones. Es por ello que Chartier plantea que "enfrentamos un problema más profundo y acaso más difícil: la fabricación de mitos históricos destinados a construir y/o consolidar identidades" (2000: 1).
La identidad nacional se trasformó en un dogma incuestionable como los postulados bíblicos defendidos por sus exegetas. Fue una identidad nacional manipulada para justificar la unidad político-económica de un territorio. Lo único que se buscaba era darle un borrón a los regionalismos, a las etnias indígenas, a las comunidades afroamericanas y a todo lo que oliera a diferencia, pues todo aquello le hacía daño al proyecto de la modernidad ligado a las premisas de la ilustración que tenían como base el progreso, el desarrollo, la igualdad, la libertad de comercio, etc. Entonces las raíces del problema de la identidad en la actualidad, nos llevan indiscutiblemente a la manera como a partir de 1811 se asumió la modernidad en el país.
En estos momentos en los cuales se encuentra en boga el tema de la identidad ya que políticos, comunicadores sociales, académicos, culturólogos, hablan de crisis y del rescate de la identidad, planificándose estrategias para reencontrarnos con la identidad nacional perdida, se hace necesario puntualizar qué es lo que se encuentra en crisis y qué se pretende rescatar, pues es una verdad de Perogrullo que lo que nos han vendido e impuesto por identidad venezolana es una gran simulación digna del cine de oro mejicano. Esa identidad nacional no puede salir incólume del descrédito en que se ha sumido por las tergiversaciones conscientes e inconscientes
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