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HISTORIA CONTEMPORANEA

TAMGO19781Informe2 de Abril de 2013

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HISTORIA CONTEMPORANEA

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Las potencias autocráticas

y los movimientos

emancipadores

EL IMPERIO OTOMANO Y SERVIA, GRECIA Y EGIPTO

En el extremo sudoriental de Europa, el imperio otomano seguía constituyendo una

formidable potencia que no habían podido abatir las reiteradas ofensivas de Austria y Rusia.

Su dominio sobre los Balcanes era aparentemente sólido, porque el poder del estado otomano

ahogaba cualquier signo de insurrección. Empero, la rebelión estaba latente en esa región por

la violenta hostilidad que conservaban algunos grupos que, por su tradición nacional y su fe

religiosa, se mantenían aglutinados y diferenciados de los turcos dominantes.

A principios del siglo lux, los servios se habían sublevado contra el sultán y habían sido

vencidos; pero en 1815 tuvieron mejor suerte y lograron derrotar a las fuerzas turcas,

circunstancia que obligó al imperio otomano a reconocer su autonomía, sobre todo por el

temor de una intervención de Rusia, libre ya de la zozobra que le causaba Napoleón.

Movidos por idénticos ideales, los griegos se sublevaron en 1821 y desencadenaron una guerra

cruel en la que, por ambas partes, abundaron las matanzas despiadadas. Con todo, los

insurrectos no pudieron contrarrestar el poderío militar de los turcos y parecían vencidos

cuando, en 1827, comenzaron a recibir la ayuda de los países occidentales. Respondiendo a la

corriente de opinión que había llevado a Grecia a muchos voluntarios —al poeta Byron entre

ellos— los gobiernos de Rusia, Francia e Inglaterra enviaron fuerzas militares para poner fin al

conflicto y asegurar la independencia griega. Destruida la flota turca en Navarino, las fuerzas

terrestres del sultán fueron vencidas en Andrinópolis por el ejército ruso, de modo que el

gobierno de la Puerta solicitó la paz y firmó el tratado de Andrinópolis en 1829, por el que

reconocía la independencia de Grecia.

Poco tiempo después se suscitó un conflicto interno de resultas del cual Egipto quedó

separado de Turquía. El imperio otomano se disgregaba, y aunque no podría atribuirse la

aparición de las nuevas nacionalidades a la influencia de los movimientos liberales, lo cierto es

que resultó en cierto modo de las condiciones políticas que esos movimientos crearon en

Europa. Por otra parte, el nuevo mapa que se dibujaba en los Balcanes correspondía al juego

de fuerzas que se había establecido entre las grandes potencias, pues tanto Francia e Inglaterra

como Austria y Rusia aspiraban a recoger, parcial o totalmente, la influencia que antes ejercía

el gobierno turco. Sólo se opondrían a esos deseos los choques de unos intereses con otros, y el

creciente desarrollo del nacionalismo, que floreció en la cuenca oriental del Mediterráneo de la

misma manera que en el occidente de Europa.

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HISTORIA CONTEMPORANEA – Los antecedentes del conflicto de 1914

LAS ALIANZAS INTERNACIONALES

Para lograr sus propósitos, Alemania había procurado crear una densa red de alianzas que le

permitieran estar a cubierto de sorpresas diplomáticas y militares. Poco después de

constituido el imperio, procuró establecer una unión de los tres emperadores —de Alemania,

Austria y Rusia— pero este plan fracasó, quedando reducido a una alianza de Alemania y

Austria. Poco después, cuando Italia vio frustradas sus aspiraciones coloniales, se unió a

aquellos imperios en 1882 y se constituyó así la llamada Triple Alianza, que pareció un

instrumento poderosísimo para la conquista del predominio de Europa.

Desgraciadamente para Alemania, sus planes de expansión quedaron demasiado a las claras

por obra de la irreflexiva actitud del kaiser Guillermo II, cuya falta de tacto diplomático

empujó a Rusia a un entendimiento con Francia. Este vínculo quedó sólidamente forjado en

1894, como consecuencia de los fundados temores que concibió Rusia acerca de la política de

los imperios centrales en los Balcanes; y cuando Alemania se lanzó a una política revisionista

en materia colonial, Inglaterra comenzó a temer sus resultados y a acercarse a Francia, aun sin

apartarse abiertamente de Alemania, con cuya casa real estaba emparentada la de Inglaterra.

Así, en 1907, quedaron dibujadas dos líneas políticas, al oponerse a la Triple Alianza la Triple

Entente. No quedaba a las potencias menores sino optar por uno u otro bloque, y esta elección

era fácil según el conjunto de los intereses y posibilidades de cada uno de los países. Así, la

hostilidad contra Austria que caracterizaba a los servios, los empujó a un entendimiento con

Rusia y Francia; Bulgaria y Turquía, en cambio, estaban decididos a favor de los imperios

centrales, y fue muy reducido el número de los estados que, como España, trataban de

mantenerse neutrales en el inminente conflicto.

HISTORIA CONTEMPORANEA – Los antecedentes del conflicto de 1914

Durante los años que precedieron al estallido de la guerra de 1914, Europa se preparó para la

guerra. La preparación se llevó a cabo en todos los terrenos: diplomático, político, económico,

militar, y sobre todo en cuanto se refiere a la opinión pública. La idea de que la guerra era

inevitable se había hecho una convicción arraigada; pero si era inevitable, fue precisamente

porque no se había dejado de dar ningún paso de los que debían conducir fatalmente a ella.

HISTORIA CONTEMPORANEA – Los antecedentes del conflicto de 1914

LA LUCHA ECONOMICA Y EL IMPERIALISMO

El hecho decisivo en la preparación de la primera guerra mundial es la aparición de Alemania

como potencia de primer orden en el ámbito europeo. Este hecho se produjo no sólo como

consecuencia de sus victorias en 1870, sino también como resultado de la organización del

imperio a partir del año siguiente, y se manifestó en un doble plano; porque no sólo adquirió

entonces categoría de primera potencia militar del continente, sino que llegó a ser en muy

poco tiempo una potencia económica de grado similar al de las más poderosas de la época.

Como potencia económica, Alemania se caracterizó por su rápida transformación en país

industrial, productor y exportador. Como tal, aspiró a conseguir mercados y se resolvió a

luchar por su conquista contra quienes los poseían y controlaban: hubo así una guerra de

precios y de influencias que precedió a la lucha militar. Pero además, las condiciones

demográficas, las necesidades de materias primas y las exigencias en materia de

comunicaciones parecían obligar a Alemania a modificar el statu quo mundial si no quería

resignarse a una situación de inferioridad, especialmente frente a Francia e Inglaterra. Esta

circunstancia llevó a Alemania a entrar —respaldada por su inmensa potencialidad militar—

en la lucha imperialista que mantenían por entonces las principales potencias europeas.

La conquista de los mercados significó para Alemania algunos triunfos satisfactorios. Su

producción industrial se caracterizó por su excelente calidad y su bajo precio, y a causa de ello

Alemania consiguió imponerse en la competencia en muchos lugares, hasta llegar a alarmar a

Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. En cuanto al problema colonial, exigió pacíficamente

algunos territorios, compró otros y procuró rever la situación creada en algunas zonas,

especialmente en Africa. Respecto al control de las vías de comunicación, sus planes se

orientaron hacia una coincidencia con los objetivos austro-húngaros, que consistían en

asegurar para los imperios centrales el control de las rutas balcánicas y, por ese medio, el

acceso al cercano Oriente. En todos los casos, las aspiraciones alemanas chocaban

principalmente con Inglaterra, a pesar de que la opinión general se empeñaba en atribuir

importancia fundamental al conflicto político y territorial entre Alemania y Francia.

HISTORIA CONTEMPORANEA – Los antecedentes del conflicto de 1914

EL MILITARISMO Y LA PAZ ARMADA

Dentro de su sistema de ideas y de acuerdo con su plan político, Alemania tenía que apoyar

sus aspiraciones en un poderoso aparato militar. Ya la guerra de 1870 había probado su

capacidad para crear, organizar y poner en funcionamiento una poderosa máquina de guerra.

Esta tendencia no se detuvo, sino que por el contrario se acentuó cuando Alemania contó con

mayores recursos. Prácticamente, todos aquellos con que contaba se orientaron principalmente

para servir al ejército, que, por lo demás, gozaba en el país de un extraordinario prestigio.

En efecto, según la tradición prusiana, el ejército fue en Alemania la más importante

institución del país. A ella pertenecían los hombres más significativos e influyentes, y su

intervención en la vida política era decisiva. Además, la población toda participaba de la

preparación militar y se enorgullecía de ello; de modo que la guerra estaba

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