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INTERCULTURALIDAD, IDENTIDAD Y EQUIDAD DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN

Sandra Mireya Sahagún CastellanosResumen13 de Agosto de 2021

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INTERCULTURALIDAD, IDENTIDAD Y EQUIDAD DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN

Autor: Medardo Renán Sarchi Sarchi

Correo Electrónico: cenemilecuador2@hotmail.com

Institución: Cenemil

INTRODUCCIÓN

La equidad de género e interculturalidad son dos categorías sociales que han provocado preocupación en el ámbito educativo, debido a que deben ser incluidas dentro de la formación integral de los seres humanos. El género es una construcción social que permite diferenciar a los seres humanos de acuerdo al contexto en que se desarrollan; es así como determina rasgos de identidad y origina la aparición de estereotipos que influyen directamente en el desenvolvimiento de las mujeres y los hombres. Por otro lado la interculturalidad marca identidades culturales diversas que requieren de especial atención en un intento por permitir que se mantengan tradiciones y costumbres ancestrales combinadas con los cambios de la sociedad actual. Es por esto tan importante planificar con enfoque de género e interculturalidad , considerando y adecuando los momentos de la planificación para que esta nos permita estructurar acciones tendientes a una educación de calidad y calidez que es el objetivo primordial de toda institución y en general de la práctica docente. Es así como la educación debe fundamentarse en primer lugar en sustentos teóricos que busquen fomentar la equidad e inclusión; es por esto que en la Constitución del Ecuador del 2008 y en el Plan Nacional del Buen Vivir se busca acoplar los procesos institucionales a la realidad para que en todos los ámbitos se incluyan los ámbitos mencionados. Todas las instituciones educativas ecuatorianas actualmente deben ser inclusivas y esto se puede lograr únicamente a través de una adecuada planificación.

DESARROLLO

El género es un estado que nos permite diferenciarnos como hombres y mujeres, el cual marca nuestro comportamiento y manera de interactuar dentro

del ambiente en el cual nos desarrollamos. También puede afirmarse que la identidad se relaciona con la pertenencia real y subjetiva a la clase, la comunidad, ámbito de intereses, edad.

Por otro lado, la identidad de género es la manera cómo nos sentimos respecto a nuestro género: femenino o masculino y la manera cómo lo manifestamos de manera indistinta a nuestros órganos sexuales, se encuentra estrechamente vinculado a las creencias y comportamientos. Es decir, la identidad de género es la conciencia que permite a la persona sentir pertenencia hacia lo femenino o masculino.

Como se dijera anteriormente, la identidad de género puede estar dividida en lo femenino y lo masculino, respecto a lo femenino la identidad está formada por: la ideología, la conciencia de sí misma y el mundo, los límites como persona y en su conocimiento.

La identidad femenina se forma a partir de factores como: edad, interrelación social, costumbres, tradiciones, nivel de vida, acceso a bienes, lengua, religión, entre otros, puede decirse que la identidad femenina es también llamada feminidad.

Sin embargo, aunque parezca contradictorio las características de la feminidad son asignadas de manera patriarcal asumiendo que estas son naturales e inherentes al género establecido para la mujer. Es por este motivo que cuando una mujer sale de los parámetros establecidos de manera rígida por la sociedad se las define como: equívocas, malas mujeres, enfermas, entre otras formas de llamarlas.

Entiéndase la inclusión del enfoque de género como la apertura de oportunidades para que hombres y mujeres participen de manera equitativa en todos los ámbitos del desarrollo nacional. Por otro lado, la interculturalidad implica la interacción que debe producirse entre dos o más culturas de manera horizontal y sinérgica generando una convivencia armónica y pacífica.

En el año 2008 se aprobó en Ecuador mediante un referéndum aprobatorio la actual Constitución de la República, considerando como punto fundamental el impulso del Buen Vivir, también llamado Sumak Kawsay. Esto significó el inicio de un nuevo proceso de desarrollo en nuestro país, en que los/las ciudadanos/as adquirimos como compromiso buscar el bien común a través del trabajo mancomunado y el respeto a los derechos que como mujeres y hombres tenemos ante la ley.

Como parte de este proceso se incluyeron dentro de la redacción constitucional varios criterios tendientes a lograr la equidad e inclusión en todos los aspectos del desarrollo del estado ecuatoriano.

A través de toda la Constitución del Ecuador vigente, se encuentran referencias como, el Art. 11, literal 2: “Todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades. Nadie podrá ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género, identidad cultural, estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, pasado judicial, condición socio – económica, condición migratoria, orientación sexual, estado de salud, porta VIH, discapacidad, diferencia física; ni por cualquier otra distinción, personal o colectiva, temporal o permanente, que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos. La ley sancionará toda forma de discriminación.”

En el artículo presentado se puede ver que no debe existir discriminación y que esta será sancionada, aplicándose este principio de manera general al Estado ecuatoriano, inclusive al ámbito educativo; sin embargo, puede evidenciarse que aún en la actualidad los/las estudiantes, bachilleres y profesionales mantienen estereotipos de género en sus actuaciones.

En conclusión, a raíz de la promulgación de la Constitución del 2008 se buscó incorporar las perspectivas de género e interculturalidad en la sociedad ecuatoriana, considerando que nuestro país es un Estado pluriétnico y

multicultural por lo que se decidió dar atención a la diversidad que conforma nuestro país.

Al analizar lo anterior puede decirse que la educación es una actividad indispensable en el desarrollo de los pueblos, determina su avance o fracaso y; por lo tanto, debe contar con una planificación enrumbada a la búsqueda del éxito de todos sus integrantes, en especial, de los educandos.

Al hablar del ámbito educativo; definitivamente la planificación debe ser el punto de partida y por lo tanto es necesario definirla, en este contexto Cristina Mochales (2007) expresa: “Planificar es modificar un problema o una situación insatisfactoria. Planificar es diagnosticar el presente para modificarlo y obtener mejores resultados en un futuro próximo…ayuda a ver el futuro a través de la racionalidad…”

Basándose en lo anterior, se puede decir que al aplicar la planificación en las actividades educativas estamos preparando el futuro de la institución y en general visionamos los resultados que deseamos, preparándonos durante todo el proceso para que estos sean satisfactorios.

Debemos también entonces, reconocer en qué momento se inicia la inserción del género en la planificación, y se puede determinar que desde épocas anteriores e incluso en la actualidad los estereotipos de género existentes entre los participantes del proceso educativo colocan en desventaja a las mujeres, aunque ya se puede hablar de una normativa que al menos intenta de manera indirecta dirigir el enfoque de género necesario en toda institución.

Desde este punto de vista, es necesario partir de la premisa de que la población educativa es heterogénea y se debe tomar en consideración esta condición, pues se deben analizar las necesidades, expectativas y propuestas de ambos géneros para evitar que las políticas, planes y proyectos sean excluyentes. Por tanto la planificación con perspectiva de género debe ser: democrática, equitativa, incluyente, participativa y con visión a utilizar de una manera racional los recursos para la sociedad en general.

Hablando desde el punto de vista de interculturalidad; debe recordarse que Ecuador es un país con cerca de 50 comunidades indígenas que se suman a la población mestiza y afrodescendiente en general; es por esto necesario que dentro de la planificación educativa se consideren estas diferencias, de tal manera que se alcance el objetivo de una educación inclusiva y respetuosa de las costumbres y tradiciones propias de cada nación.

Tomando en consideración lo anteriormente expuesto se debe reconocer que el enfoque de género debe ser incluido en cada uno de los momentos de la planificación, pues no significa únicamente añadir el componente femenino, de igualdad de género o interculturalidad en los planes, programas y proyectos, es en realidad un proceso que incluye las experiencias, conocimientos e intereses de todos los actores de la educación, convirtiéndolos en sujetos de desarrollo.

Desde esta perspectiva, el primer momento de la planificación estratégica educativa que es el explicativo, define la problemática intra, inter y extra institucional, tomando en cuenta aquello que quiere lograrse, el contexto interno y externo donde se lo hará, los actores, factores y acciones y las posibles consecuencias; es decir, fundamenta el diseño de la planificación en general.

En base a lo mencionado, se debe partir de un análisis y definición del diagnóstico que permita establecer lo que se desea para determinar acciones, desde este momento se requiere partir del grupo educativo como un conjunto heterogéneo de hombres y mujeres que cuentan con influencia del ambiente social, étnico, económico entre otros.

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