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Ingeniero


Enviado por   •  15 de Agosto de 2013  •  1.445 Palabras (6 Páginas)  •  207 Visitas

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Fragmento de Amerigo Vespucci, un nombre para el Nuevo Mundo.

De Consuelo Varela Bueno

Capítulo V: El nombre de América

El destino, o una fatalidad, quiso que el nombre de Amerigo fuera con el que se conociera para siempre el Nuevo Continente descubierto por Cristóbal Colón.

La historia, rocambolesca, es la siguiente. En el corazón de la Lorena, y bajo la protección de su duque Renato II, existía de antiguo un monasterio llamado Saint-Dié, cuyos canónigos compartían el rezo y los cánticos sagrados con la afición de amanuenses; excelentes copistas y buenos cartógrafos, transcribían con entusiasmo cuantos papeles importantes caían en sus manos. Tenían, además, una pequeña imprenta de cuyos tórculos saldrían cada año ediciones de obras señeras. A aquella imprenta llegó un buen día un clérigo que había estudiado en la universidad de Friburgo y cuyo oficio era el de dibujante y cartógrafo, además de corrector de pruebas. Se llamaba Martin Waldseemüller.

En el año de 1507 estaban todos en Saint-Dié preparando una nueva edición, a ser posible más fiable que las anteriores, de la Geografía de Ptolomeo. En esto llegó a manos del duque un ejemplar de la carta de Amerigo a Soderini, conteniendo los relatos de sus cuatro viajes y un mapa en el que estaban dibujadas las regiones recién descubiertas por Amerigo, los portugueses y los españoles. Al punto entregó Renato al monasterio su ejemplar. El entusiasmo de los canónigos, que ya conocían otro escrito del florentino, el Mundus Novus, fue inmenso. Tanto que abandonaron la idea de imprimir el Ptolomeo para dedicarse por entero a la edición de este texto. El poeta Jean Basin de Saudaucourt se apresuró a traducir al latín el texto de la carta de Amerigo, que estaba en francés, y Matías Rigmann, que ya había publicado un poema inspirado en el Mundus Novus, se dedicó a preparar una introducción a la cosmografía que la carta de Amerigo exponía. Por su parte, Waldseemüller sería el encargado de confeccionar el mapa del Nuevo Mundo. El equipo estaba dispuesto a preparar un librito que iba a representar una nueva geografía y que iba a anunciar al mundo el conocimiento de un nuevo continente.

Nada tiene de extraño que un texto de Amerigo, o del «pseudo-Amerigo» apareciera en el centro de Francia y en francés. Por entonces diversas versiones de cartas manuscritas relatando los viajes del florentino circulaban con relativa facilidad. En 1507, la carta a Soderini, publicada en 1504, era ya conocida en todas partes y, dado lo caro de las primeras impresiones, es lógico que se hicieran copias a mano mucho más baratas que los príncipes las solicitaran. Así se explica que el ejemplar que pertenecía a Renato estuviera a él dirigido, aunque nunca se conocieron el duque y el nauta, al igual que otro ejemplar apareciera dedicado a Fernando el Católico.

Por fin, el 25 de abril de 1507 salía de las prensas de Saint-Dié el ansiado libro con el título de Cosmographiae Introductio. Acompañando al texto se incorporaban un planisferio y una especie de recortable, que, pegado sobre una esfera, daría la exacta idea del globo terrestre. Como señala G. Arciniegas, el modelo era ni más ni menos que el mismo que hizo Amerigo Vespucci cuando entregó al Popolano «una figura plana y un mapamundo de cuerpo esférico, preparado con mis manos». Tras un poema introductorio en el que hábilmente se anuncia la mercancía —«Como la fama, testigo locuaz, dice que las cosas nuevas agradan. Aquí tienes, lector, novedades que buscan agradar. En este librito de Amerigo veréis las regiones descubiertas y las costumbres de sus gentes»—, la Cosmographiae Introductio se compone de un prólogo, un epílogo y nueve breves capítulos.

En el último capítulo aparece el texto que hizo famoso al florentino: «Mas ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Americus Vesputius (como se verá por lo que sigue), no veo razón para que no la llamemos América, es decir, la tierra de Americus, por Americus su descubridor, hombre de sagaz ingenio, así como Europa y Asia recibieron ya sus nombres de mujeres». Al margen de este pasaje se colocó una nota que simplemente decía América.

Lo que entra por los ojos son, sin duda, los dibujos, los mapas, y por ello la divulgación del nombre de América se debió, más que al texto impreso de la

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