LA CALIDAD NO CUENTA RESUMEN
maerjigo3 de Julio de 2013
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Prefacio
He aprendido a llevar conmigo mi máquina de escribir siempre que viajo. Alquilarla
tiene sus inconvenientes y en el mejor de los casos no resulta confiable.
Documentar la máquina con el equipaje no es recomendable. Las máquinas de
escribir portátiles no están diseñadas para resistir el trato que se les da a las maletas.
Las máquinas que sí están hechas para sobrevivir este sistema son demasiado
pesadas.
Naturalmente el compañero de viaje pregunta si uno es escritor. Si uno en
realidad es escritor, con sólo decir que sí, se establecerá una interesante conversación
durante el viaje. Sin embargo, nunca me he considerado escritor. Me considero
un gerente profesional que se comunica a través de muchos medios; uno
de ellos es escribiendo.
Esto puede parecer una diferencia pequeña en cuanto a significado, pero en
realidad es más que eso. Se pretende intentar explicar las cosas de manera que
otros las puedan entender. La lucha de mi vida ha sido tratar de ofrecer conceptos
en un contexto atractivo para que siquiera los tome en cuenta mi auditorio.
Algunos de estos conceptos han sido aceptados, pero, por lo general, varios años
después que empezara a desarrollarlos. Esto resulta justo, dado que concebirlos
toma muchos años.
Yo no nací gerente; mi familia siempre se imaginó que me dedicaría a la medicina.
Mi padre era podólogo; mi tío era médico y todo mi entorno compartía
de una forma u otra el campo de la medicina. Crecí suponiendo que yo también
entraría a este campo.
No es mi intención relatar la historia de mi vida; el lector se quedaría dormido
antes de llegar al final de la página. No contaré la historia de mi vida, pero sí
hay cosas que quiero relatar. Empecé en el nivel más bajo de la profesión y he
desempeñado todos y cada uno de los puestos en mi carrera de ascenso. Inspector,
encargado de pruebas, asistente de supervisor, ingeniero júnior, ingeniero
de confiabilidad, ingeniero de grupo, jefe de sección, gerente, director, vicepre8
PREFACIO
sidente corporativo —todos —. Esto me ha dado una educación del tipo llamado
"llenarse las uñas de tierra", la cual no hubiera recibido si el destino me hubiera
dado parientes que veneraban al dios de la ingeniería o de la contabilidad.
Debido a estas experiencias, tiendo a ver las cosas en los mismos términos que
quienes finalmente harán el trabajo. Veo en los conceptos y su implantación,
asuntos que incumben a las personas. De vez en cuando, doy una ojeada al futuro,
lo suficiente para saber qué será aceptado y qué será ignorado. Al preparar
este libro, he pretendido enfatizar las acciones prácticas que se requieren para
comunicar procesos y conceptos de tal forma que produzcan resultados.
Este libro me absorbió mucho tiempo escribirlo. Gran parte del material que
reuní durante varios años ha sido descartado. El cuadro de madurez y el concepto
de "Asegurar" (actuar con certeza) son nuevas aportaciones. Ambos programas
son únicos, baratos y de manera asombrosa eficaces. Si usted no se puede
comunicar con la dirección utilizando el Cuadro de Madurez y con la gente
usando el concepto "Asegurar", entonces, usted tiene un problema tan grande
que no podrá ser ayudado por este pequeño libro. No es un problema de la
compañía; es un problema de comprensión.
Mi equipo ha sido muy paciente conmigo durante la preparación de este material.
Mi secretaria, Virginia Brauneck, ha batallado para traducir al inglés mi
torpe mecanografía. Alternando entre refunfuñones y risas, puso mucho de sí
misma en este trabajo. Le estoy muy agradecido.
Mis jefes me animaron con sus comentarios e interés. No todas las corporaciones
pueden imaginar a uno de sus altos ejecutivos sentado solo por las noches
en un cuarto de hotel tecleando sobre una máquina de escribir portátil. Mi
empresa reconoce que la comunicación es el vehículo que hace a nuestra sociedad
funcionar o estancarse.
Más personas de las que puedo nombrar me han ayudado a lo largo de estos
veinticinco años. Tres de ellas han muerto ya. Fueron muy especiales para mí y
me gustaría recordar públicamente a Tom Willey, Jim Halpin y Murray Hack.
Y desde luego, a la familia Crosby: Shirley, Phylis, Philip y Kathy. Siempre
me han brindado su comprensión y me quieren a pesar de todo.
Espero que usted lea los tres primeros capítulos en orden. Tendrán más sentido
si lo hace así. Luego podrá leer en el orden que guste. Después de todo, éste es
su libro.
Philip B. Crosby
JOHN'S ISLAND, FLORIDA
PRIMERA PARTE
La Comprensión
La calidad no cuesta. No es un regalo, pero es gratuita. Lo que cuesta dinero son
las cosas que no tienen calidad —todas las acciones que resultan de no hacer
bien las cosas a la primera vez.
La calidad no sólo no cuesta, sino que es una auténtica generadora de utilidades.
Cada peso que se deja de gastar en hacer las cosas mal, hacerlas de nuevo o en lugar
de otras, se convierte en medio peso directamente en las utilidades. En estos
días en que "nadie sabe lo que va a suceder mañana con nuestro negocio", no
quedan muchas formas de incrementar las utilidades. Si usted se concentra en
asegurar la calidad, probablemente podrá incrementar sus utilidades en un 5% a
un 10% sobre sus ventas. Esto es mucho dinero que no le cuesta.
Este libro trata del arte de asegurar la calidad. Los gerentes de cualquier operación
o función pueden tomar ciertas medidas prácticas, no técnicas, para mejorar la calidad
de ésta. Pueden prevenir esos errores en la programación de computadoras;
esos tornillos barridos; esos bistés fríos; esos paquetes extraviados; esas cuentas
equivocadas. Todas las formas, medios y conceptos para asegurar la calidad se
presentan en este libro.
1
Asegurar la Calidad
¿Qué significa "asegurar la calidad"? "Hacer que la gente haga mejor todas las
cosas importantes que de cualquier forma tiene que hacer" no es una mala definición.
"Gente" incluye tanto a la alta dirección como a los niveles más bajos de
la organización. Después de todo, parte del trabajo de la alta dirección es asegurarse
de que todas las funciones administrativas tengan la oportunidad de desempeñar
rus responsabilidades. El problema consiste, desde luego, en que todo
aquel que llega a un puesto de alta dirección, llega allí haciendo carrera en una
división tal como finanzas o ingeniería, la cual tiene una función específica y limitada,
por lo que esta persona puede tener o no sus ideas sobre el concepto
global de calidad. Los altos directivos pueden o no darse cuenta de lo que es necesario
hacer para lograr calidad. O peor aún, pueden sentir, aunque estén
equivocados, que sí entienden lo que debe hacerse. Estos directivos son los que
causan el mayor daño.
Le corresponde al directivo profesional de la calidad asumir la responsabilidad
de instruir a la alta dirección sobre ésta parte de su trabajo. No es necesario
ser extremadamente inteligente o valiente para lograrlo; solamente se necesita
ser capaz de explicarlo en términos que no se malentiendan.
Aquellos profesionales de cualquier rama que oscurecen sus explicaciones
utilizando terminología misteriosa, se perjudican a sí mismos y a sus profesiones.
Obtienen cierta satisfacción al constatar confusión en el rostro de sus superiores,
pero ésta confusión sólo hace más difícil el trabajo de todos.
Yo empecé en el campo de la calidad como técnico júnior, probando sistemas
de control de incendios para los aviones B-47. Sin ningún entrenamiento o
información, aprendí las sencillas tareas de ajuste y medición sin nunca haberme
realmente preguntado por qué se hacía todo esto.
De hecho, durante mis primeros cuatro o cinco años en trabajos de este tipo,
jamás se me ocurrió pensarlo. Pero entonces, tuve la oportunidad de familiarizarme
con conceptos y prácticas de confiabilidad. La mayoría de ellos eran
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complicados y expresados en matemáticas, pero me revelaron un elemento que
no se me había ocurrido con anterioridad: la prevención.
Esta idea me sugirió una posibilidad que nunca soñé que existiera: "¿Por qué
perder tanto tiempo buscando, componiendo y batallando, pudiéndose prevenir
el incidente desde un principio?"
El mundo entero parecía estar convencido de que la prevención —por lo menos
a gran escala— era muy deseable, pero por completo inalcanzable e impráctica.
Siempre se le hacía alusión como a una especie de sueño al estilo de las
perdidas minas de diamantes del Rey Salomón. He tenido largas y serias conversaciones
con personas sinceras. Y convencidas de que no hay forma de lograr calidad
a través de la prevención: "Los ingenieros no cooperarán." "No se puede
entrenar a los vendedores y, además son un tanto
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