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LA SABIDURIA DOCENTE Y EL SABER PEDAGOGICO


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2012  •  2.642 Palabras (11 Páginas)  •  885 Visitas

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LA SABIDURIA DOCENTE Y EL SABER CIENTIFICO PEDAGOGICO.

CONCEPTUALIZACION,TIPOS Y DIFERENCIAS.

En mi profesion es de suma importancia ser un buen observador ya que esto me sera de gran utilidad para que pueda registrar mis saberes docentes los cuales son de suma importancia por que de ellos depende el aprendizaje de mis alumnos.

El diario de campo nos sirve para recabar la informacion necesaria desde lafamilia de mis alumnos como su entomo social en el que se desenvuelven ya que esto me sirve para saber como solucionar los problemas que surgen en el salon de clases, la utilizacion del diario es desde el primer dia de clases para registrar como cada nino se desenvuelva en el primer dia de clases o cuando es de ingreso , si mis tecnicas y modo de trabajo funciona para que cada nino se interese por aprender.

El diario de campo nos ayuda mas que nada para poder observar nuestro trabajo, en el cual se recaba informacion que sera de gran utilidad

OBSERVACIÓN PARTICIPANTE Y DIARIO DE CAMPO EN EL TRABAJO DOCENTE.

Digamos para empezar que nuestra profesión se renueva esencialmente investigándola. Aunque los cursos de actualización docente pueden en algo nutrirla o animarla, lo cierto es que sólo cuando en verdad nos enfocamos a desentrañar sus redes de actuación, sólo ahí comienza un genuino proceso de transformación y cambio. Mientras que no sometamos nuestro quehacer de maestros a una pesquisa y sospecha investigativas, hasta que no nos dejemos conmover o desestabilizar por alguna pregunta o algún problema relacionado con la docencia, el aprendizaje, la formación o la didáctica, sólo hasta entonces cobraremos conciencia y entraremos a reformular o replantearnos lo que hacemos cotidianamente. Precisamente, el diario de campo es un dispositivo estratégico para registrar y al mismo tiempo reflexionar sobre la propia práctica docente.

El diario es esa escritura que llevamos al aula, bien cuando nos auto investigamos o cuando indagamos sobre algún colega, y que al momento de plasmar lo que hicimos o lo que vimos, al instante de escribirlo, entramos en una dinámica reconstructiva, en un estado para el reconocimiento. Porque una cosa es “dictar la clase”, “hacer un taller” y, otra bien distinta, recordar y poner en el papel aquello que se hizo o se observó.

En ese inte¬rregno pasan una infinidad de cosas y todas ellas generadas por la toma de distancia propia de la escritura. Una de esas cosas es el asombro. Al escri¬bir un hecho o una acción observada caemos en la cuenta de su justa valía, nos maravillamos o nos decepciona¬mos de ella, nos admiramos por su organización o sentimos el peso de la falta de norte. La escritura, al llevarse al diario, se convierte es un especie de espejo para nuestro mismo quehacer educativo. Nos devuelve a los ojos, en cámara lenta, lo que por el inmedia-tismo y el agite de todos los días, no alcanzamos a mirar o dejamos perder sin darnos cuenta.

Pero hay más: sabemos que los mejores diarios de campo no son úni-camente un espacio para el registro escueto, sino un lugar para reflexionar sobre eso mismo que consignamos. Por ende, la escritura convoca a la re-flexión. Para decirlo en una imagen, la reflexión es una especie de aserrín que va produciendo la escritura en la misma medida en que avanza recons-truyendo una actividad o reordenando un proceso. Con esas virutas o moro-nas, la escritura catapulta o impulsa la comprensión de los hechos, el alcance de una propuesta educativa. Hay una simbiosis interesante entre escritura y reflexión, cuando de investigar se trata: la primera alimenta a la segun¬da y ésta, a su vez, cuando se vuelve sistemática, dinamiza a la primera.

La mediación de la escritura impulsa a pensar mejor; la reflexión continuada, reclama la concreción en una escritu¬ra. Y allí, en el diario de campo, puede verse ese juego de mutua imantación, de recíproca influencia: la página de¬recha gobernada por la escritura que reconstruye y reedifica; la página iz¬quierda regida por la escritura que saca provecho de esa obra en cons¬trucción, de esas grafías y esos signos, para levantar un edificio radicalmente nuevo, una obra no de piedra docu¬mental sino de esa sustancia incorpó¬rea que llamamos razonamiento.

Precisamente, el diario de campo es un dispositivo estratégico para registrar y al mismo tiempo reflexionar sobre la propia práctica docente. La escritura, al llevarse al diario, se convierte es un especie de espejo para nuestro mismo quehacer educativo. Por ende, la escritura convoca a la re¬flexión.

En la practica educative el profesor es el mejor- interno del proceso enseñanza aprendizajeza utiliza tecnicas, y un instrumento de registro clasicos de la etnologia la observacion participante que el diario de campo.

Es ladescripcion detallada de acontecimientos y se basa en la observacion directa de la realidad

EI eje de la indagacion cientifica y la base para la observacion sistemas especulativos y especulares, si no un mayor rigor en la observacion segun :el planear,segun la cbservacion, los hombres al igualm que que lasociedadtoma conciencia :sentimental de ellos mismos y de su citaclon frente a otros.

BRUYUN SUGIERE 3 AXIOMAS PARA GUIAR EL TRABAJO DEL OBSERVADOR PARTICIPANTE.

AXIOMA 1: El observador comparte las actividades y sentimientos de la gente mediante una relación franca.

AXIOMA 2: El observador participante pasa a formar parte de la cultura y de la vida de la gente bajo observación.

AXIOMA 3: El papel del observador participante refleja el proceso social de la vida en sociedad.

- La investigación de la práctica educativa requiere del estudio teórico y práctico de los comportamientos sociales implicados en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

- Problematizar, pues supone plantearse interrogantes sobre el espacio y el tiempo en que se desarrolla el proceso de enseñanza - aprendizaje.

- Tres tipos de ideales o conceptos límites con los que se compara el punto de vista y la experiencia del trabajo docente.

• Primer ideal: describe alude al vínculo de dirección la relación maestro – alumno depende directamente de las iniciativas del maestro, quien asume todo el liderazgo.

• Segundo ideal: Constituye el vínculo analítico, en donde el coordinador se centra entre el grupo y la tarea.

• Tercer

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