La Bilbioteca Escolar
1611196219 de Noviembre de 2012
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PROCESOS PSICOLÓGICOS EN LA OPERACIÓN VASCONCELISTA
Para adentrarnos a la dinámica psicológica de la acción bibliotecaria que es objetivo central del presente documento, es necesario conocer el ideal de José Vasconcelos, principal reformista de la educación mexicana en el siglo XX, y pretender verlo desde una perspectiva más cercana a la historia educativa y la literatura a manera introductoria del campo psicológico.
Octavio Paz (1999) señalaba que la operación de castellanización vasconcelista era uno de los desafíos más grandes que ha tenido la educación en México en toda su historia, incluida la era prehispánica. La idea de la raza iberoamericana es todavía sujeto y objeto psicológicos en la conformación del currículum y reforma educativa que se ha perseguido desde la inauguración de la Secretaría de Educación Pública (SEP) desde su constitución en 1921. Carlos Ornelas (1995) relata que para Vasconcelos era “imprescindible la formación de ciudadanos que se encargaran del futuro de la conducción de la nación. Esos mexicanos debían ser conscientes de sus orígenes históricos y raciales además de poseer elementos de una cultura occidental que les proporcionara visiones y conceptos universales” (pg. 99).
La castellanización, entendido por el reformador como crisol demográfico, serviría para encumbrar la identidad social mexicana como el principal vértice de cambio y transformación de la sociedad, sin embargo, este idea no se antojaba en sencillo camino de logro. Las facultades de la alfabetización castellana estaban obligadas a unificar criterios de desarrollo en criollos, mestizos e indígenas, por lo tanto, en pleno ánimo católico – hispánico, Vasconcelos enarboló la bandera de la educación para la “raza cósmica”, es decir, la implacable homogeneidad a través del lenguaje masificado. Sin pretenderlo desde la psicología social, pero sí desde la lucha antagónica contra el positivismo, convirtió a los elementos societales, como el grupo, en fuentes de nutrición educativa para los habitantes más lejanos en los recónditos lugares del espacio territorial mexicano. Para Vasconcelos (1981, como se cita en Ornelas, 1995), la educación debía estar sentada en las bases de la conformación de hombres vastos de sí mismos y con exceso de energía para que fuesen autosuficientes, generosos, cultos y plenos de moral ciudadana (pg. 103), que en definitiva lo expone como una adelantado a su tiempo y al caudal de literatura psicológica que hoy define a este honroso esfuerzo como una educación integral enfocada en competencias.
En su obra, se rescata la necesidad de luchar contra la identidad escindida que alberga todo hispanoamericano. El combate abierto entre las ideología de las “dos Españas” debería resolverse a través de la educación, como lo mencionaba Paz en su libro “El laberinto de la soledad” (1999). La primera España es la medieval, conservadora y reaccionaria; mientras tanto, la segunda era abiertamente progresista y libertadora, a ella habría que refugiarse en el manto de la tradición literaria, “la natural consecuencia y fruto extremo del universalismo español, hijo del Renacimiento” (Paz, 1999, pg. 166).
Como señala la literatura mediática, los esfuerzos de Vasconcelos en lograr la
homologación de culturas en la era posrevolucionaria tendrían que ser primero culturales para dar paso a las materiales (Martín, 2010). La admiración que sostendría el reformista por las naciones civilizadas como Estados Unidos o Alemania se esgrimía en la total convicción que la educación habría llevado a la civilización histórica y con ello a la creación del primer mundo refinado y elegante. ¿Cuáles eran las estrategias para consolidar el proyecto educativo?: bajo la actuación de varias tácticas, entre ellas, las misiones culturales o las bibliotecas para todos los habitantes.
Entonces, ¿cómo entender, desde la psicología, la puesta en práctica de la castellanización con sus respectivas operaciones culturales en la introducción preescolar al mundo de la lectura?. La respuesta más oportuna proviene desde el desarrollo cognoscitivo y desde la teoría de grupos educativos.
Para empezar, es necesario advertir al lector, que durante los años del preescolar, que abarca el espectro de los tres a los seis años de edad, el dinamismo mental del infante está caracterizado de propiedades intelectuales no sofisticadas que le permiten al niño desplazarse por el mundo y tener una explicación, más o menos, viable para comprenderlo. Siguiendo las líneas piagetanas del desarrollo, Craig & Baucum (2009) exponen que el pensamiento es concreto, es decir, cimentado en las representaciones mentales que el niño pueda manipular, con una ausencia notable de madurez simbólica; es también irreversible porque sus esquemas de operación lógica, todavía ligadas a la expansión de las reacciones circulares terciarias, le impiden razonar en formas multidireccionales, es decir, invertir y revertir la conservación de un orden lógico y sustancial de hechos y elementos; es centrada su cognición, pues sólo procesa con cierto dominio la clasificación de objetos, pero no su correspondiente categorización; pero aún más importante se delata la presencia del pensamiento egocéntrico, en la que la comprensión y elaboración de la noción de la realidad se hace bajo los esquemas autorreferenciales, un solipsismo de gran magnitud que sólo alcanza a comprender la noción íntimamente personal. Por lo tanto, ¿cómo facultar el ideal de autonomía y democracia en un sujeto escolarizado, no alfabetizado, que su única fuente de interpretación es íntimamente personal?. A esta última pregunta, Vygotsky (2010) se pronunció a favor de la propuesta suiza, pero desde la transformación soviética, donde los estudios apuntan a que es más profundo el egocentrismo de lo que supondría.
Piaget & Inhelder (1993) explicaron el desarrollo del símbolo para comprender la evolución de la capacidad lectora, que en el caso que compete al presente documento, ésta se relaciona con el juego simbólico, las imágenes mentales y el pensamiento. Para la constitución de la propuesta vasconcelista vertida en estas cuartillas, se intenta ligar en efecto inmediato del pensamiento con la acción, que a la sazón resulta compatible con el anhelo de dicho reformista. Para el epistemólogo suizo Jean Piaget, el desarrollo lógico y abstracto todavía se encuentran tan inmaduros que resulta casi imposible para los niños en edad de preescolar asimilar el lenguaje del medio ambiente. Por ello, ¿cuáles son los factores que aseguran el efecto psicológico de la biblioteca vasconcelista en la inducción lectora al infante ?. Para intentar responder a la gran cuestión es preciso mencionar que la sintaxis lingüista no sólo evoluciona en modo imitativo con los niños y adultos que le rodean, en este caso la maestra, sino que además pueda encontrar la construcción de sus conocimientos en base a la sujeción progresiva del lenguaje gracias a un pensamiento menos egocéntrico y más moral.
La educadora de preescolar debe enfrentarse, como si lo aconsejara Cervantes al emular al entrañable “quijote”, a las peripecias del egocentrismo que sólo declinará hasta alcanzados los siete u ocho años de edad (Vygotsky, 2010). El pensamiento, principal signo de vida intelectual, debe enlazarse con el lenguaje, principal y casi único elemento de vida social, pues es el que asegura las funciones de integración de la noción vincular “yo – tú”. Al igual que la literatura psicoanalítica clásica, el hombre (producto histórico, tal como lo contemplaba el ideal vasconcelista) es un ente de naturaleza egocéntrica que sólo la vida en comunidad le lleva a disminuir este efecto innato y evolucionar hasta adquirir construcciones de conocimiento existentes en su medio ambiente. Entre estos edificios culturales se encuentran la citada autogestión, autonomía y moralidad cívico – ciudadana del habitante en democracia. Por lo tanto, el pensamiento no verbal tendría la suerte de correr en el mismo camino que el habla no intelectual hasta llegar y superponerse, no integrarse, el uno con el otro, “la socialización es una fuerza ajena a la naturaleza del niño(,) acontece cuando se supera el egocentrismo infantil. El niño por sí mismo nunca llegaría al pensamiento lógico” (Vygotsky, 2010, pg. 115).
Estableciendo lo anterior, ¿cómo lograr que el niño de “raza cósmica”, perverso polimorfo, heredero cultural de la España medieval, egocéntrico y con poca practicidad simbólica logre la acomodación, en términos piagetanos, de la práctica lectora?. La estrategia se centra en el ámbito socio – cognoscitivo. Para no empantanar la implementación del presente proyecto, se decidió continuar su apuesta cultural en los fundamentos críticos del enfoque sociocultural, pues en mejora de la obra de Piaget, “el segundo estadio marca la aparición de dos realidades heterogéneas pero igualmente reales, el mundo del juego y el de la observación” (Vygotsky, 2010, pg. 114). Entre ambas acciones el niño, poco a poco se unifica en la tradición lectora a través de la mediación semántica ofrecida por el presente proyecto. En éste, el niño puede observar y deleitar sus símbolos tempranos mientras se anida en la fantasía y la necesidad de recrear en sus acciones lo escuchado atentamente. La intención lectora debe basarse en que el niño no sólo se sujete a la concentración pasiva de su escucha, al contrario, el infante de preescolar, debe sentirse lo más atado posible a la realidad vertida en los contenidos del mundo literario que se exponen frente a él, y al mismo tiempo,
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