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La Industria De Lo Humano Héctor Schmucler


Enviado por   •  30 de Julio de 2014  •  3.062 Palabras (13 Páginas)  •  384 Visitas

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La industria de lo humano Héctor Schmucler

La industria de lo humano, que encuentra en la manipulación genética su expresión más destacada: admite la posibilidad de concluir con la libre apertura al mundo como rasgo indelegable de los seres humanos.

Terminaba la Segunda Guerra Mundial con la derrota de Alemania y sus aliados, la confianza que una buena parte del mundo había puesto en la razón, cuyo prestigio se había extendido en los últimos siglos bajo la forma del

Iluminismo, mostraba heridas profundas.

La descripción que ofrece Dialéctica del iluminismo muestra como una implacable luz negra con la cual se pueden reconocer los mayores peligros y nuestras responsabilidades más difíciles: “Si la vida pública ha alcanzado un estadio en que el pensamiento se transforma inevitablemente en mercancía y la lengua en embellecimiento de ésta, el intento de desnudar tal depravación debe negarse a obedecer las exigencias lingüísticas y teóricas actuales antes de que sus consecuencias históricas universales lo tornen por completo imposible”.

La industria cultural

Pero no ha ocurrido así y el Iluminismo, en su parálisis, ha generado la posibilidad de que los “hombres sean completamente traicionados”. La industria cultural reemplaza al arte con el entretenimiento y el entretenimiento aparece como una de las formas indiferenciadas de la actividad humana. El entretenimiento se ha vuelto la continuidad del proceso de acumulación capitalista en las horas aparentemente no productivas.

La industria cultural incluye la totalidad de la vida en su percepción del mundo como espectáculo.

La fabricación planificada de la cultura produjo el más significativo avance hacia la homogeneización de todo lo existente. Cuando nada deja de ser cuantificable, la equivalencia universalizada permite pensar la vida sólo como interacción de actos y objetos igualados en su abstracción comunicante. Que las cosas sean intercambiables (luego de haber cosificado también el antes irreductible espacio del espíritu) señala un reacomodamiento civilizatorio: cada cosa expresa, en realidad, otra cosa. El mercado se encarga de darles sentido.

Pero esa sorpresa, que hace nuevo cada encuentro, no es una condición aleatoria: es la manera originaria de ser de lo humano. El hombre sólo es tal en la medida que su imaginación es capaz de reconstruir el mundo de manera no necesariamente previsible. La industria cultural apunta en sentido contrario: fuerza a que la vida se construya como una suma de comportamientos regulares.

Hace de la vida una sucesión de acciones previamente categorizadas.

La biotecnología y los límites de lo humano

La biotecnología, y la industria de lo humano que resulta de ella, intenta ir más allá: ya no se trata de otorgarle a la vida una significación previamente establecida, sino de modificar las bases sobre las que la vida se sustenta.

La “técnica de la vida” pretende alterar las condiciones elementales que han hecho posible el fenómeno de la humanidad y que resulta inconcebible sin el azar reproductivo. A partir de lo imprevisible que encierra cada criatura los sujetos son únicos y, en consecuencia, emerge la necesaria existencia y reconocimiento del otro. Sin embargo es posible reconocer una extensa repetición de esfuerzos por moldear el cuerpo humano -en cuanto condición de la vida- para orientarlo a fines determinados.

La naturaleza del hombre instala en lo humano la capacidad de opción, de reconocer encrucijadas en las que el camino a seguir no está necesariamente señalado.

Pero a medida que ese cuerpo va perdiendo espesor, a medida que se le despoja de sus músculos, pierde progresivamente porte y dignidad. Lo vemos hundirse lentamente, página a página, y lentamente se convierte en una especie de maniquí apoyado en una pared; por último, no es más que una estructura vacía, mantenida en pie por la cuerda de una horca. Para conocer su cuerpo, tiene que destruirlo primero”.

Vesalio había inaugurado la anatomía macroscópica despojando de vida al cuerpo humano.

Eugenesia y biotecnología

La biotecnología (entendida como la suma de denominaciones que se vinculan con la alteración voluntaria de la condición morfológica y fisiológica de fracciones o de la totalidad de organismos vivos) es el más novedoso y sustancial capítulo que ha recorrido la eugenesia.

Francis Galton (1822-1911), precursor de la estadística moderna y primo de Charles Darwin, había acuñado en 1883 el término “eugenesia” para designar una ciencia que postula el mejoramiento de la raza humana a través de una cuidadosa evaluación de las características más adecuadas de los individuos. Su primera sugerencia fue la regulación del matrimonio y del tamaño de la familia de acuerdo al patrimonio hereditario de los padres. Pocas convicciones se desplegaron con tanta velocidad y fueron compartidas por el mundo científico con tanta unanimidad como los principios eugenésicos. La aspiración a “construir” un ser humano con rasgos previamente caracterizados como superiores, penetró todos los espacios.

La cultura de la época había instalado los nuevos cimientos para la apropiación

“científica” del cuerpo que, con el tiempo, daría lugar al predominio de la eugenesia y de la biotecnología.

La solidez de la argumentación racista corresponde a Haekel quien, en su Historia de la creación de los seres organizados según las leyes naturales (1868), propuso científicamente y en el sendero del darwinismo, una clasificación jerárquica de las razas humanas de acuerdo a su lugar en la evolución: desde los negros, considerados próximos al mono, hasta la forma más evolucionada de la raza, los Indo-germanos, entre los que se cuentan los alemanes, los anglosajones y los escandinavos.

El lugar del progreso

Houston Stewart Chamberlain (1855-1927), discípulo de Gobineau, avanzó más que su maestro en el común entendimiento entre progreso y racismo. Para Chamberlain, el progreso es un valor universal en la medida de que las razas son perfeccionables. Se trata de saber cómo favorecerlas estableciendo cruces calculados y sistemáticos y evitando aquellos “malos” cruces que la degradan. Desde una perspectiva eugenésica, la ciencia de la manipulación genética anunciaba su futuro apoyada en una ideología a la que casi nadie ponía obstáculos: el progreso.

Las nociones de raza

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