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La Tradición Renovadora


Enviado por   •  3 de Mayo de 2015  •  2.636 Palabras (11 Páginas)  •  213 Visitas

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“LA TRADICIÓN RENOVADORA, UNA CORRIENTE EDUCATIVA”

Cada vez que se presentan cambios en las formas de realizar cualquier actividad surgen voces a favor y en contra, por un lado se encuentran quienes establecen que todo debe permanecer igual, y por el otro los que aseguran enérgicamente que es necesario renovarse o morir; ambas posturas, radicales por su naturaleza, pretenden implantar un paradigma acerca de la visión que para cada grupo es mejor, el debate radica en argumentar las ventajas y desventajas de ambas posturas.

En términos educativos dicho debate se dio a finales del siglo XIX y principios del XX, en el que se ponían en tela de juicio las prácticas educativas tradicionalistas, hasta ese entonces aceptadas como válidas, en las cuales la educación era vista como una forma de preparar al niño para el futuro y como una manera de hacer de un niño imperfecto un hombre modelo para la sociedad que lo moldea.

Es en este contexto que surge una corriente que considera importante tomar en cuenta la evolución infantil como parte del proceso educativo y que “la educación debe orientarse no al futuro, sino al presente, garantizando al niño la posibilidad de vivir su infancia”[1] felizmente, es decir que la escuela no debe preparar a los niños para un futuro que aún no llega, sino para que afronten un presente de la mejor manera posible en el que puedan desarrollar sus propias búsquedas con entera libertad.

La idea de tomar en cuenta al desarrollo infantil nos da un panorama claro del cambio tan drástico e importante que planteaba esta nueva visión educativa, pues le daba un valor propio a la niñez como parte de un proceso de construcción en sí misma y le asignaba a la escuela un reto por demás difícil, mejorar el presente educativo de los niños, con la finalidad de hacer un ambiente propicio para el desenvolvimiento intelectual de los estudiantes encaminado al desarrollo de las facultades propias de la naturaleza de la infancia.

Esta corriente denominada escuela nueva, plantea que el niño es el principal protagonista del proceso de aprendizaje y que el maestro debe tener un papel totalmente distinto al que había tenido hasta entonces y pasar de una figura de autoridad represiva, a un guía que facilita a los niños el camino de su aprendizaje. Estos maestros entusiastas que proponían la idea de considerar al alumno como eje sobre el cual las actividades de aprendizaje deben girar, se enfrentaron a un cambio radical en sus prácticas pedagógicas y tuvieron la necesidad de ser acompañantes educativos de sus alumnos.

Así esta corriente sienta las bases para la renovación total y drástica de la imagen del maestro y plantea la posibilidad de fomentar la independencia de los alumnos, tanto del maestro como de los contenidos seleccionados por una sociedad indiferente ante las necesidades de los niños y carentes sentido para las jóvenes mentes en proceso de formación.

Otro aspecto relevante que la escuela nueva proponía era la idea del trabajo colaborativo y planteaba la posibilidad de que los alumnos realizaran actividades de aprendizaje de forma colectiva con la finalidad de fomentar las relaciones interpersonales, situación que traía como consecuencia el autogobierno infantil, la enseñanza de la democracia y de la solidaridad. Según lo anterior las practicas pedagógicas de la escuela nueva permitían a los estudiantes aprender por medio de las relaciones e interacciones sociales entre ellos y además facilitaba el descubrimiento de valores universales de convivencia que eran producto tanto de las actividades como de su propia naturaleza.

Esta nueva forma de abordar la enseñanza exigía una renovación en los contenidos, los que eran buscados por los educadores fuera de las aulas, en contacto directo con el mundo que les rodea, para esto las experiencias cotidianas de la vida eran consideradas como la mejor herramienta para despertar el interés del alumno por conocer su mundo.

El cambio principal que proponía la escuela nueva era la forma de abordar los contenidos, pasando de la transmisión tradicional a colocarlos directamente y a disposición de los alumnos mediante experiencias cotidianas de la vida que fueran interesantes para ellos, así se tiene que para que exista un aprendizaje efectivo debe tenerse en cuenta la necesidad o interés del estudiante, el cual deberá será considerado como el punto de partida para toda educación efectiva.

Pero dichos cambios en la forma de ver a la educación no surgieron de la noche a la mañana, hubo la necesidad de que un gran número de visionarios educativos se dieran a la tarea de investigar sobre el tema y comprobaran sus hipótesis mediante la implementación de actividades didácticas experimentales que dieron origen a prácticas pedagógicas hoy reconocidas.

Uno de esos primeros precursores fue J.J. Rousseau, quien con su obra el Emilio abre el camino formal de la investigación educativa en el ámbito del descubrimiento del niño, Rousseau fue el primero en establecer y definir algunas de las etapas por las que atraviesa la infancia y en concluir que el niño existe como un ser distinto del adulto y que, por lo tanto debe ser tratado de forma distinta. Este autor fue el primero en afirmar que la sociedad desconoce al niño que pretende educar y que en su afán de enseñarle lo que considera que está bien, termina por difundir ideas incomprensibles para la mente infantil; asegura que hablarle al estudiante sobre el futuro, sobre la felicidad que le espera, no tiene ningún significado para él.

Además de lo anterior, también estableció que la sociedad debe conocer la naturaleza del niño para poder educarlo y que las situaciones vivenciales son más enriquecedoras que las cátedras orales tradicionalmente aceptadas incluso se atreve a asegurar que “las lecciones que los escolares aprenden entre sí en los patios de los colegios son cien veces más útiles que todas las se enseñan en clase”[2].

Así planteaba la posibilidad de que la escuela no tenía un impacto real en la formación de los niños, incluso que alejaba al niño de su propia naturaleza, de su esencia, es decir de su forma natural de percibir el mundo. Es precisamente en el campo de las percepciones en donde Rousseau se adelanta a su época al afirmar que, es a través de los sentidos que el niño aprende, que son las sensaciones las primeras fuentes del conocimiento del mundo, las cuales con el paso del tiempo el niño las va convirtiendo en ideas.

Lo anterior trae a colación la idea de que la enseñanza se debe basar en la observación y en la experimentación, en las que el niño perciba el mundo que le rodea por sí mismo y formule su

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