La Violencia En El Valle De Aburra Sujeto Y Cultura Un círculo Vicioso De Silencio Y Remordimiento
danielrod9314 de Noviembre de 2013
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USB MEDELLÍN
La violencia en el valle de Aburra
Sujeto y Cultura un círculo vicioso de silencio y remordimiento
Carlos Daniel Rodríguez Agudelo
02/10/2013
Éste trabajo es realizado para el curso de Psicología Social II: grupos y familia, impartido por el docente Andrés Palacio
La violencia en Colombia y el Valle de Aburra: Sujeto y cultura un círculo vicioso de silencio y remordimiento.
Introducción
En el presente trabajo abordaré el tema de la violencia en Colombia, Antioquia y el Valle de aburra (principalmente en Medellín). El objetivo del mismo es aprender sobre el tema y si es posible plantear una posible solución. No pretendo desprenderme de todos mis prejuicios en éste análisis, porque considero que mi opinión como ciudadano sobre la temática, puede ser de algún modo un acercamiento a ésa realidad; aunque también tomaré como base algunos documentos asignados por el docente para que la mirada sobre la problemática sea en parte objetiva.
El nombre del trabajo: La violencia en Colombia y el valle de Aburra: Sujeto y cultura, un círculo vicioso de silencio y remordimiento; lo propongo de ésta manera porque parto del principio de que la violencia es producto de una cultura que no permite que los sujetos puedan integrarse a la sociedad de una manera adecuada, además de esto la mayoría de los sujetos a partir de sus acciones, agresiones y posturas pasivas contribuyen a que la cultura se mantenga, por lo que lograr un cambio cultural es muy complicado (Casi utópico).
Desarrollo del tema y análisis
La violencia en Medellín es una realidad innegable esto se evidencia de distintas maneras: en los estudios que realizan distintas universidades, corporaciones o entidades no gubernamentales y gubernamentales, y por supuesto el mismo municipio; las noticias y diarios que sólo muestran una parte de lo que se vive, y el testimonio que cada ciudadano de Medellín puede decir al respecto. Sobre esto último es muy complicado encontrar a una persona habitante de Medellín que no haya vivenciado la violencia con su propia carne o conozca a alguien que lo haya hecho.
Antes de entrar en materia, sobre cuáles son las principales causas de la violencia en ésta ciudad, primero se abordará la violencia en Colombia, debido a que Medellín hace parte de un país violento desde sus inicios, construido con sangre y luchas (Muchas de ellas absurdas).
Para entender la violencia se tomará la definición extraída por (Duque Ramírez, Sierra Alarcón , & Montoya Gómez , 2009) de LA OMS (1996), la cual dice que violencia es: “El uso deliberado dela fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o que se lleve efectivamente a la práctica, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastorno del desarrollo o privaciones”. (Pág. 13)
Por ello se resalta que la violencia no es sólo física, debido a que también hay otros tipos de violencia como la psicológica o la simbólica. Se presupone que Colombia es un país violento en los diferentes niveles, y la discriminación de víctimas y victimarios se dificulta debido a que en cierta medida todos llegamos a ser víctimas y victimarios.
Por su parte (Ospina) propone que la violencia en Colombia tiene como causa principal una carencia de identidad que según él, sólo es posible resolver encontrándonos a nosotros mismos en un dialogo con el mundo. Es decir, ver a través de los otros lo que en realidad somos. Éste punto de vista coincide con el de Gilles Lipovetsky que sugiere que para delimitar las lógicas de la violencia hay que revisarla en interacción con la historia. (Violencias Salvajes, Violencias Modernas, 2003)
En la actualidad las portadas y encabezados de revistas y periódicos muestran que los diferentes tipos de violencia han cambiado y aparentemente es como si un tipo de violencia remplazará a otros, pero la realidad es que cada una de las distintas situaciones se han presentado por mucho tiempo y se siguen presentando, algunas incluso a lo largo de toda la historia de Colombia. En los últimos días el tema ha sido la violencia en los estadios y desencadenada por el fútbol, hace un par de semanas el tema del momento eran las protestas (que no llevaron a ninguna parte, pero se siguen presentando en menor grado e indudablemente sería bueno para la población conseguir beneficios que por derecho deben tener con respecto a algunas políticas que promueven la injusticia y desigualdad, y que inevitablemente lo único que logran es ampliar la brecha entre ricos y pobres).
El presidente del momento que no es más que uno de los tantos “hijueputas” que ha estado en el poder (como dice Fernando Vallejo en su libro el cuervo blanco, donde subraya que a través de la historia de Colombia no hay ningún presidente que se haya destacado y haya sido verdaderamente justo; por lo tanto Santos entraría perfectamente en su catálogo de la infamia), pretende conseguir la paz en unos diálogos con la guerrilla en territorio neutro, pero que no han llevado a nada; en mi opinión considero que se están repitiendo errores que ya se habían cometido en el pasado.
El problema de dichos diálogos son los intereses latentes de ambos bandos; tal como lo menciona Charry citado por Vanguardia (2013) dichos intereses son: “una guerrilla que quiere ampliar la agenda y tener mayor proyección internacional y un Gobierno que urge resultados de cara a la reelección presidencial”. El ex presidente Andrés Pastrana (otro de lo que no ha hizo mucho por nosotros) se pronunció al respecto diciendo que el presidente Santos pretende agilizar el proceso de los diálogos para mostrar resultados al pueblo y así subir sus puntos de aceptación del mismo (RCN la Radio, 2013).
Es decir que el conflicto armado entre guerrillas y gobierno difícilmente va a encontrar una solución adecuada sino se dejan de lado intereses individuales o de cada grupo. Aunque el panorama de las negociaciones con el ELN parece un poco más prometedor pues éste grupo está dispuesto a abrir los diálogos pero imponiendo una serie de condiciones.
Primero no pretenden hablar sobre el desarme, sino que su objetivo es discutir sobre los problemas políticos, económicos y sociales que originaron el conflicto (EDITORIAL, 2013)-En mi opinión hablar sobre estos temas tendría mejores implicaciones en la búsqueda por la paz, pues en diversas ocasiones los desmovilizados siguen delinquiendo en otros grupos una vez “entregan sus armas”.
El segundo punto de desacuerdo del ELN con el gobierno, es que estos últimos piensan que la guerra que se vive es consecuencia de la aparición de las milicias o grupos armados de “izquierda”, mientras que el ELN considera que el fruto del problema son una serie de consecuencias políticas, económicas y sociales, y que la única solución que han encontrado es la insurgencia. Por ello proponen resolver las causas que originaron el conflicto, siendo esta la única vía para la paz.
El tercer punto se dirige a las pretensiones del gobierno de desarme y reinserción social. Mientras que la guerrilla procura un dialogo bilateral en donde ambas partes puedan coexistir y llegar a acuerdos dirigidos a la solución de las problemáticas que se han venido mencionando. Además mencionan que si con el tiempo se resuelven los problemas y la guerrilla consigue la participación política que buscan, el desarme no será más que una consecuencia que vendrá con el tiempo. Esto concuerda con lo propuesto por Lipovetsky al decir que la violencia se debe analizar desde el Estado, la economía y la estructura social (Lipovetsky, Violencias Salvajes, Violencias Modernas, 2003)
El cuarto punto ya se ha tratado anteriormente y se refiere a la búsqueda de la inmediatez en la consecución de resultados por parte del gobierno (Ya se ha visto que pueden haber intereses subyacentes a éste propósito). Al respecto la guerrilla se pronuncia expresando que “el tiempo no debe ser camisa de fuerza” y se debe dejar que el proceso evolucione según los avances que se vayan logrando.
Finalmente éste grupo propone que en los diálogos se deben tener en cuenta las exigencias y propuestas de las comunidades y masas, pero para lograr esto se debe incentivar la participación de las mismas. (EDITORIAL, 2013)
Ahora bien, es importante resaltar que no apoyo completamente a la guerrilla, pues los medios que han utilizado no han sido siempre los más adecuados. La lucha armada no siempre es la mejor solución y secuestrar es ir en contra de la dignidad humana.
Relacionado con esto Fernando Vallejo (2012) cita una carta de Luis Lleras remitida a Rufino José Cuervo (del 11 de junio de 1885) en donde habla sobre la guerra diciendo que “es un vértigo, una locura, una insensatez, y los hombres más benévolos se vuelven bestias feroces; el valor del guerrero es una barbaridad. Pero cuando uno toma las armas no puede, no debe dejarlas en el momento del peligro, no puede volver la espalda a amigos, enemigos y hermanos, sin cometer la más baja de las acciones, sin ser un cobarde y un miserable” (Pág. 111)
Ésta afirmación explica bien por qué se mantiene la guerra, no sólo entre el Estado y los grupos insurgentes, sino también entre las “pantillas” en los distintos barrios de Medellín, en los distintos municipios de Antioquía y en las distintas zonas de todo el país.
La guerra termina siendo en parte una cuestión de honor, y esta es una de las tantas causas de que se lleguen a extremos deshumanizadores en busca de
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