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El Salvador Cultura De Violencia

OneDie9 de Septiembre de 2014

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El Salvador, cultura de violencia y negociación para la paz

La sorpresiva “tregua” entre pandillas que derivó en una disminución sustancial de homicidios en casi un 60% de lo que teníamos diariamente. desató una tempestad de dudas, cuestionamientos y resquemores, ya que según parece elgobierno poco o nada tuvo que ver con lo que estaba sucediendo o como dicen sus declarados enemigos, el gobierno ocultaba que estaba siendo “extorsionado por el crimen organizado”.

Hace años, cuando las pandillas no habían alcanzado el nivel de organización y logística que tienen, Joaquín Villalobos en un artículo se refirió a que las maras o pandillas no eran “crimen organizado” sino “miseria organizada” y en ese momento realmente tenía razón, sin embargo los grandes carteles del verdadero crímen organizado los utilizaron en algunos casos como sicarios, distribuidores minoristas y mercado de consumo, algunos incursionarion en las ventas callejeras o incluso se dice que otros se han vuelto empresarios de transporte público.

Las maras no alcanzan el nivel del gran crimen organizado que tiene raices fuertes en los gobirernos, instituciones de seguridad púiblica e incluso en los ejércitos, manejan millones de dolares en empresas y consorcios que utilizan para lavar el dinero, y por otro lado la existencia de la rivalidad entre ellos, similar a la de los carteles de la droga en méxico o colombia los tenía matándose entre ellos y afectando a “civiles” que morían en medio de sus enfrentamientos, elevando los índices de asesinatos a los niveles mas altos a escala mundial.

Esto no fué resultado de los 3 años del FMLN sino de las políticas neoliberales que impuso ARENA y que llevaron a la miseria a miles de salvadoreños y a las nefastas políticas represivas, manos duras, super duras y Saca-duras que solo aumentarion exponencialmente los índices de violencia en el país.

Juan Carlos Sura analiza el nuevo fenómeno que se desató con la tregua entre las pandillas y haciendo referencia a un artículo de Paolo Lüers en el que los líderes de maras reafirman querer ser parte de la solución, aparece otra sorpresiva noticia que es la decidión de las principales pandillas salvadoreñas de declarar a las escuelas como zonas de paz e inhibir en los centros educativos el reclutamiento y preparación de nuevos miembros como segundo gesto de buena voluntad.

Asumir el dejar de alimentar a la mara con sangre joven es un paso muy delicado, ya que la vida de la mara depende precisamente de sus jóvenes miembros ya que los viejos eventualmente van “calmándose” y participando menos en las acciones directas deviolencia o crimen.

Igual que con la tregua se han desatado toda una serie de especulaciones, dudas y desconfianzas, con la nueva propuesta de las pandillas, sin embargo un hecho que nadie puede negar es que los índices de asesinatos han bajado el 60%, es decir de 12 ó 14 a 5 ó 6 diarios, cosa que EN 20 AÑOS DE ARENA JAMÁS PASÓ.

Dejar a las escuelas libres del asedio de las pandillas sería un paso que causaría un impacto extremadamente fuerte en la sociedad, ya que si se aprovecha debidamente, permitiría cambiar y mejorar radicalmente la calidad de enseñanza que con tanto empeño se propusieron destruir los gobiernos anteriores.

Siempre queda la gran duda, ¿A cambio de qué?

La respuesta será dada por las acciones de El Salvador como conjunto social, del gobierno, del pueblo, de la empresa privada, que tanto estaremos dispuestos a sacrificar para sacar a nuestro país de la espiral de odio y violencia que nos arrastraba inexorablemetne a un cataclismo social.

Recordemos que El Salvador ha sido ejemplo de como la negociación y la buena voluntad puede detener incluso una violenta guerra fraticida, durante el conflicto armado las campañas de vacunación ponían de acuerdo a los bandos y cesaban hostilidades en las zonas mas afectadas mientras duraba la campaña porque era de beneficio para todo el pueblo y luego seguían en su lucha ambos bandos, el conflicto llegó a su fin a través de la vía negociada y de una u otra manera tanto ejército como guerrillas cumplieron la mayoriía sus pactos, NO ASÍ LA EMPRESA PRIVADA NI EL GOBIERNO DE ARENA, quienes hicieron a un lado los pactos sociales y económicos que nos hubieran dado una sociedad distinta a la que nos llevó a la guerra, y ahora las maras, la iglesia, la sociedad civil y el gobierno estan dando ejemplo de que otro mundo es posible, al grado que el fenómeno ya interesó a paises vecinos.

La brecha infernal entre riqueza y pobreza es la causa de los males de una nación, la empresa privada debe entenderlo así y realmente en manos de ellos está la mayor parte de la solución a nuestra problemática, necesitamos salarios dígnos y mas fuentes de trabajo, para realmente cambiar nuestra sociedad, necesitamos mayor inclusión social, no asistencialismo, sino inclusión de los sectores más pobres en la economía nacional.

Nuestra cultura de violencia

Mario Vargas Llosa ha dicho que la violencia en una sociedad comienza cuando alguien se pasa un semáforo en rojo. Y no sólo por el peligro que el acto implica, sino por la falta de respeto que refleja hacia los demás. Y ahí está el problema, pues la gente olvida que la violencia es, como ya lo dije, un concepto relativo. En ese condado de la Florida, en donde se analiza si la espuma de afeitar representa un peligro para la comunidad, que alguien se pase un semáforo en rojo no es un chiste.

El drama de Colombia, en cambio, no es que un puñado de individuos cometan actos violentos. El drama es que la violencia ha sido tan frecuente en nuestro medio, ocurriendo en niveles tan elevados y constantes, que se ha creado una cultura de la violencia. Y en ese momento pasa lo mismo que sucede con el machismo. No es que los hombres en América Latina sean machistas. Lo grave es que la cultura es machista, y por ello contagia a todas las personas: a los hombres y a las mujeres, a los niños y a las niñas, y la población se vuelve, entonces, no sólo víctima del machismo, sino también su reproductor.

Igual pasa con la violencia. En Colombia hemos permitido que exista una cultura de la violencia, y ésta se ha infiltrado en la conducta diaria de la población. Se nota en la forma como la gente conduce su auto, o resuelve sus disputas domésticas, o castiga a sus hijos. Desde hace demasiado tiempo padecemos en carne propia, o vemos en losmedios, tal avalancha de violencia, que sin saberlo nos hemos convertido no sólo en víctimas de la misma, sino también en sus reproductores.

En efecto, en un país en donde llamamos a los mendigos desechables; en donde asesinan a cuatro candidatos presidenciales en una sola elección; o eliminan a bala un partido político completo (como la UP); o la guerrilla, los narcos y los paramilitares cometen atrocidades que no se veían desde el Medioevo; y, para rematar, hay mínimas consecuencias (pocas condenas, mucha impunidad y escasa justicia), ¿qué tan grave es pasarse un semáforo en rojo? Parece un juego de niños. Un juego que refleja falta de respeto por el otro y, peor aún, por la vida del otro. En un contexto semejante, la vida misma pierde su valor. Y en ese momento todos somos perdedores.

Apuntes sobre cultura de violencia y cultura de paz

Isabel Aguilar Umaña

Acostumbrados a deambular en una sociedad que nos ha heredado una convivencia bajo

estructuras generales e individuales de violencia, los seres humanos hemos perdido la

capacidad de asombro. Ésta se sustituye, más bien, por el viejo recurso del morbo, al

que se acude cuando las manifestaciones de violencia llegan a transgredir los límites de

lo imaginado, o bien, cuando los medios de comunicación se encargan de reforzar y,

casi, casi, de bombardear con información que de una u otra forma mueva la conciencia

de las sociedades hacia determinados fines. Y sin embargo, la violencia se encuentra no

sólo en sus manifestaciones más agudas o visibles (destrucción masiva, guerra,

asesinatos, genocidio, atentados terroristas), sino está también arraigada en la

convivencia cotidiana de los seres humanos y las colectividades.

Puede decirse, entonces, que la violencia, en sus formas más cotidianas, permanece

invisibilizada y tiende a no asombrarnos. Puede decirse que hasta nos parece normal,

pues nos hemos acostumbrado tanto a ella que permanecemos incólumes e indiferentes

cuando los niños juegan a asesinarse mutuamente, cuando un ladrón es vapuleado hasta

el cansancio como consecuencia del delito cometido, o cuando una mujer es violentada

por su esposo en aras de la dominación y el machismo.

La violencia se encuentra tan arraigada que el miedo natural que provoca se ha

convertido en indiferencia. Ésta es como una especie de mecanismo de defensa

internalizado, también, en nuestros patrones culturales.

Así pues, la relación violencia-miedo-indiferencia se encuentra tan afincada en nuestras

maneras de ser y existir, que son muy pocas las personas que la advierten, y por ende, la

cuestionan o ponen en evidencia sus motivaciones más íntimas.

La violencia se produce y es generadora de todo un ciclo que deviene en consecuencias

de destrucción, abandono, desarraigo, frustración, miedo, apatía y, en el más agudo de

los casos, muerte. Pareciera ser como una serpiente que se muerde la cola y despliega

una espiral de más violencia y dolor.

Históricamente, la violencia y el miedo internalizados se han cernido sobre

...

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