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La biopolítica como marco poroso hacia una sensibilidad negativa frente

karen199554Tesina30 de Abril de 2013

19.433 Palabras (78 Páginas)358 Visitas

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Tesina de grado:

Los cuerpos

dolientes de

los tobas

Carrera: Ciencias de la Comunicación.

Tutora: Felisa Santos.

Autor: Jorge Adrián Couto.

Dni: 30860671.

Teléfonos: 15-6751-7585 o 4958-1421.

Mails: jor_serie2 @hotmail.com

jor_couto@yahoo.com.ar 2

Índice

-Introducción ……………………………………………………………………………..Pág 3

-Eje 1: Una revisión histórica de las imágenes del dolor, la muerte y lo óseo. Pág 7

Flagelantes y estigmatizados…………………………………………………………….Pág 7

La inundación ósea………………………………………………………………………..Pág 10

Las heridas barrocas……………………………………………………………………...Pág 16

-Eje 2: La biopolítica como marco poroso hacia una sensibilidad negativa frente al

dolor y la muerte…………………………………………………………………………Pág 26

Los dos peligros…………………………………………………………………………..Pág 28

-Eje 3: Nuestros dolientes……………………………………………………………..Pág 37

Las imágenes precedentes………………………………………………………………Pág 49

Campos de exterminio nazis…………………………………………………………….Pág 52

Los tobas y la nuda vida…………………………………………………………………Pág 54

-Eje 4: La soledad.

El dolor grupal…………………………………………………………………………….Pág 58

Los dolientes solitarios…………………………………………………………………..Pág 63

-Conclusión……………………………………………………………………………...Pág 72 3

-Bibliografía……………………………………………………………………………...Pág 74

Introducción

La idea de la tesina surgió durante la cursada del seminario sobre el barroco impartido por

Felisa Santos. Mientras analizábamos la construcción de los cuerpos dimos cuenta de

otro tipo de representaciones que estaban en clara contradicción con las

contemporáneas. Parafraseando a Burckhardt era un “salvajismo expresivo” donde

reinaban los alaridos, las heridas y la sangre; ese dolor que desbordaba de todos los

cuadros me mostró un abismo con nuestro horizonte cotidiano. Pero esta forma de

expresar, en sí, no era tan revolucionaria comparada con las predecesoras ya que el

sufrimiento fue un elemento constante desde los comienzos de la humanidad, y en

realidad, fue algo que empezó a excluirse de la sociedad sólo desde el siglo XVIII.

Dado el paulatino retiro del dolor en las imágenes, comencé a buscar un corpus que

tuviese un gran alcance, algo similar al arte barroco que tuvo además de una difusión

aristocrática una fuerte impronta en el campo popular (ya que decoraba las iglesias y las

fiestas); fue entonces cuando encontré, después de algún tiempo, las fotografías de los

tobas en la prensa gráfica. Vale aclarar que esto fue problemático ya que no es fácil hallar

dolor en las imágenes contemporáneas de la Argentina, pero a su vez me ayudó a pensar

cómo el dolor fue excluyéndose del entramado social, despertando en mí algunas

posibles respuestas del motivo de la segregación. Si bien es verdad que “de manera

significativa el mal y la enfermedad del cuerpo sufriente han servido de tema mayor y

masivo en las artes plásticas contemporáneas”1

, también es verdad que dicho arte se ha

1

Wunemburger, Jean- Jacques. La vida de las imágenes. Buenos Aires, Jorge Baudino: Universidad nacional

de General San Martín, 2005. 4

encarcelado en ghettos, (conocidos como museos y exposiciones) y ha perdido esa

difusión que supo tener.

Con todas las imágenes lo que se buscó fue mostrar las diferentes formas de considerar

el cuerpo y sus contrastes, pero para ser sincero la tesina es una trama de concepciones

que producen una fuerte tensión por la divergencia que hay entre ellas (por los diferentes

registros de los cuerpos que se plasman). Para poder hablar de las imágenes de los tobas

tuve, irremediablemente, que mirar producciones pasadas para mostrar las diferentes

estructuraciones con respecto a los cuerpos y generar así cierta profundidad en el análisis

(especialmente en el eje 1).

El elemento en común en las fotos de lo tobas es la paulatina aparición del esqueleto y

teniendo en cuenta esa morfología di cuenta de la gran relevancia de los huesos en el

arte antecesor al siglo XVIII y como estaban presentes en la gran mayoría de las

imágenes (para poder compararlas); a su vez vamos a ver las dos significancias de la

calavera en aquel fluir histórico (anticipo y certificado de la muerte).

Las imágenes no son islas, se encuentran en un entramado que fluye en una corriente,

por eso era necesario ver un poco el afuera y no centrarnos sólo en las imágenes. Allí

radica la intención del eje 2, ya que analizaremos como la biopolítica administrativa crea

marcos porosos para una estética y una sensibilidad alejada del dolor y la mortalidad; esto

ocurre porque la biopolítica genera relaciones que invaden la vida generando un

“adecuado desarrollo” de la población, administrando su ampliación y cuidado para su

expansión temporal y su “calidad”, las medidas masivas generaron cuerpos útiles para un

capitalismo que estaba emergiendo. Así las relaciones de poder centradas en la vida de la

población empiezan a escindirse de lo putrefacto y las osamentas. 5

Antes, las sociedades eran acariciadas por relaciones soberanas, y el poder del soberano

residía en que si existía una amenaza a su figura podía quitar la vida del que él decidiera.

Estas relaciones protegían el territorio, ante cualquier cuestionamiento o invasión se

establecían fuertes relaciones de captación generando golpes a la vida o extinguiéndola

en campos de empalamientos u hogueras tumultuosas. El poder del soberano sobre la

vida residía en que podía tomarla y destruirla con sus manos. Estas relaciones de poder

estaban entramadas con las producciones de la sociedad, por eso en sus imágenes

bailaban los esqueletos, explotaban las heridas, la sangre, los despellejamientos, los

clavos, a fin de cuentas se expresaba con cuerpos dolientes y la muerte era una

constante. Como diría Ariès la muerte, al igual que el dolor, estaba domesticada como los

perros, ya que vagaban junto a las casas, las plazas, cerca de las iglesias y los mercados.

Pensemos por un instante en la cantidad de sufrimiento al que se exponía cada individuo

de esas épocas en las guerras recurrentes, donde también el pueblo era llamado al frente

de la batalla con su hoz (la cual hacía pocas horas había servido para la cosecha); la

muerte era lo que hoy es un perro, la gente se detenía a verla, se reía y disfrutaba de sus

alaridos. En este contexto veremos cómo se develan las imágenes relevantes a la tesina

en contraposición a la de los tobas que se encuentran nadando en otras aguas que no

son soberanas sino administrativas de lo biológico; en todo momento el análisis será

forzosamente contextual.

En el eje 3 ya ingresaremos fuertemente en las imágenes chaqueñas haciendo la

distinción según el territorio, ya que los cuerpos en el hospital aparecen cubiertos con

ropa y en las aldeas se muestran “en cueros” haciendo visible sus huesos prominentes

que atrapan al espectador. Posteriormente, en el mismo eje, mostraremos fotografías con

cuerpos fisonómicamente similares a los tobas, los cuales paradójicamente son productos

de los peores sitios de detención de prisioneros (Andersonville y los campos nazis) y 6

están inmersos en el marco de guerras cruentas, cosa que no ocurre con los aborígenes

ya que flotan en décadas de democracia. Por último en el eje 4 analizaremos la soledad

que sobrevuela alrededor de los tobas y se compararán con imágenes con el mismo

carácter pero de otro tiempo histórico, veremos el paso de un dolor grupal a un

sufrimiento solitario.

Hay algo que subyace toda la tesina. La biopolítica administrativa y su desarrollo desde el

siglo XVIII fue delineando al dolor y la muerte como los peligros dentro de la población. Lo

indignante es que el ejercicio de la biopolítica y la democracia reduce a los tobas a la

nuda vida transformando sus cuerpos en lo que ellas han definido como lo peor y les

imprimen la muerte tras el retiro de la musculación, “la muerte está ahí, la veo y me grita”.

Hay que tener en claro esta posición hipócrita, los tobas son marginales por estar al

margen de la población políticamente relevante, son como dice Agamben, mera Zoé. Así

se puede dar cuenta de la perversa mentira de nuestra biopolítica, la

...

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