La corrupción, tres propuestas para su transformación

La corrupción, tres propuestas para su transformación

Colombia, un país con diversas problemáticas muy profundas tiene en la corrupción un obstáculo y a la vez uno de los mayores desafíos para su desarrollo económico, político y social. Actualmente Colombia tiene índices superiores de corrupción con relación a los demás países latinoamericanos, así lo expresa la agencia internacional para la transparencia en el informe del año de 2013:

El informe califica de 0 a 100 la percepción sobre corrupción en el país y en ese estudio, Colombia tiene 36 puntos, muy por debajo del promedio regional que es de 45 puntos.^[1]

Este es un problema alarmante que obedece a causas de carácter histórico, que merece tres propuestas urgentes para acabar con ella:

Transformación cultural, en el país se ha creado lo que llamaría José Manuel Valenzuela una narcocultura^[2] en la mitad del siglo pasado. La narcocultura ha formado referentes de sentidos y de significados de vida a los jóvenes que han encontrado en ella un estilo de vida y símbolos de representación, ya que la desigualdad ha imposibilitado proyectos de vida viables, razonables y éticos, este tipo de cultura ha influenciado en la actualidad, además de la influencia de los medios de comunicación, la educación y la consolidación en el imaginario colectivo de las familias que el éxito es proporcional al dinero. Este fenómeno aún persiste en el imaginario colectivo de los ciudadanos de todos los estratos de la sociedad, aquí juega un papel muy importante los medios de comunicación como vehículo de valores, gustos y tendencias, otro factor importante en la transformación cultural es la educación, analizada ampliamente desde su primera institución que es la familia, pasando por la escolar y la universitaria, muy bien expresa este fenómeno el lingüista Noam Chomsky en la universidad actual:

“Todo esto sucede cuando las  universidades  se  convierten  en  empresas,  como  ha  venido  ocurriendo  durante  las últimas  décadas,  cuando  el  neoliberalismo  ha  ido  tomando  por  asalto  cada  una  de  las  dimensiones  de  la vida”.^[3]

Al convertirse las Universidades en empresas como hemos evidenciado, hay una sustitución de valores, unos de carácter humanistas como los que fomentaba la universidad desde su origen, a unos valores mercantilistas. Este fenómeno se ha expandido a las diversas instituciones de la sociedad.

Otra propuesta fundamental serían las desigualdades sociales, estas son fundamentales para la comprensión del fenómeno de la corrupción así lo expresa el informe internacional de transparencia del año 2016^[4]:

“La desigualdad social y la corrupción sistémica son como hermanas gemelas: actúan y se refuerzan recíprocamente. Favorecen la decepción de las personas que no creen más en su clase política, creando así un ambiente favorable para políticos populistas”.

La corrupción se propaga en ambientes desiguales, es decir que los sistemas económicos y políticos que fortalecen los intereses de una minoría con altos ingresos que además ostenta cargos de poder en contra de una gran mayoría con pocos ingresos. Es menester establecer modelos económicos más justos y sociales, en la búsqueda de un mayor bienestar general.

Participación política y órganos de control, es necesaria para los altos índices de corrupción mecanismos de participación ciudadana efectiva, para que sean los ciudadanos los encargados de controlar a los corruptos. Es el caso de la experiencia de Hong Kong que tiene un sistema de buenas prácticas como lo expresa Isabel Victoria:

“Lo que la experiencia en la lucha para erradicar la corrupción en cualquier parte del mundo nos enseña es que no puede luchar contra ella desde un solo organismo o agencia. Cada miembro de la sociedad, en cada institución, ya sea pública o privada, tiene un papel que desempeñar”^[5].

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