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La influencia del renacimiento El mundo y el ser humano

maulynEnsayo25 de Octubre de 2012

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La influencia del renacimiento El mundo y el ser humano

Para cualquiera de las opciones elegidas planteo una pregunta – problema de libre elección y la resuelvo con base en argumentos (de autoridad) referenciados y sustentados en las cinco lecturas realizadas anteriormente.

Extensión: Entre 4 (mínimo) y 7 páginas (máximo) de texto, sin tomar en cuenta las ilustraciones o cuadros esquemáticos. Letra Arial, 12 puntos, espacio y medio. Márgenes: 2.5 cms (por cada lado). Referenciar correctamente la bibliografía empleada de acuerdo a las normas técnicas vigentes dispuestas por el ICONTEC.Los intelectuales italianos revelaron a Europa la experiencia histórica de sus antepasados y de la civilización greco-romana.

El Humanismo surgió en las ciudades italianas, donde se formó un importante grupo de hombres de letras que participaron activamente en la sociedad.

Los humanistas eran intelectuales, eruditos de formación universitaria, que comenzaron a resucitar obras filosóficas, históricas o literarias de la antigüedad grecorromana. Sus ideas se vinculaban con las aspiraciones de los sectores burgueses, que adquirieron mayor poder en la sociedad. Humanistas y burgueses coincidieron en el intento de crear una cultura laica, diferente de la medieval tradicional.

Buscaron en los pensadores de la Antigüedad, como Platón y Aristóteles, el punto de apoyo para sus ¡deas. Pretendieron que el conocimiento le diera al hombre mayores posibilidades de felicidad y libertad.

Mirar hacia el pasado para comprender el presente

Durante el Renacimiento se produjo un cambio en la actitud del hombre frente al mundo. Filósofos, científicos, literatos y políticos consideraron que el pasado greco-latino era la perfección en materia de creación humana y buscaron en él elementos que los ayudaran a comprender el mundo y, al mismo tiempo, comprenderse.

En la Italia del siglo XV florecieron ciudades que recordaban por su pujanza a las antiguas ciudades-estado griegas. Esta cultura urbana se diferenciaba claramente del mundo feudal rural. Al comienzo, el “renacer” del interés por la Antigüedad surgió en algunas de esas ciudades, donde la tradición clásica había perdurado. La presencia del pasado greco-latino se manifestó no sólo en los antiguos monumentos arquitectónicos, sino también en el uso y el gusto por la lengua latina.

En esos primeros momentos del Renacimiento, los humanistas fueron hombres de letras que se ocuparon del estudio de las obras antiguas y de la difusión del conocimiento facilitada por la imprenta. Este intento por expandir la cultura los diferenció de los hombres de la Edad Media, que habían conservado el saber, fundamentalmente, en los monasterios.

Los humanistas recuperaron a los antiguos como hombres “modernos”, es decir, comprometidos con los intereses y las preocupaciones del tiempo en que vivían. No tuvieron un solo maestro. Estudiaron a Platón, a quien consideraban por sobre Aristóteles, y a los autores del helenismo, del judaísmo y del cristianismo primitivo.

Los humanistas fueron hombres religiosos, la mayoría de ellos cristianos, que buscaron descubrir en los antiguos la manera de preguntarse sobre el mundo y las cosas. Su búsqueda intelectual se caracterizó por el desarrollo del pensamiento crítico en oposición al pensamiento dogmático.

Con esta nueva mirada sobre el pasado, lograron establecer una síntesis entre la cultura clásica y el cristianismo.

Así como resurgió con gran fuerza el estudio de la cultura greco-latina y de las lenguas griega y latina, los humanistas italianos comenzaron también a escribir en su propia lengua. Ya en el siglo XIV, los italianos Dante, Petrarca y Boccaccio —precursores del Humanismo— habían escrito en italiano. Paralelamente, entre los siglos XV y XVI, los estudiosos españoles, como Antonio de Nebrija y Luis Vives se ocuparon del estudio de su propio idioma y crearon la primera gramática castellana.

El Humanismo: una nueva manera de pensar la sociedad

En Florencia, el Humanismo estuvo estrechamente asociado con los intereses y las preocupaciones de quienes gobernaban la ciudad. Allí inició Nicolás Maquiavelo (1469-1527) sus reflexiones sobre la política. En su obra El Príncipe (escrita en 1513) analizó las distintas formas de gobierno, los modos de llegar al poder y los métodos para conservarlo, recurriendo a ejemplos tomados de la historia antigua. Maquiavelo quería contribuir con sus escritos a lograr la unidad de Italia. Para ello, describió las formas de acción política que consideraba adecuadas a la realidad que lo rodeaba, brindando consejos al “príncipe” para que pudiera sostenerse en el poder.

Vista panorámica de la ciudad de Florencia.

Florencia era la ciudad más rica del norte de Italia gracias a su industria textil, al comercio de productos de lujo y a la actividad bancaria. La ciudad se transformó en el centro del Renacimiento durante su primera etapa. Estaba gobernada por los Médicis, una familia de banqueros que, además, fueron grandes mecenas de intelectuales y artistas. Bajo el gobierno de Lorenzo el Magnífico (1449-1492), Florencia alcanzó su período de mayor brillo. En la fotograffa se observa la cúpula de la catedral —obra maestra de Filippo Brunelleschi—, el campanario construido por Giotto y e] Palacio comunal.

Otro humanista que ejerció una gran influencia en su época fue el holandés Desiderio Erasmo (1467-1536), quien en su sátira Elogio de la Locura (1511) criticó aspectos de la sociedad, particularmente los abusos de la Iglesia. Algunos autores consideran que contribuyó con esas críticas al desarrollo de la Reforma protestante a la que, sin embargo, nunca adhirió.

Otros humanistas describieron sociedades ideales. El inglés Tomás Moro (1478-1535), por ejemplo, realizó en su obra Utopía (1516) una dura crítica a la sociedad de su tiempo.

Tommaso Campanella

En el ideal de La ciudad del Sol tienen gran importancia las técnicas mágicas y astrológicas; es un rasgo típico del siglo XVI que hace de Campanella el último autor renacentista. La fuente de su inspiración, en efecto, está en la literatura hermética, en especial en el Picatrix, uno de los textos fundamentales de la magia renacentista, en la que ya se atisbaba una ciudad mágica (la idea era la de un faro capaz de irradiar luces de diversos colores con las que los sacerdotes podían modificar la calidad de la luminosidad solar, manipulando así las influencias astrales en la vida de los ciudadanos).

La utopía política de La ciudad del Sol fue expuesta por Campanella a través de un diálogo entre personajes ficticios. Para que hable de los ordenamientos perfectos vigentes en la fabulosa ciudad del Sol (situada en la isla Trapobana, la moderna Ceylán), el autor presenta a un almirante genovés que acaba de dar la vuelta a la tierra; su interlocutor es un gran Maestre de la Orden de los Hospitalarios. Obligado a tomar tierra en Trapobana, el almirante es conducido a la ciudad del Sol, erigida sobre una empinada colina y ceñida por siete círculos de murallas que van disminuyendo de altura, extremadamente fortificados y casi inexpugnables, cada uno consagrado a uno de los siete planetas. Un admirable templo consagrado al Sol se alza en la cúspide del monte.

Filósofo italiano. Giovanni Domenico Campanella, su verdadero nombre, nació en Stilo y se formó en un monasterio dominico. Disintió de las enseñanzas de su tiempo y por ello, en 1599, fue apresado tras ser acusado de herejía y de conspiración contra el virrey español de Nápoles. Pasó 27 años en la cárcel de esta ciudad, donde escribió La ciudad del Sol (1623), descripción de una sociedad ideal que reflejaba el modelo expuesto por Platón en La República. Salió de la cárcel en 1626, pero pronto volvió a ser perseguido, por lo que hubo de refugiarse en Francia. Muchas de sus propuestas filosóficas fueron semejantes a las adoptadas después por el pensador francés René Descartes y, mucho más tarde aún, por el filósofo alemán Immanuel Kant. Las obras de Campanella, 82 en total, abarcan muchos campos de la filosofía. Algunos títulos suyos son Teología (1614) y Metafísica (1638).

El que aún pensemos que en el Renacimiento se origina una nueva forma de pensamiento en donde la razón triunfa sobre la fe, es explicable, en parte, porque los historiadores se han aproximado a las fuentes primarias de la época con un claro propósito de consolidar esta concepción. La mayoría de los estudiosos de los siglos XVI I I , XIX y gran parte del XX encontraron en la obra de Kepler, Copérnico, Galileo y Newton elementos fundamentadores de una nueva ciencia. Para esto fue necesario dejar de lado aspectos importantes de la obra de estos individuos e ignorar la obra o los intereses de muchos pensadores del Renacimiento que no parecían coincidir con nuestra imagen de “lo moderno”. Es común que entendamos el nacimiento de la ciencia moderna como el triunfo de la razón sobre la superstición y el supuesto rompimiento con el yugo de la autoridad religiosa.

Un punto que será central en análisis del “nacimiento de la ciencia moderna” será la relación de esta última con la religión. La Revolución Científica ha sido presentada como ese momento crucial en nuestra historia en el cual ciencia y religión se separan.

El conocimiento deja de estar subordinado a la teología y se presenta una supuesta separación entre ciencia y magia, y ciencia y metafísica.

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