La élite política mexicana, no es homogénea y en realidad está estratificada en varios niveles.
José Luis Chavez OrozcoEnsayo15 de Junio de 2016
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Hipótesis:
La élite política mexicana, no es homogénea y en realidad está estratificada en varios niveles. Es decir, el poder es heredado de generación en generación y no existe entre la élite una movilidad entre los actores que intervienen en la misma, basándonos en la investigación de Peter H. Smith, investigador del Colegio de México.
Introducción:
La teoría de las élites, tiene su punto de arranque en un hecho fácilmente observable, en todas sociedades hay un grupo reducido que manda, gobierna y dirige y existe otro grupo mayoritario que obedece y son gobernados. Esta teoría, tiene su planteamiento en un enfrentamiento entre quienes ostentan el poder, es decir las élites y las masas, que no tienen poder.
Para Gaetano Mosca, la élite gobernante es un grupo reducido de personas influyentes que dirigen la cosa pública, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a él.
Según Giovanni Sartori, las élites son minorías, que no asumen necesariamente una comunidad de intereses; debido a que cada grupo controlador tiene intereses propios y divergentes con el resto, la colaboración entre ellos es tan posible como la pugna. “Es una multiplicidad de grupos de poder entrelazados, envueltos en maniobras de coalición”.
En México, la élite política actual tiene origen en la época porfirista, donde se constituyó un sistema económico, político y social de gran estabilidad, creando así un ambiente propicio para que las familias “de alta alcurnia” pudieran influir en las decisiones políticas de nuestro país.
También, es de reconocer que en nuestro país la élite política no está compuesta por un grupo único, los partidos políticos tienen intereses propios, y encontramos grupos como los empresarios, el clero y el ejército que forman también parte de la élite y son de gran importancia a la hora de tomar decisiones en nuestro país, es de ahí que tomamos la hipótesis de esta investigación.
Es muy palpable o más bien observable la existencia de clanes o grupos dentro de la misma élite gobernante de México, como Smith lo dice, existen estratos dentro de esta misma clase política, dentro de los partidos políticos e inclusive dentro de las familias que componen la élite política.
La influencia de los intelectuales y periodistas a través de los medios de comunicación, forma también una parte importante de la toma de decisiones en México, medios como Televisa, El Universal, Reforma, La Jornada, tienen la facultad de influir en el gobierno y a su vez en la sociedad, puesto que son quienes llevan a esta la información que ellos deciden o que la élite quiere que se lleve.
Desarrollo:
Porfiriato:
Para entender mejor las elites políticas en México es necesario remontarnos a la época de Porfirio Díaz, ya que durante su mandato debido a la bonanza económica que existió en el país comenzó a hacerse más notorias la existencia de elites en el país, es decir hizo que se afianzaran en el nuevo régimen dando como resultado una sociedad que poco a poco se fue acostumbrando a vivir bajo el dominio de la élite gobernante.
Para todo esto fue necesario que el Presidente en turno, Porfirio Díaz comenzara su élite desde su gabinete rodeándose de los científicos y empresarios que llevaron al país al progreso, sobre todo industrial, cultural, económico y social, en las comunicaciones, el ferrocarril llegó a transformar la vida diaria de los mexicanos, no solo la gente se dio cuenta de los grandes avances sino que empezaron a identificar a esta elite de la clase política. Al tener legitimidad, da pie a manejar más fácilmente los intereses propios dentro del ordenamiento legal.
Sin embargo, dentro de la misma élite hubo personajes como Francisco I. Madero que no estaba de acuerdo con el modo de gobernar de Díaz; es bien sabido que las élites son quienes ostentan el poder y que se mantienen debido a la legitimidad que se les confiere mediante el gobierno. Madero, se unió a más miembros de la élite mexicana, como hacendados, industriales e intelectuales como los Flores Magón, para derrocar el régimen de Porfirio Díaz.
Logrando así iniciar un movimiento de revolución en el país, desestabilizando el régimen y logrando así una transformación en la vida social y política; sin embargo no fue Madero del todo sabio, nos dice Gloria Delgado, en su libro Historia de México; Madero se rodeó de un gabinete compuesto en su mayoría por porfiristas, es decir que no hizo nuevos nombramientos, sino que mantuvo a los mismos miembros de la élite, aquí podemos apreciar la teoría de Pareto al decir que las élites no pueden permanecer inmóviles, es decir llega un momento en el que llegan a su fin si dejan de ser funcionales, llegando nuevas y saliendo las viejas.
“El problema del reclutamiento y formaciónn de líderes políticos y funcionarios, es que los sistemas autoritarios no permiten resolver de acuerdo a las necesidades de la mayoría y que, de acuerdo con los demócratas, sólo a través de los procesos democráticos puede realizarse con mayor probabilidad de éxito. Ello lo afirmaba la oposición al porfiriato lo mismo que ahora lo hace la oposición régimen priísta.” (ITAM, 1990)
Sin embargo podemos refutar esto con Michels quien afirma que el poder es conservador. Y con esto no se refiere a que sea eterno, por ejemplo, aunque se hagan estas afirmaciones por parte de la oposicion priísta dentro de los partidos politicos estas elites existen (los lideres del partido, los militantes y los seguidores) de tal manera que al quedar en el poder, la oposicion pasara a tomar este lugar en el que su nueva elite hará lo posible por conservar su poder.
“En el debate contemporáneo se reconoce que la cultura política de los mexicanos no es precisamente adecuada para la movilización y participación democrática, sino que más bien predominan rasgos de apatía, inmovilidad y sumisión, en parte resultado de las instituciones autoritarias que, salvo en periodos sumamente reducidos, han prevalecido durante nuestra historia antes y después de la Independencia. Aún más, ese tipo de cultura política apoya y refuerza al autoritarismo, y pone en duda la viabilidad de la democracia en México” (ITAM, 1990).
Surgimiento de las nuevas élites.
Terminada la revolución mexicana, comienza una nueva época, donde los llamados “Cachorros de la Revolución”, comenzarían desde el gobierno de Álvaro Obregón un proceso de estabilidad, creando una nueva élite en la que los miembros de los nuevos partidos políticos serían pues los miembros de la élite política, caso verificable con las traiciones que se jugaron, como la muerte de Carranza, para que Álvaro Obregón llegara al poder y luego la muerte de éste para que Plutarco Elías Calles pudiera acceder a la presidencia, continuando luego con la fundación del Partido Nacional Revolucionario, donde la élite política de México se constituiría en el primer partido político con carácter institucional en México.
En 1934, llega al poder el General Lázaro Cárdenas, y quien sería uno de los personajes más influyentes dentro del Partido Nacional Revolucionario y el Partido de la Revolución Mexicana a como cambió de nombre y posteriormente Partido Revolucionario Institucional.
La estabilidad que propició el régimen político en un país donde tras décadas de reconocía como turbulento, confiere a ésta un valor muy significante, pues la ciudadanía está dispuesta a renunciar a la democracia con tal de mantener la paz social. El PRI mantuvo esta situación por casi 70 años y destaca continuamente dentro de su discurso la paz social que su régimen ha propiciado. Al mismo tiempo, los sectores están dispuestos a prescindir de la democracia siempre y cuando exista la posibilidad de beneficiarse del desarrollo económico, en alguna medida. De ahí que la industria y las empresas puedan formar parte de la élite como fuente de legitimidad.
Según Roderic Ai Camp, aproximadamente el 63% de la élite mexicana, en un estrato medio; es decir los funcionarios públicos o de partido proviene de la clase media y alta de la sociedad, y sólo el 37% proviene de una clase humilde. (Ai Camp, 2000)
Como sabemos, la constitución mexicana de 1917 establecía que sólo los militares podían acceder a ser presidentes de la república, lo cual dotaba al ejército de un gran poder dentro de la élite. Fue hasta en el gobierno del Gral. Manuel Ávila Camacho donde se abre la puerta a los civiles para ingresar a la política mexicana y así inicia una nueva época en México, pues el poderío del ejército bajaría drásticamente, inclusive en cuanto al número de militares dentro de la élite.
En el mismo artículo, Ai Camp no dicen que en la élite mexicana sólo un 14% del total de sus integrantes tiene o han tenido un cargo militar, viendo pues aquí como disminuye radicalmente el número de militares en la élite.
Vemos pues también, como los cargos públicos de primer nivel se van llenando siempre con los mismos apellidos desde la época pos-revolucionaria, pues la carrera política es de gran importancia para ascender en el escalafón de la clase política; el primer cargo público de Manuel Ávila Camacho, fue Oficial Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional; Adolfo Ruíz Cortines, tuvo su primer puesto como Oficial Mayor del Departamento del Distrito Federal; Díaz Ordáz, tuvo el mismo puesto que Ruíz Cortines y desde ahí ascendió a Secretario de Gobernación, y Luis Echeverría fue Oficia Mayor de la Secretaría de Educación Pública, que lo llevaría luego a Gobernación; y fue hasta el gobierno de Luis Echeverría Álvarez cuando se daría por terminada una fase de la élite, dando entrada a nuevos rostros jóvenes a su gabinete. (Ai Camp, 2000)
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