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Leonor Arfuch - Problemática De La Identidad


Enviado por   •  29 de Julio de 2013  •  1.009 Palabras (5 Páginas)  •  2.294 Visitas

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Leonor Arfuch

Problemáticas de la identidad

En la última década, la problemática de la identidad y su despliegue plural, las identidades, se tornó recurrente. Confluían en este renovado interés, por un lado, los cambios ocurridos en el mapa mundial, por el otro, la crisis de ciertas concepciones universalistas y sus consecuentes replanteos deconstructivos.

En cuanto al horizonte de los acontecimientos: el de las minorías, grupalidades y diferencias, cuyo rasgo distintivo era la creciente capacidad de elección, su afirmación constitutiva en tanto diferencias. Identidades políticas no tradicionales, nuevas formas de ciudadanía, identificaciones etarias, culturales, sexuales, de género, emergían con sus demandas en el espacio urbano y mediático, en pugna por derechos y reconocimientos. Lógicas de la diferencia que no suponen en sí mismas un armónico igualitarismo sino más bien un terreno de alta conflictividad, donde se libra una lucha hegemónica.

La pérdida de certezas, la difuminación de verdades y valores unívocos, la percepción nítida de un decisivo descentramiento del sujeto, de la diversidad de los mundos de vida, las identidades y subjetividades, aportó a una revaloración de los “pequeños relatos”, a un desplazamiento del punto de mira omnisciente y ordenador en beneficio de la pluralidad de voces. Este giro epistémico, emparentado con el “giro lingüístico”, se puso de manifiesto en diferentes campos del saber. Aparecía así ponderado un renovado espacio significante, el de la narrativa, en una doble valencia: por un lado, como reflexión sobre la dinámica misma de producción de relato, por el otro, como operación cognoscitiva e interpretativa sobre formas específicas de su manifestación.

En tanto privilegiada la voz de los sujetos en su pluralidad, los tonos divergentes, las subalternidades, la “otredad”, la apuesta teórica por las narrativas podía ser vista como una democratización de los saberes, como una nueva jerarquía otorgada al ámbito de la subjetividad.

El aire de los tiempos trajo aparejada la necesidad de redefinición, al punto que es ya casi imposible, en el léxico académico, utilizar la vieja palabra si aligerarla de su carga originaria (lo esencial, lo innato, lo idéntico a sí mismo, lo que determina, lo que permanece, etc.) y sin un replanteo en torno de su articulación al plano de la subjetividad contemporánea.

La identidad sería entonces no un conjunto de cualidades predeterminadas (raza, color, sexo, clase, cultura, nacionalidad, etc.) sino una construcción nunca acabada, abierta a la temporalidad, la contingencia, una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias. Esta irrepresentabilidad en una posición del sujeto, permite desplegar una concepción no esencialista de la identidad, que enfatiza la incompletud, el inacabamiento.

La pregunta sobre cómo somos o de dónde venimos se sustituye por el cómo usamos los recursos del lenguaje, la historia y la cultura en el proceso de “devenir” más que de “ser”, cómo nos representamos, somos representados o podríamos representarnos. No hay entonces identidad por fuera de la representación, es decir, de la narrativización (necesariamente ficcional) del sí mismo, individual o colectivo. LA IDENTIDAD SE CONSTRUYE EN EL DISCURSO Y NO POR FUERA DE ÉL.

Si la temporalidad

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