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Los Niños Y La Guerra


Enviado por   •  22 de Octubre de 2013  •  3.213 Palabras (13 Páginas)  •  234 Visitas

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miles de personas civiles resultan muertas o heridas a causa de un conflicto. Más de la mitad de ellas son niños. La noción de salvar primero a las mujeres y los niños en caso de naufragio, como el del Titanic, se ha perdido en la bruma del tiempo. La II Guerra Mundial marcó un hito porque el número de bajas civiles igualó al de los combatientes. Hoy, la mayoría de las víctimas de casi todos los conflictos armados son civiles y los niños son los que más sufren. Según el Fondo Mundial de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en la última década han muerto dos millones de niños; seis millones se han quedado sin hogar; 12 millones han resultado heridos o discapacitados y hay por lo menos unos 300.000 niños soldados que participan en 30 conflictos en distintas partes del mundo.

Los niños son particularmente vulnerables a los estragos de la guerra. Según un estudio de las Naciones Unidas sobre los niños en la guerra, realizado por Graça Machel, “la violencia física, sexual y emocional a la que están expuestos (los niños) destroza su mundo. La guerra socava los fundamentos mismos de la vida de los niños, destruyendo su hogar, dividiendo sus comunidades y mermando su confianza en los adultos”.

Curamos a los heridos de bala y metralla, proporcionamos prótesis a las víctimas de las minas, damos cobijo a los desplazados y los refugiados de los conflictos actuales, pero ¿qué podemos ayudar a los más vulnerables y los menos capaces de afrontar los efectos nutricionales, medioambientales, emocionales y psicológicos de los conflictos?

El Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja se esfuerza por atenuar las consecuencias de los conflictos armados en los niños. El CICR, a menudo conjuntamente con las Sociedades Nacionales y la Federación Internacional, presta ayuda alimentaria y médica a los niños víctimas e intenta hallar soluciones a más largo plazo para velar por que los derechos humanos fundamentales del niño sean respetados en un conflicto armado.

Las futuras generaciones

Quién, cómo y por qué empezó el conflicto es poco importante para los niños una vez que se ha desatado la matanza. Sin embargo, en una mesa redonda sobre los efectos del conflicto bélico en las mujeres y la familia, celebrada en Addis Abeba, en junio de este año, el presidente de Etiopía, Girma Woldegiorgis, declaró que “la pobreza es el enemigo número uno”.

El profesor Seyoum Gebre Selassie añadió que mientras no haya una planificación familiar y Etiopía no tenga familias menos numerosas, la presión sobre la tierra y los recursos seguirá siendo una de las causas fundamentales del conflicto.

El CICR no da abasto pues no sólo tiene que hacer frente a los efectos inmediatos del conflicto sino también a las crecientes disposiciones de seguridad que son esenciales si se quiere proteger a los miembros más jóvenes y más vulnerables de la sociedad y darles la esperanza de un futuro decente. En el CICR, Sylvia Ladame, asesora jurídica, de la División de Doctrina y Cooperación en el Movimiento (“Los niños en la guerra”), orienta al CICR hacia un planteamiento más completo para los niños víctimas de la guerra: “Ya no podemos centrarnos sólo en el bienestar físico del niño, sino que tenemos que garantizar el equilibrio entre los aspectos físicos, mentales y sociales del menor”.

El Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja ha comenzado a realizar proyectos de largo plazo que son la condición fundamental para el desarrollo del niño. Un programa que acaba de iniciar el CICR, Exploremos el derecho humanitario, tiene el mérito de enseñar a los niños en edad escolar a considerar los devastadores efectos de ignorar los principios básicos de los valores comunes y de influir quizás en gobiernos, autoridades locales, personal docente y padres que son los guardianes de las generaciones futuras. ¿Será demasiado pedir que en el futuro cercano ningún padre diga “Me considero afortunado porque mi hija sólo perdió una pierna” al caer una bomba en el recinto escolar, matando a muchos niños? Esperemos también que las normas relativas a los niños sean de largo plazo y abarquen todos los aspectos esenciales.

Una infancia truncada

El periodista Nick Danziger viajó a Etiopía y al Cáucaso septentrional, región de Rusia, para descubrir el diario vivir de los niños atrapados por el conflicto y su forma de hacer frente a tanta dificultad.

LLEGAMOS al asentamiento de Beidafora cerca de Debel, después de recorrer kilómetros de monótonos páramos en Etiopía. Cruzamos hombres, mujeres y niños de las etnias kereyou, issa y afar. Son de una belleza excepcional, muy esbeltos, con rasgos delicados y ojos grandes. Todos los hombres llevan un cayado para protegerse ellos y su ganado de su rival, con quien han estado en guerra durante más de mil años. Vimos antiguas viviendas con techo de paja abandonadas a causa de la sequía y del conflicto.

Los lugareños viven en condiciones espantosas. Al llegar, los niños desnudos y los hombres haraposos nos quedaron mirando con temor. Amina, vestida de blanco como tradicionalmente van las viudas, estaba sentada separada de los hombres. Un mes antes su clan de la etnia de los afares cayó en una emboscada en Kurbugi tendida por los issas a causa de las tierras de pastoreo. En la emboscada siete miembros de su clan perdieron la vida y otros siete quedaron heridos. El conflicto, que se remonta a un tiempo anterior al del profeta Mohammed, se originó por las tierras de pastoreo y las aguadas. Amina debe casarse con un primo, después de cuatro meses y diez días de luto; él es muy pobre, como lo son todos, y no hay nadie que cuide a sus cuatro hijos. Su hijo mayor, Orvé Omad, de 9 años, se ocupa de los animales, pero por falta de pastos todo el ganado de Amina ha sido diezmado.

Hassan Hambo, presidente de la aldea, explicó que la diferencia entre morirse de hambre y vivir ha sido la distribución de víveres efectuada por el CICR y el gobierno. “No tenemos una respuesta a esta sequía ni al conflicto. ... No tenemos ninguna posibilidad para cuidar a nuestros niños”.

Arasa Daoud, de 13 años, ya piensa en vengarse. “Quiero un rifle para matar a los issas y quedarme con su ganado”. Muchos niños son pastores y, por consiguiente, ya han sido iniciados en el conflicto.

Nick Danziger

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