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Los Orígenes De La Crisis Financiera De Argentina: Una Comparación Con Las Crisis Asiáticas

yogibb23 de Noviembre de 2012

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Boletín Económico de Información Comercial Española

nº 2715, 7-13 de enero de 2002, pp. 9-14

Los orígenes de la crisis financiera de Argentina:

una comparación con las crisis asiáticas

Pablo Bustelo

Diciembre de 2001

La crisis financiera de Argentina en 2000-2001 presenta, pese a sus peculiaridades,

un buen número de similitudes con las crisis asiáticas de 1997-1998: ambas se

vieron precedidas de fuertes entradas de capital extranjero, apreciación de la

moneda, endeudamiento externo a corto plazo, deterioro del saldo corriente,

aumento del riesgo de insolvencia, pánico bancario y comportamiento especulativo

y gregario de los inversores internacionales.

Pablo Bustelo es Profesor Titular y director del Grupo de Estudios Económicos de

Asia Oriental (GEEAO) en el Departamento de Economía Aplicada I de la

Universidad Complutense de Madrid.

E-mail: bustelop@ccee.ucm.es

URL: http://www.ucm.es/info/eid/geeao.htm

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La crisis financiera en Argentina en 2000-2001 ha sido explicada por algunos

analistas como el resultado de la incompatibilidad entre el régimen cambiario (la

junta monetaria creada en 1991) y la política fiscal (incapaz de reducir el déficit

presupuestario), por lo que se trataría supuestamente de una crisis financiera de

primera generación. No obstante, un análisis comparado con las crisis asiáticas de

1997-1998, denominadas por muchos expertos crisis de segunda o incluso tercera

generación, permite concluir que ambas han presentado similitudes importantes.

Este artículo pasa revista, en primer lugar, a las causas desencadenantes de la crisis

argentina. En segundo lugar, aborda las similitudes y diferencias de esta última con

las crisis asiáticas. Finalmente, hace una breve reflexión sobre los factores generales

de las crisis financieras de los últimos años en las economías emergentes, para

concluir que se trata en realidad de crisis recurrentes propiciadas por la

globalización.

1. Origen y desarrollo de la crisis financiera de Argentina

Para hacer frente a la hiperinflación de los años ochenta y primeros noventa (346%

de media anual en 1983-92; 1.344% en 1990 y 84% en 1991), el gobierno argentino

optó por llevar a cabo, desde abril de 1991, una fuerte estabilización basada en el

tipo de cambio, con la ley de convertibilidad de marzo de ese año, que creó una

junta monetaria o caja de conversión (currency board), en virtud de la cual se

estableció la paridad completa dólar-peso y se respaldaron los pesos en circulación

con reservas en dólares. Es bien sabido que el uso del tipo de cambio fijo como

ancla dura para la desinflación suele tener éxito en la contención del crecimiento de

los precios. Sin embargo, tal opción impide, como es conocido, recurrir a las

políticas cambiarias o monetarias para ajustar la economía ante perturbaciones

externas tales como la apreciación de la moneda de referencia (o la depreciación de

la moneda de un importante socio comercial) o el incremento de los tipos de interés

internacionales. Además, aunque la desinflación puede en teoría permitir una

depreciación de la moneda en términos reales y un incremento de la

competitividad, lo cierto es que, en la práctica, la caída de la inflación suele ser más

lenta que la apreciación de la moneda de referencia. Además, si la desinflación

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desemboca en deflación, como ocurrió precisamente en Argentina desde 1999, el

resultado es que se retraen los componentes de la demanda, se produce una caída

del PIB y aumenta, entre otras cosas, el déficit presupuestario.

Los resultados de la estabilización argentina fueron positivos en un principio (véase

el cuadro 1), gracias al descenso de los tipos de interés: crecimiento considerable

hasta 1998 (pese a la recesión de 1995 debida al efecto tequila derivado de la crisis

mexicana de finales de 1994); fuerte desaceleración del índice de precios;

recuperación de las exportaciones, aumento de la tasa de inversión, etc..

[INSERTAR CUADRO 1, que figura al final del texto]

Aunque el crecimiento del PIB aumentó (de una variación negativa de 0,7% en

1980-90 a una tasa positiva de 4,7% en 1991-99, a pesar de las recesiones de 1995 y

1999) y se consiguió controlar la inflación (que se situó por debajo de 4% desde

1994 y de 1% desde 1996), la caída de los tipos de interés no eliminó el amplio

diferencial con los tipos internacionales. Entre 1994 y 2000 el tipo internacional de

referencia (LIBOR) rondó 5-6% mientras que el tipo de interés argentino

(deflactado por la variación del tipo de cambio real) se situó entre 8 y 12%.

Además, a partir de los primeros años noventa, se procedió a una importante

apertura financiera (y comercial) y a la privatización masiva de empresas estatales,

como se detalla en Pou (2000) y, más extensamente, en Pastor y Wise (1998),

Bambaci et al. (1999) y Kiguel (2001). La apertura financiera fue virtualmente total

a raíz de la adopción de la caja de conversión en 1991 y de la reducción

consiguiente de las restricciones a la movilidad del capital: aumento de los

depósitos y créditos en dólares, libre entrada de inversión directa y en cartera,

eliminación de las barreras a la entrada de bancos extranjeros, libre emisión

bancaria de títulos negociables en moneda extranjera, entrada, sin trabas, de capital

extranjero en compañías de seguros y fondos de pensiones, etc. (véase Penido y

Prates, 2000). En cuanto a la privatización, baste señalar que el gobierno obtuvo

unos ingresos por ese concepto superiores a los 16.000 millones de dólares entre

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1991 y 1998 y que la inversión directa extranjera pasó de 1.836 millones en 1990 a

8.094 millones en 1997.

El establecimiento de un tipo de cambio fijo, el diferencial de tipos de interés, la

apertura financiera y la privatización de empresas públicas generaron una fuerte

entrada de capital extranjero. Según datos de la CEPAL, la transferencia neta de

recursos pasó de 6.402 millones de dólares en 1992 a 10.449 millones en 1998. La

financiación externa neta pasó de ser negativa (-3,1% del PIB) en 1990 a suponer

2,1% del PIB en 1995 y 5,9% en 1998.

Las entradas de capital extranjero tuvieron dos efectos principales. En primer lugar,

se produjo, al aumentar la demanda internacional de pesos, una apreciación en

términos reales de la moneda, a lo que contribuyó también el diferencial de

inflación y el aumento de la cotización internacional del dólar desde 1995 respecto

de las monedas de Brasil y de la Unión Europea, los principales socios comerciales

de Argentina y receptores de casi la mitad de sus exportaciones. El diferencial de

inflación fue positivo en 1993-95. El dólar se apreció en los mercados

internacionales desde mediados de 1995 y, sobre todo, desde la devaluación del real

brasileño de enero de 1999. Así, el tipo de cambio efectivo real pasó de 100 en 1990

a 125 en 1998 y a 132 en 2000. En segundo lugar, se registró una acumulación de

deuda externa, ya que las entradas de capital consistieron no sólo en inversión

directa sino también y sobre todo en inversión en cartera (para la adquisición de

bonos denominados en dólares) y en préstamos bancarios. Entre 1992 y 1998,

Argentina recibió más de 170.000 millones de dólares de capital extranjero, siendo

las partidas principales, según los rubros de la balanza de pagos (cuadro 2), la

inversión en cartera (88.219 millones, 51,4%) y las “otras” inversiones (46.718

millones, 27,2%).

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Cuadro 2. Entradas acumuladas de capital extranjero en Argentina, 1992-1998

Millones de dólares Porcentajes

Inversión directa 36.615 21,3

Inversión en cartera 88.219 51,4

Otras inversiones 46.718 27,2

Total 171.552 100,0

Fuente: elaboración propia con datos de la CEPAL.

La deuda externa total pasó de 61.337 millones de dólares en 1991 a 85.678

millones en 1994, a 109.774 millones en 1996 y a 141.371 millones en 1998. En

relación al PIB, la deuda externa pasó de 27,4% en 1992 a 51,1% en 1998. En

proporción de las exportaciones de bienes y servicios, creció de 407,1% a 523,6%

entre esos dos años. La deuda externa correspondió fundamentalmente al sector

público (véase el cuadro 3).

Cuadro 3. Deuda externa total en Argentina, 1993-1999 (en % del PIB)

1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

Pública 23,4 24,7 26,0 27,0 25,5 27,6 30,0

Privada 7,1 8,5 12,2 13,3 16,9 19,5 21,1

Total 30,5 33,2 38,2 40,3 42,5 47,1 51,1

Fuente: FMI.

La mayor parte de la deuda pública externa se debió a la adquisición de bonos y

títulos. El grueso de la deuda privada externa correspondió a títulos y bonos

privados no financieros, a deuda bancaria y a créditos al sector financiero.

El deterioro de competitividad debido a la apreciación de la moneda, junto con el

descenso de los precios de las materias primas (en 1999, 68,3% de las exportaciones

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