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Crisis Financiera


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  3.641 Palabras (15 Páginas)  •  304 Visitas

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LA CRISIS ECONÓMICA Y

FINANCIERA EN LOS PAÍSES DE

AMÉRICA LATINA Y DEL CARIBE.

CONSECUENCIAS FUTURAS

Antonio Martínez González

Universidad Rey Juan Carlos

España

Mucho se ha hablado y escrito sobre la actual crisis económica

y financiera que está golpeando tan duramente las economías

desarrolladas. Al afectarnos de manera tan compleja y directa, se

está prestando escasa atención a sus efectos sobre las economías

y el sistema financiero de América Latina y el Caribe. El objeto

de este trabajo es el de analizar de qué forma la crisis actual se

está manifestando en dicha zona y los posibles efectos futuros

sobre su sistema económico y financiero.

El contexto de partida

La grave crisis económica y financiera que ha hecho temblar las bases de la

economía mundial a partir del otoño de 2008, también se ha manifestado

con crudeza en los países de América Latina y del Caribe, ralentizando un

ciclo expansivo de crecimiento económico sostenido que entre el 2003 y

el 2008 había alcanzado, en términos reales, un crecimiento conjunto del

29,76% del PIB y del 22,11% de la renta per cápita.

1

Si bien es cierto que el ojo de huracán de esta crisis estaba situado

en los países desarrollados, trasladando a continuación sus efectos a las

economías emergentes, también es cierto que la región parece ahora mejor

preparada para enfrentarse al impacto de este nuevo episodio crítico de

1. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),

Anuario Estadístico 2009

, Nacio-

nes Unidas, Santiago de Chile, 2010, p. 79-80, y elaboración del autor.

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-

XIV Encuentro de Latinoamericanistas Españoles

las economías globalizadas de libre mercado. De hecho, tras casi dos años

desde su comienzo, parece evidente que tanto la naturaleza misma de la

crisis, así como la capacidad de reacción de las economías de América

Latina y del Caribe son sustancialmente diferentes de cuanto se observó

que sucediera de forma sistemática después de la crisis de la deuda de

los años ochenta, del efecto tequila a mediados de los noventa, o de las

perturbaciones que dieron lugar a la crisis asiática de 1997 hasta principios

de esta década.

A diferencia de aquellas recesiones, la región no ha experimentado hasta

el momento ni huida de divisas al extranjero, ni problemas particulares de

endeudamiento. Al contrario de cómo ocurrió en las crisis anteriores, los

países de la región cuentan hoy en día con un cierto margen de maniobra

que, a pesar de su heterogeneidad, les ha permitido activar políticas

monetarias y fiscales dirigidas a contrarrestar los efectos de la crisis. No

obstante, tampoco existen evidencias sólidas que permitan predecir que

el ritmo de la recuperación pueda ser rápido. A pesar de apreciarse una

cierta recuperación de las cotizaciones en bolsa, la subida de los precios de

las materias primas, la mejora de los indicadores de confianza, todo parece

indicar que la salida de la crisis será lenta y gradual, particularmente por

lo que se refiere a la regularización de los mercados financieros.

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Además, en este contexto, no hay que dejar de olvidar que, aparte de

los efectos dañinos y persistentes en el campo económico y comercial, las

crisis periódicas del sistema globalizado de economía de libre mercado

conllevan un coste social muy importante para grandes capas de población

mundial. Una de las consecuencias más graves de los periodos de recesión

de la economía real se traslada al ámbito social vía el mercado de trabajo.

Este reacciona de forma natural frente a la contracción de la actividad

económica con ajustes en la contratación de mano de obra y con el

consiguiente aumento en la tasa de desempleo. La pérdida de puestos de

trabajo, la reducción de los salarios reales y la precarización del trabajo,

se traducen automáticamente en una reducción de la renta disponible de

las familias, en una menor protección social para los trabajadores, y por

lo tanto en un incremento de la población que vive en el umbral de la

pobreza. Cambiar el sentido de esta dinámica requiere de un lento proceso,

ya que resulta difícil recuperar los índices de renta per cápita en las etapas

subsiguientes a una crisis. Sin lugar a dudas, el mejor ejemplo de una

situación parecida

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