MARBURY VERSUS MADISON: EN LOS ORÍGENES DE LA SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y EL CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD Miguel Carbonell SUMARIO: I. Introducción. II. John Marshall: Modelo De Juez. III. La Llegada Del Caso A La Corte Y La Sentencia. IV. Críticas Y
daniel22216 de Noviembre de 2013
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MARBURY VERSUS MADISON: EN LOS ORÍGENES DE LA
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL Y EL CONTROL DE
CONSTITUCIONALIDAD
Miguel Carbonell
SUMARIO: I. Introducción. II. John Marshall: modelo de juez. III. La llegada del caso a
la Corte y la sentencia. IV. Críticas y antecedentes de Marbury. V. Conclusión. VI.
Bibliografía.
I. INTRODUCCIÓN
Marbury versus Madison es probablemente el caso más famoso del constitucionalismo
moderno. Todos los manuales de derecho constitucional de los Estados Unidos comienzan
con su exposición para explicar el significado de la Constitución de ese país. Pero el interés
del caso va más allá del constitucionalismo norteamericano y se instala en la discusión
sobre el lugar que debemos dar a la Constitución dentro del sistema jurídico.
En realidad el caso Marbury no se refiere, como podría parecer, a una cuestión de derechos
fundamentales, sino más bien a una de las posibles vías para garantizar –para hacer
efectiva- la Constitución. Es decir, Marbury trata de un asunto de teoría general de la
Constitución (la supremacía constitucional) y de teoría de derecho procesal constitucional
(el papel de los jueces ante las leyes inconstitucionales).
Para comprender el sentido de la sentencia Marbury conviene tener presente el contexto
histórico y político en el que el fallo se produce y los múltiples factores que conducen hacia
una decisión de tanta trascendencia.
II. JOHN MARSHALL: MODELO DE JUEZ
El primer antecedente contextual que debemos analizar para entender el sentido de la
sentencia Marbury tiene que ver con su gran protagonista: John Marshall, presidente en ese
entonces de la Corte Suprema de los Estados Unidos y considerado de forma unánime por
la doctrina constitucional norteamericana como el mejor juez que la Corte ha tenido en toda
su historia.
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Marshall había nacido en 1755 y era el mayor de una familia de 15 hijos. Su familia era una
de las principales de Fauquier County en el Estado de Virginia. Junto a su padre, Marshall
desarrolló durante su adolescencia y juventud tareas en las grandes plantaciones familiares.
Años antes de llegar a la Corte Marshall fue elegido por el Presidente George Washington
como delegado especial de los Estados Unidos para negociar un tratado de amistad con
Francia, que para 1797 estaba en guerra con Inglaterra, circunstancia que quería ser
aprovechada por Washington. En Paris Marshall y sus acompañantes tuvieron que enfrentar
un episodio de gruesa corrupción gubernamental a cargo de quien era ministro de
relaciones exteriores, Talleyrand. A su regreso de Francia Marshall tuvo un buen
recibimiento ya que la opinión pública se había enterado de que él y los demás
representantes americanos resistieron las presiones del gobierno francés para aceptar un
tratado de amistad que conllevaba el pago de “comisiones ocultas” para el ministro
Talleyrand y sus secuaces. Es posible que los meses que pasó en París hayan sido de gran
provecho para Marshall.
Su camino a la Suprema Corte se comienza a preparar en diciembre del año 1800, cuando
el tercer presidente de la Corte, Oliver Ellsworth, renuncia al cargo. El Presidente de los
Estados Unidos, John Adams, nombra entonces a John Jay para sustituirlo; Jay –que era el
autor de algunas páginas de El Federalista- ya había sido el primer Presidente de la Corte,
entre los años 1789 y 1795. Jay terminó no aceptando el cargo. Adams consideró entonces
que el nombramiento debía recaer en Marshall, que en ese momento ocupaba el cargo de
secretario de Estado en el gobierno federal (equivalente al cargo que en México
denominamos como “Secretario de Relaciones Exteriores”). Con ese nombramiento Adams
intentaba escapar al fuego cruzado que se estaba librando entre el partido federalista y el
anti-federalista. El 27 de enero de 1801 el Senado ratificó el nombramiento de Marshall y el
4 de febrero tomó posesión de su cargo. Un dato quizá curioso es que Marshall desempeñó
durante un mes el cargo de presidente de la Corte y de secretario de Estado
simultáneamente (más adelante veremos que en esta doble tarea tuvo su origen remoto el
caso Marbury versus Madison). La renuncia a la secretaría de Estado para dedicarse de
tiempo completo a la Corte ocurre cuando el nuevo Presidente, Thomas Jefferson, toma
posesión de su cargo el 4 de marzo de 1801.
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La relación entre Jefferson y Marshall estuvo marcada durante muchos años por una gran
rivalidad, posiblemente derivada del enorme talento de ambos y de su sentido de la
trascendencia histórica, lo que los hacía enfrentarse en repetidas ocasiones (Simon).
Un dato que ha llamado la atención de varios historiadores es que Marshall, en la primera
sesión de la Corte a la que acude como Presidente, se viste con una toga completamente
negra, mientras que sus colegas utilizaban modelos copiados de los jueces ingleses, que
incorporaban diversos colores. A partir de la segunda sesión todos sus compañeros lo
imitaron y desde entonces la toga negra no ha dejado de usarse en la sala de la Corte
Suprema de los Estados Unidos (Simon); muchos países, sobra decirlo, siguieron con el
tiempo su ejemplo.
Cuando Marshall toma posesión como Presidente de la Corte el poder judicial era por
mucho la rama de gobierno menos respetada y la más débil. Además, la posición política de
Marshall era especialmente complicada, ya que tenía enfrente a un Presidente de los
Estados Unidos del partido rival y un congreso que también estaba dominado por el Partido
Republicano.
¿Cómo es que con esos antecedentes pudo Marshall no solamente imponer sus criterios
jurídicos, sino lanzar a la Corte de los Estados Unidos hacia el más alto pedestal de las
cortes supremas de todo el mundo?
Para algunos analistas hay cuatro razones que explicarían el enorme impacto de Marshall
en la historia constitucional de los Estados Unidos y del mundo. Como dato adicional a las
razones que veremos enseguida, conviene tener presente que un factor relevante fue que
Marshall gozó de una gran longevidad y que durante toda su vida tuvo buena salud. Este
dato no es menor si se considera que estuvo en el cargo de Presidente de la Corte durante
34 años, hasta el día de su muerte. Pero las cuatro razones que dan los analistas para su
éxito son (Schwartz):
a) su férrea y tenaz voluntad de imponer sus propios puntos de vista, lo que le generó no
pocos enfrentamientos con las otras ramas de gobierno;
b) su sentido partidista a favor de los federalistas, lo que le hizo dirigir su talento jurídico
hacia la construcción y consolidación de un gobierno de alcance nacional;
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c) el dato jurídicamente más relevante es que supo combinar el poder judicial que la
Constitución le reconocía a la Corte en su artículo III con la cláusula de supremacía del
artículo VI de la misma Constitución, creando el mecanismo de la judicial review; y
d) la fuerte personalidad de Marshall y su don de mando le permitieron que cada uno de los
jueces que sirvieron en la Corte durante su mandato (fueron un total de quince) se
acomodaran de una u otra manera a sus puntos de vista; no hubo en la Corte de Marshall un
“gran disidente” y de hecho el propio Marshall solamente se quedó en minoría de votos en
una ocasión durante toda su carrera judicial. Marshall convivió en la Corte con grandes
juristas, como Joseph Story, pero su liderazgo dentro de ella fue incontestable. De ahí, en
parte, su fama. Sobre este último punto Bernard Schwartz escribe: “El Presidente (de la
Corte) debe ser un líder y Marshall lo era en grado sumo. Dominaba a su Tribunal como
ningún otro Presidente lo ha hecho”.
III. LA LLEGADA DEL CASO A LA CORTE Y LA SENTENCIA
Como el lector se lo podrá imaginar a partir de lo que se acaba de decir, el contexto
político-social de finales del siglo XVIII y principios del XIX en Estados Unidos estaba
muy polarizado entre los partidos políticos rivales, a partir de las distintas visiones que
tenían de lo que deberían ser los Estados Unidos.
En la última década del siglo XVIII, el Partido Federalista que estaba en el gobierno había
cometido diversos atropellos que causaron gran malestar. Por ejemplo expidió una Ley de
Sedición para castigar a todos los que hablaran en contra del Presidente Adams o del
Congreso dominado por los propios Federalistas. La ley fue impugnada por considerar que
se oponía a la Primera Enmienda que garantizaba la libertad de expresión sin límite alguno.
En este contexto empieza a surgir el caso Marbury cuando el 27 de febrero de 1801,
faltando pocos días de la toma de posesión de Jefferson como Presidente y del cambio de
poderes en el Congreso (que pasaría a estar bajo dominio de los republicanos), fue
aprobado por el Presidente Adams el nombramiento de 42 jueces de paz para servir por un
periodo de cinco años en el distrito judicial
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