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Manifiesto contra escolar. Diluyendo la heteronormatividad


Enviado por   •  12 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  2.017 Palabras (9 Páginas)  •  267 Visitas

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Universidad Nacional de Mar del Plata

Facultad de Humanidades

Departamento de Ciencias de la Educación

Cátedra: Problemática Educativa

Trabajo Práctico N°5

Ensayo

Alumna: Maruyama, Mariana Mat. N°16894 (Historia)

Comisión: Folgar, Jueves de 10 a 12 hs.

2013

Manifiesto contra-escolar

Deconstruyendo la escuela heterocentrada

Estamos en Argentina, año 2013. Una mujer ejerce la presidencia de la Nación. Se promulgaron diversas leyes que tienden a socavar el imaginario colectivo heteronormativo. ¿Qué pasa en la sociedad? Vayamos a algo más micro, ¿qué pasa en la escuela? Podemos pensar que estamos frente a un proceso de aceptación de la diversidad sexual y de género; pero podemos ir más lejos y sostener también que presenciamos una arista de la “re-colonialidad”[1] de las subjetividades sexuales y los cuerpos. Este concepto en realidad está aplicado a la multiculturalidad, pero creo que puede extenderse a cuestiones de género y sexualidades, ya que al fin y al cabo éstas emergen y forman parte de nuestra cultura. Simplificando, a través del reconocimiento de la diversidad  y la promoción de la inclusión ¿la heteronormatividad y los roles asignados se están diluyendo? ¿Qué papel cumple la escuela en esto?

Cuando hablo de re-colonialidad aplicada al campo de roles de género y sexualidades, se expresa en el sentido de ver en la supuesta inclusión y reconocimiento de la diversidad sexual un proceso de incorporación de la diferencia que la neutraliza y la vacía de su significado efectivo[2]. Es decir, el respeto a la diversidad sexual se convierte en una nueva estrategia de dominación, que sigue perpetuando las diferencias.

Si volvemos a los primeros contenidos de la materia, autores relacionados con las Teorías Crítico-Reproductivistas como Bourdieu, Passeron y Althusser veían a la escuela como parte de un contexto social, histórico y político. Y dentro de este contexto, la escuela actuaba como reproductora de la cultura de las clases hegemónicas, de sus dictados y normas encuadrados en la perpetuación de la diferencia de clases. El concepto de hegemonía que utilizaré es el dado por Tiramonti, en cuanto hace hincapié en la función de dirección cultural de la clase dominante, que requiere la integración del conjunto de la población a un cuerpo de creencias en las que están representados los intereses de dominantes y dominados. Esto implicaba llevar a cabo estrategias para homogeneizar y normalizar, dejando fuera a quienes no lograban integrarse. Dentro de esta cultura hegemónica, también se incluyen las representaciones sexuales “adecuadas” y los roles de género definidos acordes a sus preceptos. Es decir, la escuela es reproductora de la heteronormatividad[3] y de definiciones tajantes de lo que una mujer y un hombre deben ser. Esta categoría ha sido muy significativa para mí luego del Trabajo Práctico N°3, ya que ha otorgado otro sentido a los textos vistos, desde el primero al último. En palabras de Alonso y Morgade (…) la escuela contribuía no solamente a la perpetuación de las desigualdades de clase, (tema ligeramente investigado en el marco de las teorías de la reproducción), sino también de las desigualdades entre mujeres y varones, a la vez que proveía de elementos irremplazables en la conquista de autonomía y las posibilidades de transformación.[4] Esta cita creo que explicita muy bien lo que quiero desarrollar aquí. Al mismo tiempo que la escuela reproduce categorías hegemónicas y ayuda a perpetuarlas, también ofrece elementos para cambiar esto. Mi pregunta es si esos elementos forman parte de la “re-colonialidad” tratada más arriba, o verdaderamente pueden transformar la realidad. Creo que en el marco de los currículums actuales, si bien se está tratando de incluir y tratar temas que atañen a la diversidad de género y sexualidades, en mi opinión todavía estamos muy lejos de la transformación.

Por ejemplo, si retomamos el despacho de jueces elaborado colaborativamente, se había llegado al veredicto final  donde se explicitaba que la escuela no es igual para todos. Se llega a esto porque la idea de igualdad pregonada por la escuela respondía a un modelo donde todos sean idénticos, pero en cuya base estaba la profundización de las desigualdades sociales. Aquí prima el marco teórico relacionado con las teorías de la reproducción. Pues bien, estoy de acuerdo en cuanto a la escuela como reproductora de modelos hegemónicos. Podemos entrar en una escuela pública y una privada y ver las tajantes diferencias entre ambas. O podemos ver las diferencias entre alumnos que concurren a escuelas céntricas con alumnos que concurren a escuelas periféricas. Pero también podemos ver que había en sus comienzos escuelas para chicos y escuelas para chicas. Que en los jardines de infantes para la hora del juego estaba “el rincón de la mamá” para las nenas y el “rincón del constructor” para los nenes. En los dibujos de textos escolares y revistas populares de educación las maestras, “las seños”, son mujeres. Entonces, ¿la escuela es igual para todos? Sabemos que no ha cumplido con sus promesas de democracia, acceso a la cultura, movilidad social, asegurar el desarrollo integral de la persona, capacitar para el trabajo, habilitar para el ejercicio pleno de la ciudadanía y facilitar la continuación de estudios superiores porque lo hemos trabajado. Pero tampoco ha brindado una forma de criticar y superar la heteronormatividad, y dejar de lado los roles definidos. Vemos cotidianamente publicidades de productos de limpieza donde las protagonistas son mujeres, publicidades de cerveza o desodorante de hombre donde se exalta la masculinidad frente a la sumisión femenina, y para los niños juguetes de “princesas” y de “campeones”. Vamos a la escuela con esto incorporado. Mujer y hombre son categorías construidas socialmente por la cultura hegemónica. La heterosexualidad se erige como única sexualidad válida. Y la escuela no ha podido escapar de esto. Si seguimos a los críticos reproductivistas, no debería por qué escapar de esto.

Los teóricos reproductivistas elaboraron estas críticas y diagnóstico un tanto pesimista de la realidad. Podemos quedarnos con este panorama, o tratar de descifrar sus raíces y su contenido. De eso se encargó y se encarga la pedagogía crítica. Aquí se combina crítica con posibilidad de cambio.

Creo que la educación es parte de un proyecto político, en coincidencia con uno de los postulados más importantes de la pedagogía crítica. Para teóricos como Giroux, McLaren y Freire la educación tiene que estar comprometida con la justicia social y la democracia. En mi opinión, este tipo de educación no es el que se implementa hoy en día en la mayoría de las escuelas. Existe una educación que trata de incorporar la diversidad, pero no se propone transformar las bases de la sociedad en la que se ubica. La pedagogía de-colonial aporta de manera significativa a esta causa: aquellas pedagogías que integran el cuestionamiento y el análisis crítico, la acción social transformadora, pero también la insurgencia e intervención en los campos de poder, saber y ser, y en la vida; aquellas que animan y una actitud insurgente, de-colonial, cimarrona. Aquellas pedagogías (…) que también se comprometen y podrían comprometerse con la razón del Otro”[5]

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