Metodologia De La Investigacion
mustangpower3 de Julio de 2013
21.235 Palabras (85 Páginas)584 Visitas
La metodología de los programas de investigación científica
Editado por John Worall y Gregory Curie
Versión española de Juan Carlos Zapatero
Revisión de Pilar Castrillo
Título original:
The Methodology of Scientific Research Programmes - Philosophical Papers Volume I
Esta obra ha sido publicada en inglés por Cambridge University Press
Alianza Universidad
Otras obras de Imre Lakatos en Alianza Editorial:
AU 206 Pruebas y refutaciones
AU 294 Matemáticas, ciencia y epistemología
© Imre Lakatos Memorial Appeal Fund and The Estate of imre Lakatos 1978
© Ed. cast.; Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1983, 1989
Calle Milán, 38, 28043 Madrid; teléf. 200 00 43
ISBN: 84-206-2349-0
Depósito legal: M. 28.194-1989
Compuesto en Fernández Ciudad, S. L.
Impreso en Lavel. Los Llanos, nave 6. Humanes (Madrid)
Printed in Spain
Alianza Editorial
ÍNDICE
Introducción: ciencia y pseudociencia
1 La falsación y la metodología de los programas de investigación científica.
1 La ciencia: ¿razón o religión?
2 Falibilismo versus falsacionismo.
3 Una metodología de los programas de investigación científica.
4 Los programas de investigación: Popper versus Kuhn.
Apéndice: Popper, el falsacionismo y la «Tesis Duhem-Quine»
2 La historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales.
Introducción
1 Metodologías de la ciencia rivales: las reconstrucciones racionales como guías de la Historia
2 Comparación crítica de las metodologías: la historia como contrastación de su reconstrucción racional
3 Popper y los problemas de demarcación e inducción
Introducción
1 Popper y la Demarcación
2 Soluciones positivas y negativas del problema de la Inducción: escepticismo y falibilismo
4 ¿Por qué superó el programa de investigación de Copérnico al de Tolomeo?
Introducción
1 Exposiciones empiristas de la «Revolución Copernicana
2 El Simplicismo
3 Las exposiciones de Polanyi y Feyerabend de la Revolución Copernicana
4 La Revolución Copernicana a la luz de los programas de investigación científica
5 La Revolución Copernicana a la luz de la versión de Zahar de la metodología de los programas de investigación científica
6 Un epílogo sobre la Historia de la Ciencia y sus reconstrucciones
racionales
5 El efecto de Newton sobre las reglas de la Ciencia
1 La ruta justificacionista hacia el psicologismo y el misticismo
2. Metodología versus Método en Newton
Bibliografía
Bibliografía de Lakatos
Índice de nombres
INTRODUCCIÓN:
CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA
(Este artículo se escribió a principios de 1973 y originalmente fue dado a conocer como una conferencia por la radio. Fue emitido por la Open University el 30 de junio de 1973 (Eds.).
El respeto que siente el hombre por el conocimiento es una de sus características más peculiares. En latín conocimiento se dice scientia y ciencia llegó a ser el nombre de la clase de conocimiento más respetable. ¿Qué distingue al conocimiento de la superstición, la ideología o la pseudo-ciencia? La Iglesia Católica excomulgó a los copernicanos, el Partido Comunista persiguió a los mendelianos por entender que sus doctrinas eran pseudocientíficas. La demarcación entre ciencia y pseudociencia no es un mero problema de filosofía de salón; tiene una importancia social y política vital.
Muchos filósofos han intentado solucionar el problema de la demarcación en los términos siguientes: un enunciado constituye conocimiento si cree en él, con suficiente convicción, un número suficientemente elevado de personas. Pero la historia del pensamiento muestra que muchas personas han sido convencidos creyentes de nociones absurdas. Si el vigor de la creencia fuera un distintivo del conocimiento tendríamos que considerar como parte de ese conocimiento a muchas historias sobre demonios, ángeles, diablos, cielos e infiernos. Por otra parte, los científicos son muy escépticos incluso con respecto a sus mejores teorías. La de Newton es la teoría más poderosa que la ciencia ha producido nunca, pero el mismo Newton nunca creyó que los cuerpos se atrajeran entre sí a distancia. Por tanto, ningún grado de convencimiento con relación a ciertas creencias las convierte en conocimiento. Realmente lo que caracteriza a la conducta científica es un cierto escepticismo incluso con relación a nuestras teorías más estimadas. La profesión de fe ciega en una teoría no es una virtud intelectual sino un crimen intelectual.
De este modo un enunciado puede ser pseudocientífico aunque sea eminentemente plausible y aunque todo el mundo lo crea, y puede ser científicamente valioso aunque sea increíble y nadie crea en él. Una teoría puede tener un valor científico incluso eminente, aunque nadie la comprenda y, aún menos, crea en ella.
El valor cognoscitivo de una teoría nada tiene que ver con su influencia psicológica sobre las mentes humanas. Creencias, convicciones, comprensiones... son estados de la mente humana. Pero el valor científico y objetivo de una teoría es independiente de la mente humana que la crea o la comprende. Su valor científico depende solamente del apoyo objetivo que prestan los hechos a esa conjetura.
Como dijo Hume:
Si tomamos en nuestras manos cualquier volumen de teología o de metafísica escolástica, por ejemplo, podemos preguntarnos: ¿contiene algún razonamiento experimental sobre temas fácticos y existenciales? No. Arrojémoslo entonces al fuego porque nada contendrá que no sean sofismas e ilusiones.
Pero ¿qué es el razonamiento «experimental»? Si repasamos la enorme literatura del siglo XVII sobre brujería descubriremos que está repleta de informes referentes a observaciones cuidadosas, y que abundan los testimonios bajo juramento, incluso experimentos. Glanvill, el filósofo favorito de la primera Royal Society, consideraba la brujería como el paradigma del razonamiento experimental. Tendríamos que definir el razonamiento experimental antes de comenzar la quema de libros humeana.
En el razonamiento científico las teorías son confrontadas por los hechos y una de las condiciones básicas del razonamiento científico es que las teorías deben ser apoyadas por los hechos. Ahora bien, ¿de qué forma precisa pueden los hechos apoyar a una teoría?
Varias respuestas diferentes han sido propuestas. El mismo Newton pensaba que él probaba sus leyes mediante los hechos. Estaba orgulloso de no proponer meras hipótesis; él sólo publicaba teorías probadas por los hechos. En particular pretendió que había deducido sus leyes a partir de los fenómenos suministrados por Kepler. Pero su desplante carecía de sentido puesto que, según Kepler, los planetas se mueven en elipses, mientras que, según la teoría de Newton, los planetas se moverían en elipses sólo si los planetas no se influyeran entre sí en sus movimientos. Pero eso es lo que sucede. Por ello Newton tuvo que crear una teoría de las perturbaciones, de la que se sigue que ningún planeta se mueve en una elipse.
Hoy es posible demostrar con facilidad que no se puede derivar válidamente una ley de la naturaleza a partir de un número finito de hechos, pero la realidad es que aún podemos leer afirmaciones en el sentido de que las teorías científicas son probadas por los hechos. ¿A qué se debe esa obstinada oposición a la lógica elemental?
Hay una explicación muy plausible. Los científicos desean que sus teorías sean respetables y merecedoras del título «ciencia», esto es, conocimiento genuino. Ahora bien, el conocimiento más relevante en el siglo XVII, cuando nació la ciencia, incumbía a Dios, al Diablo, al Cielo y al Infierno. Si las conjeturas de una persona eran erróneas en temas relativos a la divinidad, la consecuencia del error era la condenación eterna. El conocimiento teológico no puede ser falible sino indudable. Ahora bien, la Ilustración entendió que éramos falibles e ignorantes en materias teológicas. No existe una teología científica y por ello no existe un conocimiento teológico. El conocimiento sólo puede versar sobre la Naturaleza, pero esta nueva clase de conocimiento había de ser juzgada mediante los criterios que, sin reforma, tomaron de la teología; tenía que ser probada hasta más allá de cualquier duda. La ciencia tenía que conseguir aquella certeza que no había conseguido la teología. A un científico digno de ese nombre no se le podían permitir las conjeturas; tenía que probar con los hechos cada frase que pronunciara. Tal era el criterio de la honestidad científica. Las teorías no probadas
...