Mi Cuadra

«Mi cuadra»

Por Mario H. Castellón Duarte

Me crié, en la casa de mi abuelito Arturo Duarte Carrión, No. 435 primero y luego 511 de la Avenida Gral. José de San Martin entre la 4ª.y 5ª. Calle Suroeste o calle 11 de julio, conocida también como la calle del Hospital, aunque era una avenida, En realidad no se debería llamar este artículo «Mi cuadra» sino mi avenida porque abordo casi todo lo que era la 2ª, ave, -S.O de un extremo al otro, pero lo he dejado con el nombre de «Mi cuadra» porque en 2002 hice un artículo más reducido que se centraba en la calle del Hospital, y quiero respetar ese nombre, que es lo principal de lo escrito. Está calle era conocida como calle del Hospital, porque en ella se albergaba todo entero, antes del 58 todo el Hospital General de Managua. Posteriormente, en verdad lo que quedó era la parte del pensionado, la que se pagaba, de la esquina frente a la Chabela Lezama, en la calle 11 de julio, hasta la Capilla, frente a mi casa, el resto, donde fue el hospital del INSS lo ocupaba la sala general, la que era gratis para gente de escasos recursos, y las camas estaban extendidas en fila por los salones, porque la parte de atrás o sea la que quedaba en la 3ª. Ave S.O también era ocupada por la parte general y admisión de esta.

El Hospital fue fundado, según Gratus Halftermayer el 2 de mayo 1876, en que el filántropo don José Ángel Robleto puso la primera piedra del edificio y sobre de ella la suma de 100 pesos plata. Cedió además un seguro de 2,300 dólares para mantenerlo. El señor Robleto fue regidor y Alcalde. El hospital era regentado por monjas Josefinas provenientes en su inmensa mayoría de México, aunque había algunas nicaragüenses, como una madre de apellido Quintana, hermana de don Daniel Quintana, suegro de mi tía Olga Duarte de Quintana.

El Hospital El Retiro se inauguró el viernes 12 de octubre de 1962, con un nuevo director, un Dr. de apellido Quesada, siendo trasladados los pacientes hasta en enero de 1963. El último Director del Hospital viejo fue el Dr. Germán Castillo, que había sido diplomático, y que le decían Herodes, porque muchos de sus pequeños pacientes, era pediatra, se le morían. Este Director, cuando se hizo la misa de año, por los muertos que había causado Tacho Ortíz en León, el 23 de julio de 1960 en la Capilla del Hospital, cuando iban a salir los asistentes, Herodes llamó a la guardia, que llegó al momento en que los estudiantes y demás gente se estaban organizando en la calle para dirigirse en manifestación, a otra misa a la Iglesia de San Antonio. A eso de las 11 y cuarto de la mañana, se aparecieron los Nissan, y comenzaron a disparar los GN sus fusiles «Garand» al aire, la gente huyó despavorida, y se metió en la primera casa que encontraron en su camino.

Al día siguiente un montón de muchachas y algunos chavalos, la inmensas mayoría universitarios de la Facultad de economía o ingeniería de la UNAN, que quedaban en Managua, llegaron a reclamar sus calzados, que habían dejado abandonado en los diferentes cuartos de la casa, e incluso una cartera de mujer repleta de dinero que habían escondido en una de las gavetas de la máquina de coser Singer de mi abuelita Julia, que por supuesto se devolvió también a su dueña. No sé porque la gente prefirió irse descalza, en algunas mujeres tal vez se justifica, porque pueden correr más rápido descalzas, que con zapatos tacón alto, ¿pero las que andaban con tacón bajo y los varones? Yo regresaba unos diez minutos después de las 11 a.m de clase, cuando mi padre, se me acercó a la altura de la casa de Bernabé Pérez Siria, y me tomó de la mano, y me dijo que no oís los balazos, que están tirando los guardias. Yo creía que eran triquitracas, ya que nunca había oído un tiro, y me llevó agarrado de la mano a la casa. Acabábamos de entrar, cuando a alguien se le ocurrió decir que venía la Nicolasa, y entonces mi abuelo Arturo, mandó a cerrar las puertas. Entonces los G.N. le aventaron reata a culatazos, que las quebraron por la mitad vertical, que hubo que ponerles refuerzos con dos varas o palos por detrás, clavadas o atornilladas, se tuvieron que volver a abrir, sino la genocida las hubiera despedazado a culatazos.

Después mi papá me llevó con mi hermana, donde mi tía Leonor de Wheelock, por el cine Margot, y nos llegó a traer por la noche, cuando ya todo había terminado. Fue la primera ocasión que leí un paquín de Superniña, la primita de Supermán, que quien sabe de dónde salió, porque Supermán fue supuestamente el único sobreviviente de Kriptón, y salió de ese planeta en un cohete que construyó su padre Jor- El siendo él tierno, y cuando aparece la Superniña ya es adulto como de 30 años y la niña tiene unos 14.

Mi nombre completo es Mario Hildebrando Castellón Duarte y soy hijo de Mario Castellón Gámez, administrador de empresas y traductor y Elba Duarte de Castellón, ama de casa y estadígrafa, y nací en la sala de operaciones del pensionado del Hospital General de Managua el 16 de octubre de 1950, por operación de cesárea que hiciera en mi madre el Dr. Tomás Pereira. Del hospital solamente se cruzaron de acera mi madre, mi padre y yo, ya que vivíamos exactamente frente a la capilla de dicho hospital.

En la casa vivíamos además de los mencionados mi tía Olga Duarte y su marido José Noel Quintana, con un único hijo para esa época, Daniel. Además estaba mi tía abuela Solignia Perezdiez de Anaya, y una pariente de mi abuelita de nombre Zoila Flores Quesada, hija de un primo de doña Julia, de nombre Guillermo Flores, en los 70‘ s quien fue alcalde de Masatepe, que por pasarse de honrado, cuando fue alcalde de esa ciudad, a pesar de que había ordenado pavimentar todas las calles de Masatepe, no se pavimentaron las dos, que quedaban en la esquina de su casa, fue encarcelado en julio de 1979 y durmió en el duro y frío suelo de una celda por varios días, siendo un anciano de más de 85 años.

En la casa habían vivido los 7 hijos de mis abuelitos, Ricardo, Guillermo, Teniente GN que se sublevó en 1954, Elba, Dora, casada con el Dr. Armando Arce Paíz, Olga, Orlando y Oscar, y una hija natural, Haydee, además de los mencionadas anteriormente, vivieron en algún momento, la esposa de mi tío Ricardo, Aminta Rodríguez, y sus dos primeros hijos, Roger y Mayra, hasta el 6 de enero de 1950, en que se trasladaron de la Hormiga de Oro una cuadra abajo. Mi tía Aminta trajo a vivir con ella de la Trinidad, Estelí a su hermana Briselba,

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