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Más Platón y menos Prozac

BalkiriumMonografía3 de Octubre de 2011

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LOU MARINOFF

Más Platón y menos Prozac

Rústica

Ediciones B - 2000

Más Platón y menos Prozac

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Para quienes siempre supieron que la filosofía era buena para

algo, pero nunca supieron decir exactamente para qué es la

razón por sí misma lo que hace la vida feliz y agradable, al

expulsar todas las ideas y opiniones falsas, y evitar así toda

perturbación de la mente.

EPICURO

La vida examinada es la única que merece ser vivida.

SÓCRATES

El tiempo de la vida humana no es más que un punto, y su

sustancia un flujo, y sus percepciones torpes, y la composición

del cuerpo corruptible, y el alma un torbellino, y la fortuna

inescrutable, y la fama algo sin sentido [...]. ¿Qué puede pues

guiar a un hombre? Una única cosa, la filosofía.

MARCO AURELIO

Las nubes de mi aflicción se disiparon y bebí de la luz. Con mis

pensamientos en orden giré para examinar el rostro de mi

médico. Volví los ojos y posé mi mirada en ella, y vi que era la

enfermera en cuya casa me habían cuidado desde la juventud:

la filosofía.

BOECIO

El hombre no debe sobrevalorar la grandeza y el poder de su

mente.

GEORGE FREDERICK HEGEL

Hacer filosofía es explorar el propio temperamento, pero al

mismo tiempo tratar de descubrir la verdad.

IRIS MÜRDOCH

Los carpinteros dan forma a la madera; los flecheros dan forma

a las flechas; los sabios se dan forma a sí mismos.

BUDA

Lou Marinoff

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AGRADECIMIENTOS

Gracias a los filósofos predecesores y contemporáneos por su perenne

inspiración. La filosofía es un río sin fin, que serpentea aquí y fluye allí, pero

que nunca se seca.

Gracias a tantos colegas académicos y profesionales, en Estados Unidos y

el extranjero, por el intercambio constructivo de ideas. Ellos mantienen

encendida la llama de la búsqueda filosófica, iluminando teorías y prácticas

eficaces.

Gracias a todos los consejeros que aportaron los casos que se estudian en

la presente obra. Debido a las limitaciones habituales, no hemos podido

incluir todas las propuestas. Hemos utilizado casos de Keith Burkum, Harriet

Chamberlain, Richard Dance, Vaughana Feary, Stephen Haré, Alicia

Juarrero, Chris McCullough, Ben Mijuskovic, Simón du Plocky Peter Raabe.

Gracias también a los consejeros filosóficos cuyos trabajos e ideas he

tenido ocasión de mencionar que son: Gerd Achenbach, Stanley Chan,

Fierre Grimes, Kenneth Kipnis, Ran Lahav, Peter Marky Bernard Roy.

Gracias a nuestros colegas holandeses – sobre todo a Dries Boele e Ida

Jongsma – por formar al primer grupo de expertos norteamericanos en el

método nelsoniano de diálogo socrático.

Gracias a muchos otros cuya clarividencia y apoyo constante han

contribuido al florecimiento del asesoramiento filosófico en Estados unidos,

entre los que se cuentan Charles DeCicco, Joelle Delbourgo, Rubén Diaz

Jr., Paúl del Duca, Ron Goldfarb, John Greenwood, Robbie Haré, Mahin

Hassibi, Meri Horfinan, Ann Lippel, Thomas Magnell, Robyn Leary Mancini,

Jean Méchame, Thomas Morales, blanda Moses, Gerard O’Sullivan, Mehuí

Shah, Paúl Sharkey, Wayne Shelton, Jennifer Stark, Martin Tamny y

Emmanuel Tchividjian.

Gracias también a Tin Duggan, por su experto y cordial quehacer como

editor.

Por último, gracias a Colleen Kapklein, quien tradujo hábilmente mis

elípticas divagaciones en una prosa comprensible.

He aprendido que todo filósofo puede escribir un libro poco popular sin

contar con ninguna ayuda. Al fin y al cabo, nuestro don es abordar asuntos

sencillos y hacerlos asombrosamente complejos. En cambio, la escritura de

Más Platón y menos Prozac

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éxito requiere arte y fidelidad para hacer que los asuntos más complejos

sean asombrosamente sencillos, tarea que no habría podido concebir, y

mucho menos realizar, sin la ayuda de una experta.

LOU MARINOFF

Nueva York, 1999

Los casos estudiados en estas páginas proceden de mi consulta y de las de

colegas que me han autorizado a incluirlos. El anonimato de nuestros

clientes se ha garantizado cambiando nombres, lugares, ocupaciones,

detalles y demás datos pertinentes. Aunque sus identidades sean ficticias,

el provecho filosófico que sacaron es real.

Lou Marinoff

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PRIMERA PARTE

LOS NUEVOS USOS DE LA SABIDURÍA ANTIGUA

La crisis de la filosofía y su reciente recuperación

Contra las enfermedades de la mente, la filosofía

dispone de remedios; por esta razón se la

considera, con toda justeza, la medicina de la

mente.

EPICURO

Ser filósofo no consiste en el mero formular

pensamientos sutiles, ni siquiera en fundar una

escuela [...]. Consiste en resolver algunos de los

problemas de la vida, no en el ámbito teórico, sino

en el práctico.

HENRY DAVID THOREAU

Una mujer joven hace frente al cáncer de mama terminal de su madre. Un

hombre de mediana edad prevé un cambio de rumbo en su trayectoria

profesional. Una mujer protestante cuya hija está comprometida con un

muchacho judío y cuyo hijo está casado con una chica musulmana tiene

miedo de los conflictos religiosos que puedan surgir en su familia. Un

ejecutivo financiero con una brillante carrera a sus espaldas se debate

sobre si debe abandonar a su esposa tras veinte años de matrimonio.

Una mujer vive plenamente feliz en pareja, pero sólo uno de los cónyuges

quiere tener hijos. Un ingeniero separado, padre de cuatro hijos, teme que

delatar un error de diseño en un proyecto importante pueda costarle el

empleo. Una mujer que tiene todo cuanto creía desear (un marido y unos

hijos que la quieren, una casa bonita, una profesión bien remunerada) lucha

Más Platón y menos Prozac

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contra la falta de sentido de su vida; cuando piensa en ella se pregunta:

«¿Esto es todo lo que hay?»

Todas estas personas han buscado ayuda profesional para resolver los

problemas que las abruman. En otros tiempos, quizás habrían acudido a la

consulta de un psicólogo, un psiquiatra, un asistente social, un consejero

matrimonial o incluso a la del médico de cabecera para dar con el

tratamiento que les curaría su «enfermedad mental».

O quizás habrían consultado sus dudas con un guía espiritual o recurrido a

la religión en busca de orientación e instrucción moral. Y puede que a

algunos de ellos les diera buen resultado. Ahora bien, también cabe que

tuvieran que soportar largas conversaciones sobre su infancia, detallados

análisis de sus pautas de comportamiento, recetas de antidepresivos o

peroratas sobre la naturaleza pecaminosa del ser humano y el infinito

perdón de Dios, sin que ninguno de estos trances llegara al meollo de su

lucha interior. Asimismo, es probable que emprendieran una prolongada

terapéutica, sin fecha de finalización, centrada en el diagnóstico de una

enfermedad como si se tratara de un tumor que es preciso extirpar o de un

síntoma que pudiera controlarse con medicamentos.

Sin embargo, ahora existe otra opción para las personas que se muestran

insatisfechas o contrarias a las terapias psiquiátricas y psicológicas: el

asesoramiento filosófico. Lo que hicieron las personas descritas más arriba

fue buscar una clase de ayuda distinta. Consultaron con un filósofo para

hallar nuevas ideas fundamentadas en las grandes tradiciones del

pensamiento humano. Puesto que las instituciones religiosas oficiales

pierden autoridad ante un número creciente de personas, y que la

psicología y la psiquiatría traspasan los límites de si utilidad en la vida de la

gente (y comienzan a hacer más mal que bien), muchas personas están

cayendo en la cuenta de que la pericia filosófica abarca la lógica, la ética,

los valores, los significados, la racionalidad, la toma de decisiones en

situaciones conflictivas o arriesgadas; en suma, toda la inmensa

complejidad que caracteriza la vida humana.

Las personas que se enfrentan a dichas situaciones necesitan términos

suficientemente profundo y amplios para exponer sus inquietudes.

Sirviéndose de sus respectivas filosofías de la vida, a veces valiéndose de

los grandes pensadores del pasado logran construir un marco de referencia

que les permite arrostrar cualquier situación y pasar al siguiente con

fundamentos más sólidos y con un mayor entereza espiritual o filosófica. Lo

que necesitan es diálogo, no un diagnóstico.

Lou Marinoff

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– 7 –

Usted puede aplicar este proceso a su propia vida. Puede trabajar por su

cuenta, aunque suele resultar útil contar

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