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Niños En Las Carceles


Enviado por   •  10 de Abril de 2014  •  4.193 Palabras (17 Páginas)  •  294 Visitas

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Cochabamba

ACOMPAñAN A SUS PADRES Y SE EXPONEN A SITUACIONES DE INSALUBRIDAD, VIOLENCIA Y DISCRIMINACIóN

Niños y niñas viven en las cárceles en alto riesgo

Algunos juegos para niños en penales son recuerdo. ARCHIVO

Jhonny, de 12 años, ingresó al penal de San Sebastián hace 36 meses , junto a su padre. Fue un día en que los reclusos protagonizaban un motín. “El día que he llegado me ha dado un poco de miedo, porque todos estaban en los techos, golpeando con palos y gritando, tenían sus caras tapadas”, relata. Como Jhonny, varios niños, niñas y adolescentes recuerdan el choque brusco que significó su llegada al penal. Otra cultura completamente desconocida se presenta ante sus ojos: muchos adultos desconocidos, de lenguaje soez, agresivas peleas entre internos, actitudes obscenas, motines y gasificaciones, entre otros fueron convirtiéndose en su nueva rutina. El hacinamiento en los recintos hace inevitable que los pequeños sean testigos de actos violentos, vulgares y degradantes.

“A los internos los meten a un turril y ahí los pegan con palos. Hablan cosas feas entre ellos. A mí me daba miedo porque a mi papá también lo pegaban, yo ya no quería que lo peguen”, recuerda entre sollozos Maciel (7) que desde que era bebé tuvo que trasladarse con su padre y sus cuatro hermanos al penal de San Antonio. “Nos hemos salido de la cárcel, porque mi hermana de 15 años hablaba mucho con los chicos y a mi mamá no le gustaba eso; pero yo extraño harto a mi papá”, cuenta Maciel.

El dormitorio, el jardín y el patio de juegos es una pequeña celda de uno por dos metros.

"El niño debe permanecer la mayor parte del tiempo en la celda o bajo la vigilancia constante de su padre, por seguridad", explica el responsable del proyecto Casa de la Alegría del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges), Rodrigo Pérez.

En la escuela, la ausencia del padre a las reuniones, a citaciones del maestro o preguntas como ¿dónde vives?, o ¿dónde trabaja tu papá? son situaciones que los hace sentir diferentes y a veces discriminados con relación a niños y niñas cuyos padres no están recluidos.

Esta nueva vida marca la actitud y personalidad de este sector, considerado por las autoridades, como el mayor riesgo. "Más del 50 por ciento de nuestros niños tiene conductas agresivas durante el juego o en la escuela. Se perciben conflictos en relación a su sexualidad, son reticentes a las normas o leyes, porque ven que por esa causa sus padres y ellos están recluidos", expresa el psicólogo del Sedeges, Daniel Gonzales.

La población de niños, niñas y adolescentes en los seis penales de Cochabamba es fluctuante. En los recintos penitenciarios de San Sebastián varones y mujeres, San Antonio, El Abra, San Pedro de Sacaba, y San Pablo de Quillacollo, viven entre 60 y 150 niños y adolescentes en cada uno. Las edades están comprendidas entre los 0 y 16 años, según datos de la Casa de la Alegría, Sedeges, y Pastoral Penitenciaria del Arzobispado.

Existen varias razones por las que los padres deciden tener a sus hijos junto a ellos. “Nosotros no queremos soltar a nuestros hijos porque cuando les mandamos a los hogares, los mismos educadores abusan de ellos. Ni en los familiares hay confianza, entonces es preferible tenerlos a nuestro lado”, explica Esperanza, reclusa del penal San Sebastián Mujeres.

En muchos casos, el padre o la madre no son de Cochabamba, pero deben estar recluidos en esta jurisdicción por el lugar donde se cometió el delito. Al perder su fuente de empleo éstos los trasladan a vivir con ellos.

Aunque algunas instituciones y organizaciones no gubernamentales brindan el apoyo psicológico y pedagógico, las condiciones de infraestructura y la nueva forma de vida en las cárceles no permiten superar el riesgo al que están expuestos todos los días. Niños y niñas necesitan apoyo psicológico. Cuando un psicólogo intentaba realizar las pruebas psicológicas algunos adolescentes preguntaban “¿Me vas a dar algo?, porque siempre que vienen, otros nos dan”.

Algunas instituciones brindan el apoyo pedagógico y alimenticio, pero la ayuda debe ser integral para la reinserción en familias ampliadas.

El espacio es inapropiado para el desarrollo infantil

Durante el día van a la Casa de la Amistad. R. RODRÍGUEZ

“Yo creo que éste es el infierno. Entre nosotras nos peleamos, nuestros hijos se pelean, no tenemos buena atención en salud, vivimos como si fuéramos animales”, denuncia Esperanza, reclusa del penal de San Sebastián Mujeres.

La responsable de la Pastoral Penitenciaria del Arzobispado, María de los Ángeles Gonzales, afirma que la penitenciaría no es apta para el desarrollo normal de un niño o niña. “¿Qué fortaleza tiene un niño para poder soportar todo esto?”, pregunta.

En su situación de reclusión, los niños reclaman espacios propios para desarrollar actividades acordes a su edad. “¡Fuera de aquí, tenemos que trabajar’, nos dicen, cuando queremos jugar en el patio. De 8 a 9 de la noche es el horario para los niños, pero como les hacen trabajar hasta tarde, a veces esperamos en vano”, cuenta Jannet (6), reclamando el espacio de un pequeño patio multifuncional en San Sebastián Varones.

Los padres deben trabajar durante todo el día para cubrir las necesidades de sus hijos, muchas veces descuidándolos. Jhonny (12), desde que ingresó al penal, tiene la responsabilidad de proteger a su pequeño hermano, es por eso que todo el tiempo camina junto a él agarrado de la mano.

Algunas instituciones como la Pastoral Penitenciaria, apoyada en las experiencias de otros países, reclaman la urgencia de desarrollar alternativas donde los niños tengan las mismas posibilidades que las de un niño que vive afuera. "Hay que diseñar un plan con profesionales, pedagogos y psicólogos, para crear un espacio cerca o pegado a la cárcel, que les permita tener un contacto diario con sus papás sin que tengan que vivir junto a los reclusos", sustenta Gonzales.

La directora del Servicio de Gestión Social ,Vivian Peñarrieta, considera inviable esta posibilidad. “Creando otro espacio al interior de la cárcel estaríamos regularizando esta situación irregular. Los niños no pueden estar en las cárceles”, dijo, a tiempo de ofrecer más apoyo psicológico.

La libertad es esperada por todos pero que nunca llega

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