Niños Nacidos En La Carcel
iran18 de Febrero de 2012
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NIÑOS CON SUS MADRES EN PRISION: RETOS EDUCATIVOS
Laura Galera García, Profesora Universidad Complutense de Madrid (lauragalera@edu.ucm.es)*
Los menores ingresados en prisión con sus madres: marco general.
El reto de la educación en prisiones cobra mayor significado si atendemos a un
fenómeno internacional: las tasas de encarcelamiento y construcción de prisiones
crecen exponencialmente. En este marco general, el incremento de las mujeres en
prisión un hecho notable. Por ejemplo, España posee la tasa más alta a nivel Europeo
con un 8% de la población reclusa femenina. Entre otros factores ello se debe a que
desde el punto de vista criminológico, en torno al 50% de ellas se encuentra en prisión
por un delito especialmente penado en los Códigos Penales europeos: el delito contra
la salud pública. Es decir, a pesar de que estas mujeres no implican una peligrosidad o
violencia directa para la comunidad, no existen suficientes medidas alternativas a la
prisión o no se tienden a aplicar. La tendencia general es que estas mujeres residan
en pequeñas unidades dentro de las prisiones de hombres porque las cárceles
exclusivamente para mujeres que existen son insuficientes. Obviamente, esto se
traduce en una menor disponibilidad de espacios y recursos para organizar la
respuesta educativa de acuerdo a sus necesidades y características.
En efecto, contextualizar la atención educativa a las madres y niños en prisión requiere
partir de las características básicas de estas mujeres, cuyo perfil sigue un patrón
común en todos los países. Estas variables interactúan generando una situación
particular y diferencial con respecto al colectivo de los hombres en prisión, y entre ellas
podemos subrayar las siguientes:
• Suele ser una mujer joven, marginada socialmente y frecuentemente de
minoría étnica, con un bajo nivel de estudios y formación laboral.
• Presentan una situación multiproblemática que puede incluir
drogodependencias, desempleo, falta de vivienda y enfermedad física y /o
mental.
• También es común que posean un historial de maltrato y abusos sexuales.
• A nivel psicológico y en el ámbito de la personalidad, presentan una baja
autoestima, dependencia emocional, apatía y desmotivación y una tendencia
depresiva.
• Finalmente, hay un elevado porcentaje de madres solteras o separadas con
varios hijos o con su pareja también en prisión.
Este hecho es el que ha originado que históricamente, muchos países hayan
permitido la estancia de sus hijos en prisión con ellas, en algunos todavía no regulada
explícitamente. No obstante, las condiciones y la edad límite de permanencia varían
notablemente. Por ejemplo, en Reino Unido se permite su estancia hasta los 18
meses, en Alemania hasta los seis años, en Holanda hasta los cuatro, en España
hasta los tres años y en El Salvador hasta los cinco. No obstante, el debate sobre la
estancia de niños pequeños en prisión está más vigente hoy que nunca y exige
reflexionar sobre los pros y contras que ello conlleva. En este sentido, podemos
subrayar algunas de las razones que han justificado esta realidad:
• Desde el punto de vista de la Psicología Evolutiva, en esta etapa infantil el
vínculo de apego con la madre se considera primordial para el desarrollo.
• Según algunos estudios (Schaffer & Dellinger: 1999) la separación por el
encarcelamiento produce en las madres mayores sentimientos de ansiedad,
abandono y desarraigo que en los padres, y que además los niños
experimentan consecuencias más negativas si es su madre la que está
encarcelada.
• Muchas de estas mujeres suelen ser el principal sustento familiar (emocional y
económico). Por ello, en la mayoría de los casos en los que no existe el apoyo
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de familiares cercanos optan por tener consigo a sus hijos para que no se
integren el en sistema de protección del menor.
Sin embargo, el derecho de la madre a disfrutar de su hijo y ejercer su rol materno
debe conjugarse con el derecho de los menores a una vida digna, a un desarrollo
integral y a no sufrir las condiciones estrictas de la privación de libertad. Este derecho
de los menores está reflejado en las diferentes legislaciones penitenciarias, que
regulan su proceso de ingreso y su seguimiento, pero no debemos olvidar que además
está avalado por pactos y convenios internacionales como la Convención de los
Derechos del Niño de la ONU. De este modo, las principales preocupaciones se han
centrado en que disfruten de unas condiciones de internamiento adecuadas. En este
sentido, tanto en España como en el resto de países estos niños residen
principalmente en tres dispositivos:
• En primer lugar, en departamentos de mujeres situados en cárceles de
hombres: esta modalidad se define como la menos apropiada porque conviven
con otras mujeres que no tienen niños, la clasificación penal, por grado o edad
es más heterogénea y el control y el régimen no están atenuados.
• En segundo lugar en Unidades o módulos de madres dentro de prisiones de
mujeres: estas unidades están separadas arquitectónicamente del resto de
departamentos para facilitar un régimen de vida normalizado, en teoría cuentan
con servicios médicos ginecológico y pediátrico y con un entorno y recursos
apropiados para el descanso y juego. Asimismo en ellas:
o Hay un centro de educación infantil para los más pequeños (en general
de 0 a 3 años) y se intenta que los mayores asistan a una guardería
externa. No obstante la planificación educativa de estos centros
infantiles no está suficientemente regulada ni adaptada a las
necesidades de estos niños y las características del contexto.
o Suele elaborarse una programación específica de actividades
formativas y lúdicas para la integración del niño en la comunidad
(campamentos, salidas programadas de fin de semana, celebración de
fiestas y cumpleaños…)
o Finalmente, es posible llevar a cabo una mayor colaboración y
participación de instituciones externas, por ejemplo mediante
programas para desarrollar la relación madre-hijo y la personalidad del
niño.
• Por último y en el caso de mujeres clasificadas en tercer grado (semilibertad),
los niños pueden residir en Unidades dependientes para madres. Éstas
constituyen viviendas del entorno comunitario gestionadas conjuntamente por
la prisión de referencia y una organización no gubernamental, con una
convivencia que se basa en la confianza y autorresponsabilidad propias del
régimen abierto. En estas Unidades Dependientes:
o Se da un proceso dirigido a la plena integración laboral y escolar de las
madres y los hijos y a normalizar las relaciones familiares.
o Se enfatiza el entrenamiento de habilidades para la solución de
problemas de la vida cotidiana.
Por ello, es el mejor dispositivo para la reeducación y reinserción social de la madre y
el desarrollo del niño, ya que hay una mayor participación en la comunidad, uso de los
servicios sociales y educativos generales y una intervención más individualizada. No
obstante su número es muy reducido y los perfiles de entrada muy selectivos.
Junto a estas tres modalidades de residencia, España introdujo en 1998 la experiencia
innovadora de los Módulos de parejas. Esta modalidad da respuesta también al
derecho de los padres en prisión a tener también con ellos a sus hijos. Así, se crearon
para proteger los núcleos familiares y porque el desarrollo de la personalidad y la
socialización tienen sus bases en la primera infancia, lo que aconseja el contacto con
las pautas diferenciadas de conducta que representan los modelos del padre y la
madre. Actualmente existe uno en la prisión de Aranjuez (Madrid) con capacidad para
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36 parejas y una demanda importante, ya las parejas desean la convivencia y el apoyo
mutuo junto a sus hijos. En síntesis, este módulo se define por:
• Estar destinado a parejas ambos condenados y clasificados en 2º grado
(régimen ordinario), que pueden tener consigo hasta 2 niños menores de 3
años.
• No pueden acceder los condenados por delitos contra la libertad sexual o con
antecedentes de violencia doméstica.
• La selección es exhaustiva: existe una etapa de preconvivencia que dura entre
1 o 2 meses en la que se pone a prueba la relación. Durante este tiempo se les
permite estar juntos dos horas al día tres días a la semana.
• Hay un programa de formación para padres que incluye cursos sobre hábitos
higiénicos y alimenticios y directrices sobre las distintas fases educativas del
bebé.
• Finalmente, ambos padres participan en las actividades educativas y trabajan
en los servicios del centro o los talleres productivos, por lo que son
remunerados.
La opinión de uno de los padres que pasaron por este módulo de familia refleja lo
positivo de la experiencia:“Esto es el cielo para un preso” exclamaba,
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