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No Lograre Contemplar Su Belleza

buy34re11 de Noviembre de 2012

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1. La Leyenda de los Volcanes

Cuenta la leyenda que Xochiquetzal era una guapísima doncella enamorada apasionadamente del guerrero mas apuesto y orgulloso de esos tiempos. Por diversas circunstancias, el ejército mexica tenia que enfrentar en una cruel batalla al ejército zapoteca. Esta guerra era necesaria para engrandecer el imperio azteca. Después de jurarse amor eterno, el valiente guerrero y la hermosa doncella se separaron. Ella quedó totalmente desconsolada, el partió, con la frente muy en alto y con el corazón lleno del amor de su doncella.

El tiempo transcurría y Xochiquetzal moría de angustia, sabia que era una batalla muy difícil para los mexicas, ya que el señorío zapoteca se convertía en fiera cuando defendía lo suyo, eran hombres muy bravos. Los aztecas tenían una tarea bastante complicada. Los días pasaban y la belleza de Xochiquetzal no pasaba desapercibida por los jóvenes que no habían ido a participar en la batalla. Enamoraban a la doncella, la cortejaban. Sobresalía un joven, apuesto, fuerte, perteneciente al señorío tlaxcalteca.

Este joven un día llegó con una terrible noticia para Xochiquetzal, su guerrero había muerto en batalla. La doncella entonces sintió perder la razón, se sumió en una desconsolada tristeza, todo le daba igual. El tlaxcalteca entonces se atrevió a pedir la mano de la doncella a sus padres, todos aceptaron, aunque ella sabia muy bien que ese paso que daba, era como enterrarse en vida. Pero... que mas le daba todo. Qué importaba ya la vida sin su amado guerrero. Se llevó a cabo el matrimonio y la doncella inició una melancólica vida al lado de su marido. Simplemente Xochiquetzal dejó de sonreír para siempre.

Una tarde Xochiquetzal escuchó ruidos en la calle, algo pasaba. Fue a investigar, aunque en realidad no le importaba nada. Se trataba del regreso de los guerreros aztecas, un regreso humillante, ya que habían sido derrotados, vencidos. Estaban tristes, todos ellos reflejaban la vergüenza en sus rostros. Bueno, no todos. Había un guerrero, que a pesar del fracaso vivido, conservaba la dignidad de su raza azteca.

Xochiquetzal observaba al ejército sin inmutarse. De pronto, sintió una mirada, una mirada penetrante, llena de pasión, que provenía precisamente de aquel guerrero que marchaba con orgullo y entonces ella sintió morir. Era su hombre el que la veía, era su guerrero al que había jurado amor eterno. Llena de odio y furiosa, insultó a su marido tlaxcalteca, lo acuso de hombre vil por haber inventado una mentira que a ella le había hecho morir en vida. ¿Cómo era posible que se hubiese atrevido a inventar la muerte de un hombre?

Entonces Xochiquetzal decidió huir, corrió en dirección al lago, tras ella fuè su marido, pero también su guerrero. Marido y guerrero lucharon por el amor de Xochiquetzal, uno por conservar a su esposa, otro por defender el amor de su vida. El tlaxcalteca fuè herido y huyó. El guerrero entonces fuè en busca de su amada.

La encontró muerta. Ella ya no quiso vivir después de haber sido la mujer de otro a quien le había jurado fidelidad eterna. El guerrero lloró, cubrió con flores blancas el cuerpo de su amada. Y la abrazo largamente, no quería soltarla, quería morir junto a ella.

En el pueblo repentinamente se sintió un fuerte temblor, las nubes se tornaron negras, el miedo se apoderó de todos. La noche cubrió el cielo. Fuè una noche larga, interminable. Pero por fin amaneció. Los mexicas vieron que en su valle habían surgido dos maravillosas montañas nevadas. Una con forma de mujer recostada, otra, alta, impresionante, como un guerrero azteca, hincado a los pies de la mujer. Desde entonces, el volcán lleva el nombre de POPOCATÈPETL, que significa “ montaña que humea” e IZTACIHUATL, que significa “ mujer dormida”. Hasta la fecha ese constante humear del volcán no ha cesado, ya que se dice que es una eterna antorcha que tiene el guerrero para iluminar por siempre a su doncella.

2. LA LLORONA

cuenta la leyenda que Una vez concluida la conquista cortes repartió entre sus soldados bienes y riquezas que pertenecieron a los mexicas y para cimentar su fuerzas, caso a varios de sus capitanes con mujeres de la nobleza indígena, Doña Sol Goodman la hija de uno de los caciques más poderosos del valle de México y le fue entregada en matrimonio a Don Alonzo de Contreras, gracias a su padre a Doña sol jamás le faltaron sirvientes y mano de obra indígena para levantar su palacio, sin embargo Don Alonzo guardaba un secreto que jamás le había confesado a doña sol, el secreto era Que antes de partir a la nueva España don Alonzo se había casado con doña Elvira rica y heredera de una gran fortuna defendía la vida misma de sus padres, tras 5 años de matrimonio y tras la llegada de dos hijos nada parecía alterar la vida de matrimonio, fue entonces cuando una misiva vino a trastornar toda su vida.

Doña Elvira gracias a las influencias de su familia, había obtenido el permiso para viajar a la nueva España a reunirse con su esposo, aquella noche Don Alonzo no durmió, habilo una y otra vez entorno a los prófugos contras de su decisión, rechazar a su primera esposa significaría el abandono de su familia y perder todo los privilegios que hasta ese momento había ganado. Don Alonzo había fraguado un plan y se lo contó a Doña Sol, además de confesarle la terrible verdad, que el estaba casado con una dama de Arcunia a la que su familia le debía todo pero que una vez que llegara a México el debía arreglar la muerte de su mujer y así quedar libre, doña sol horrorizada por la locura de su esposo decidió marcharse de la casa, cuando doña Elvira llego a la ciudad, Doña sol ya había huido con sus hijos para refugiarse en un pequeño jacal que se encontraba en las afueras de la ciudad, Doña Elvira se entero de la otra mujer de su esposo de sus hijos y de cómo Doña sol había tenido que marcharse de su casa y como ella nunca había tenido hijos, se le ocurrió una terrible idea.

Mucho antes de que don Alonzo pudiera poner en practica el plan, doña Elvira le dijo a su esposo lo que sabia, le hablo de Doña Sol, de los hijos que había tenido con ella y del deseo de quedarse con ellos para cuidarlos como si fueran sus propios hijos, a la mañana siguiente don Alonzo le pregunto a su sirviente por el paradero de Doña Sol, que aunque en un principio muchos de ellos se negaron a decirle lo que sabían, fueron más poderosas las amenazas del conquistador, quien ya enterado del paradero de doña sol, se apresuro para ir arrebatarle sus hijos. Doña sol alertada por una de sus sirvientas trato de escapar de la persecución de su esposo, le fue imposible los caballos se acercaban sus hijos estaban cansados y en medio de la mayor de las angustias, ella tomo la peor de todas las decisiones. Cuando Don Alonzo llego hasta el refugio de Doña Sol tan solo encontró los cuerpos sin vida de su esposa y de sus hijos, en su desesperación Doña sol había dado muerte a sus dos pequeños y se había suicidado.

Y desde aquella noche en la ciudad volvió a oírse aquel grito desgarrador que los mexicas escucharon el día que llegaron los españoles, fue el mismo grito ¡Hay mis hijos! que persiguió a Don Alonzo hasta que el mismo puso fin a su vida.

3. La Mulata de Córdoba

Cuenta la leyenda que durante la época del Virreinato, cuando muchas personas morían a manos de la Santa Inquisición acusadas de brujería o de prácticas que iban en contra de la religión, vivía en la Ciudad de Córdoba una mujer mulata de extraordinaria belleza que era hija de padre español y madre negra pero a quien no se le conocía ningún familiar.

Esta mujer a la que todos llamaban La Mulata tenía una belleza tan abrumadora que cualquier caballero que la miraba quedaba perdidamente enamorado de ella y así, su fama poco a poco fue extendiéndose más allá de la región de Córdoba; la mayoría de estos gentiles hombres trataron en vano enamorar a la mujer quien siempre mantenía las puertas de su casa cerradas y rechazaba a cualquiera que intentara acercársele. Por ese entonces, utilizando sólo las hierbas del campo y sin un conocimiento aparente de herbolaria comenzó a curar a los campesinos de enfermedades que incluso los médicos más renombrados no podían vencer; pero además de curar enfermedades, era capaz de predecir tormentas y realizar toda clase de hechizos.

Con el tiempo la gente llegó a sospechar de su singular belleza, de la gran facilidad para curar a los enfermos y de su eterna soltería, así que no tardó en esparcirse el rumor de que La Mulata era amante del diablo, razón por la cual podía curar cualquier enfermedad además de mantenerse siempre joven y hermosa; hubo incluso quienes afirmaron que si pasaban por su casa durante las noches se podían escuchar ruidos temibles, llantos, lamentos y que se veían llamas en el interior de su hogar; muchos también contaron que era posible verla en distintos lugares de Córdoba al mismo tiempo.

Pronto todos los pobladores comenzaron a temerle y los rumores no tardaron en llegar a los oídos del Tribunal del Santo Oficio, donde decidieron tomar cartas en el asunto, apresarla y conducirla hasta el puerto de Veracruz, donde, después de haberla encontrado culpable de practicar brujería y mantener pacto con el Diablo, la encerraron en el Castillo de San Juan de Ulúa donde se le preparaba un auto de fe para sentenciarla

a la hoguera.

Pero un día, la Mulata en su mazmorra, le dijo al carcelero que le llevara un pedazo de carbón. El carcelero le dijo que en lugar de pedirle carbón le rogara al Santísimo por la salvación de su alma, pero seducido por la altiva

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