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Normas De Traducción

Xatser4 de Noviembre de 2014

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LAS NORMAS EN TRADUCCIÓN

Dado que el presente trabajo gira en torno a la actividad traductora en un contexto intercultural, no quería llegar al final sin haber presentado la teoría de las normas de Gideon Toury, ya que, como él mismo explica, el hecho de que el traductor conozca las normas por las que se rige cada cultura, «is therefore a prerequisite for becoming a translator within a cultural environment» (Toury 1995: 1). El traductor, situado entre dos culturas, debe conocer ambas y saber cómo se regula cada una antes de abordar un texto. Para captar lo que lee, necesita entender las normas y ser capaz de analizar las diferencias que existen entre unas y otras. Solo así podrá aplicar las estrategias correspondientes de manera adecuada, y obtener resultados distintos en cada caso (ibíd. 214).

Resulta más sencillo comprender este hecho si también se tienen en cuenta los argumentos de Lawrence Venuti. El autor, en su obra The Scandals of Translation, afirma que la traducción genera polémica por su capacidad para introducir nuevos valores y prácticas en la cultura receptora, y que por tanto el traductor ha de ser capaz de adoptar determinadas estrategias frente a las normas existentes con el fin de hacer prevalecer la diferencia:

The translator of such a project, contrary to the notion of “loyalty” developed by translation theorists like Nord (1991), is prepared to be disloyal to the domestic cultural norms that govern the identity-forming process of translation by calling attention to what they enable and limit, admit and exclude, in the encounter with foreign texts (Venuti 1998: 83).

En otras palabras, podemos afirmar que el traductor, con el fin de garantizar la transmisión del mensaje y la identidad original, tendrá que romper con determinadas normas compartidas por los miembros de la cultura receptora. Sin embargo, si a la vez pretende evitar la inaceptabilidad de su traducción, su comportamiento tendrá que cumplir con algunas de ellas, y así encontrar un término medio, ya que «whereas adherence to source norms determines a translation’s adequacy as compared to the source text, subscription to norms originating in the target culture determinates its acceptability» (Toury 1995: 4). Naturalmente, cuanto más ‘aceptable’ sea el texto en la cultura de llegada, más cambios se habrán producido frente al original, lo que acercará más el texto a los lectores y, de acuerdo con las teorías que hemos visto hasta ahora, más invisible hará al traductor.

TRADUCCIÓN AUDIOVISUAL, TRADUCCIÓN SUBORDINADA,

TRADUCCIÓN INTERCULTURAL

Roberto Mayoral

LA TRADUCCIÓN DE LOS ELEMENTOS CULTURALES

Este planteamiento haría abstracción del medio a través del cual se transmite la información y coincidiría en gran medida con el planteamiento general de la traducción de referencias culturales, que es el siguiente:

Según Nida y Reyburn (1981:14) “Mucho del significado referencial [relación de los símbolos verbales no entre sí sino con los rasgos del mundo no lingüístico] para los receptores de un mensaje depende los supuestos culturales de una sociedad en particular". Los supuestos son las suposiciones subyacentes, las creencias y las ideas que son compartidas generalmente por las personas y que casi nunca son descritas o definidas, sencillamente porque parecen tan básicas y obvias que no requieren una formulación verbal”.

Teorías contemporáneas de la traducción

Materiales para un curso universitario

Anthony Pym

Intercultural Studies Group

¿QUÉ SON LAS TEORÍAS DE LA TRADUCCIÓN?

Los traductores teorizan constantemente. Cuando identifican un problema, normalmente han de escoger entre una serie de posibles soluciones (por eso se puede hablar de “problema”), y dicho proceso necesita cierta capacidad de ver lo que pasa (el término teoría viene probablemente del griego theā, vista + -horan, ver—el que teoriza contempla una vista). O sea, para poder solucionar el problema, el traductor tiene que ver, en el contexto comunicativo, algo que le permita seleccionar una solución y descartar otras.

Este teorizar empieza a hacerse público cuando los traductores comentan su trabajo, cuando teorizan en voz alta, ocasionalmente cuando hablan con otros traductores o con clientes, a veces con compañeros de estudios o profesores, y a menudo consigo mismos. Normalmente, para hablar de estas cuestiones se emplean ciertos términos de índole técnico. Por ejemplo, aquí denominaremos “texto de origen” (TO) a aquel a partir del cual se traduce, y “texto de destino” (TD) a la traducción producida. Por extensión, podemos hablar también de “lengua de origen” y “lengua de destino”, o “cultura de origen” y “cultura de destino”. La “traducción” se entendería pues, en un sentido amplio, como un conjunto de procesos que van de un lado a otro.

LOS PARADIGMAS DE TEORÍAS

A medida que la teorización genera teorías, algunas de ellas desarrollan nombres y explicaciones para multitud de aspectos de la traducción, incluidas palabras para denominar los errores aparentes de las demás teorías. Cuando se llega a esa fase, se puede hablar con legitimidad de diferentes “paradigmas”, entendidos como conjuntos de principios que subyacen a diferentes grupos de teorías (remitimos al sentido general elaborado por Kuhn 1962). Esto ocurre particularmente cuando encontramos ideas, relaciones y principios generales entre los que existe una coherencia interna y un punto de partida común.

Por ejemplo, un conjunto de teorías comparte los términos “origen”, “destino” y “equivalencia”. Todas ellas están de acuerdo en que “equivalencia” se refiere a una relación sustancial entre el “origen” y el “destino”; su punto de partida común es la comparación de los textos de origen con los textos de destino. Las personas que emplean las diferentes teorías de la equivalencia pueden entenderse bastante fácilmente, ya que comparten las mismas ideas generales sobre la finalidad y naturaleza de la traducción. Incluso pueden alcanzar cierto consenso acerca de la existencia de varios tipos de equivalencia. Se trata de personas que teorizan dentro del mismo paradigma.

TEORÍAS DE LA EQUIVALENCIA

El término equivalencia se convirtió en un rasgo común de muchas teorías de la traducción, en varias lenguas europeas, durante la segunda mitad del siglo XX. Su apogeo tuvo lugar durante los años sesenta y setenta, particularmente dentro del marco de la lingüística estructuralista. En líneas generales, la equivalencia presupone que un texto de origen y un texto de llegada pueden tener el mismo valor a cierto nivel y respecto a ciertos fragmentos, y que este valor se puede expresar de más de un modo (si no fuese así, no habría problema sobre qué teorizar). Es más, la incorporación de este supuesto valor compartido es lo que diferencia a una traducción del resto de textos posibles.

Dentro de ese paradigma, hablar de traducciones diferentes implica hablar de distintos tipos de equivalencia. Sin embargo, el paradigma de la equivalencia ha llegado a considerarse ingenuo o limitado en su planteamiento. Mary Snell-Hornby, por ejemplo, rechaza el concepto de la equivalencia porque, según ella, presenta “una ilusión de simetría entre lenguas, simetría que difícilmente existe más allá del nivel de las aproximaciones vagas y que distorsiona los problemas básicos de la traducción” (1988: 22).

LA EQUIVALENCIA COMO CONCEPTO

Al discutir sobre la equivalencia, normalmente se mencionan los típicos malentendidos entre culturas. Por ejemplo, en la cultura anglosajona, el viernes 13 es un día asociado con la mala suerte, con lo que para traducir la expresión Friday the 13th, se debería saber con exactitud qué tipo de información es necesario dar. Si el texto se refiere a un día cualquiera del calendario, se podría traducir Friday como viernes. En cambio, si habla de supersticiones o mala suerte, es probable que sea preferible traducir Friday the 13th como martes y 13. Hay un sinfín de ejemplos como este. Por ejemplo, el color para expresar el luto es el negro en Occidente, pero en la mayor parte de Oriente es el blanco. Asentir con la cabeza en cualquier país europeo es equivalente a decir que sí, pero en Turquía puede expresar desacuerdo. Todo esto puede resultar muy evidente, pero comprender estas diferencias es una parte esencial de la traducción.

El concepto de equivalencia está detrás de estos ejemplos. La equivalencia, como hemos visto, dice que la traducción tiene el mismo valor que el texto de origen, o al menos algún aspecto de dicho texto. A veces ese valor se encuentra a nivel formal (dos palabras se traducen por dos palabras); a veces se halla a nivel referencial (el viernes es siempre el día anterior al sábado); y otras veces a nivel funcional (la mala suerte en inglés se asocia con el viernes mientras que en español está ligada al martes). Es por ello que las dos maneras de traducir que mencionaba Cicerón se pueden considerar una concepción básica de la equivalencia. La teoría de la equivalencia no especifica qué valor se mantiene en cada caso; únicamente defiende que se puede conseguir que un mismo valor se manifieste a algún nivel.

EQUIVALENCIA VS. LENGUA

En la segunda mitad del siglo XX los teóricos de la traducción se enfrentaron a este problema principalmente en el marco de la lingüística estructuralista. Desde Wilhem von Humboldt hasta

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