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Nutricion En México

Vangoh5 de Septiembre de 2014

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INTRODUCCION

De acuerdo con la información difundida de la Encuesta Nacional de Nutrición (ENN) de 1999 realizada por el Instituto Nacional de Salud Pública, en México persisten condiciones elevadas de desnutrición, mientras que están en aumento manifestaciones de mala nutrición por exceso. Algunos resultados generales del estudio sugieren que 30% de la población menor de 5 años tiene un déficit de energía y consumos bajos de zinc, hierro y vitamina A, así como ingesta por arriba de las recomendaciones de proteínas y vitamina C.

En los niños de 5 a 11 años existen problemas de mala nutrición tanto por deficiencia como por exceso: 16.1% de los escolares presenta baja talla para su edad y 4.5%, bajo peso; otro grave problema es la anemia, con una tasa nacional de 19.5%; además, uno de cada cinco niños presenta sobrepeso u obesidad. Los problemas de mala nutrición, sobre todo en los infantes, tienen efectos negativos en la formación de capital humano, que es el recurso más valioso para el desarrollo social y económico de un país.

El panorama alimentario y nutricional de México es complicado, en particular por la llamada transición epidemiológica en que se encuentra el país, caracterizada por la persistencia de antiguos problemas de nutrición y salud ligados a la pobreza, así como por problemas de nuevo cuño asociados con la riqueza.

México es uno de los países más ricos culturalmente hablando y en ello también interfiere su comida, caracterizada principalmente por la utilización del Maíz como base de la mayoría y el chile para acompañar, desde la época donde comenzaron a asentar los primero pobladores y hicieron del maíz su principal cultivo lo que desemboco en memorables comidas. Muchas de nuestras comidas favoritas datan de épocas prehispánicas, pero con el paso del tiempo la comida mexicana a variado y ahora lo que antes era una comida saludable y deliciosa invariablemente a germinado en causa de muchas de las enfermedades que sufren los mexicanos, tal ese el caso de la obesidad, somos el primer lugar en el mundo con niños obesos, y nuestra población adulta no queda exenta de esta enfermedad además de la invariable Diabetes e Hipertensión, en que momento nuestra alimentación se vio afectada de tal manera que ahora lo que siempre habíamos comido es un constante peligro para nuestra salud.

Vivimos en una época donde los contrastes son polos opuestos, por un lado todos conocemos por lo menos a alguna persona que haya padecido trastornos alimenticios y por la otra más de uno tiene un familiar más “gordito” de lo normal, muchas de estas son causa memorable de la educación que durante mucho tiempo nos invitaron a seguir, cosas como el que un niño gordito era igual que un niño sano propiciaron que no viéramos la obesidad con malos ojos hasta que simplemente fue inevitable, además de la vieja costumbre de no levantarse de la mesa hasta que no se acabaran todo el alimento, tengo un amigo que hasta la fecha no importa que tan lleno se sienta no puede dejar de comer mientras haya comida en su plato, con costumbres que tenemos tan arraigadas que no nos damos cuenta

La mala alimentación de los mexicanos han hecho que se desglosen distintas enfermedades en la salud, unas de las más graves es la diabetes y enfermedades cardiovasculares.

ALIMENTACION EN MEXICO.

Nutrirse es indispensable para la vida, pero hacerlo bien es imprescindible para la salud. Si esta necesidad básica no se satisface se ponen en peligro la supervivencia y la salud. Todo individuo nace con una serie de potencialidades que desarrollará en mayor o menor grado según las limitaciones que encuentre a lo largo de su vida; si la limitación comienza por la insatisfacción de la necesidad más inmediata y fundamental y que debería suponerse siempre satisfecha, es muy difícil que el desnutrido desarrolle más que en grado mínimo el potencial con el que nace.

Es difícil imaginar condición más trágica que la de no tener lo más básico; ésa es la tragedia de la desnutrición que además suele aparecer en la niñez más temprana. Si los individuos desnutridos no se desarrollan, menos lo hace la colectividad cuando la mayoría de sus integrantes experimenta esa situación. Así pues, mientras haya tasas altas de desnutrición es iluso esperar el buen desarrollo de un país.

La desnutrición presenta grados, desde los muy leves, sutiles y ocultos aun para el ojo experto, hasta los muy graves, a menudo mortales que deforman en extremo al organismo. El grado depende de circunstancias como la gravedad de las deficiencias de la dieta, el tiempo que éstas duren y la susceptibilidad del sujeto. Del grado de la desnutrición depende, por otra parte, la posibilidad de corregirla y reducir sus consecuencias. Si dura lo suficiente, la desnutrición grave o incluso la leve produce secuelas para toda la vida.

En este trabajo se revisa la situación actual de la alimentación y la nutrición de los mexicanos, en particular la desnutrición. Hablar de ésta y de la alimentación entraña incursionar en un universo de dimensiones colosales que se puede abordar desde varias perspectivas (química, fisiológica, antropológica, psicológica, sociológica, económica, política) o enfocarse en diversos niveles (procesos subcelulares, celulares, de órganos o tejidos, de individuos, de familias o de grupos), lo mismo en la normalidad que en sus alteraciones. Además, el artículo estudia los procesos y las vivencias cotidianas que manejan términos tan familiares y comunes que pueden resultar engañosos por su aparente sencillez. En razón de ello, antes de entrar en materia se examinan algunos conceptos y términos fundamentales.

La antropología ha contribuido al estudio de los hábitos, costumbres y prácticas culturales que rigen la alimentación mexicana, así como de las características de la dieta de ciertos grupos sociales, en particular de los indígenas y, por último, los estudios nutricionales han documentado desde los años cincuenta el nivel per cápita de consumo de alimentos y el estado nutricional de niños, niñas y mujeres en edad reproductiva, resaltando los problemas de desnutrición crónica en las zonas rurales del sur del país, sobre todo de aquellas con población indígena

En el ámbito de la nutriología se suele hacer una clara distinción entre alimentación y nutrición: la primera se reserva a la acción de alimentar (proveer sustento) y sus determinantes y por la segunda se entiende el conjunto de procesos subsecuentes, finamente entrelazados y regulados, que comienzan con la alimentación y continúan de manera casi automática con la digestión, la absorción intestinal de nutrimentos, la distribución a todo el organismo, la asimilación y el metabolismo por cada célula y la excreción de los desechos. Algunos de estos procesos son intermitentes y sistémicos, como la alimentación, la digestión y la absorción, y otros esencialmente continuos y de carácter celular.

Vista de esta manera, la nutrición es el producto de la interacción compleja y dinámica de la información genética que cada individuo ha heredado de sus padres con su particular historia ambiental. Ésta, a su vez, está conformada por la historia alimentaria del individuo y su relación, favorable o desfavorable, en el largo plazo con los medios físico, biológico, emocional y social. Una buena nutrición se logra sólo cuando todos los factores citados son propicios. Por supuesto, una buena nutrición exige una buena alimentación.

A través de ellos se conocen los distintos factores que intervienen en la alimentación mexicana: desde los estudios de corte macro que analizan el papel del Estado y la estructura económica de producción, distribución y acceso a los alimentos de los diversos sectores de la población, pasando por aquellos que, mediante el uso de herramientas etnográficas, reconstruyen la dieta cotidiana de los pueblos indígenas, hasta llegar a los estudios de carácter nutricional que analizan las carencias y excesos de ciertos nutrientes en la dieta y las prevalencias de malnutrición en el país. Sin embargo, todavía hay un asunto pendiente: la perspectiva de género. La mayor parte de las investigaciones hablan del “ingreso familiar”, “dieta indígena” o “consumo per cápita de alimentos”, sin tocar el problema de la inequidad de género en el acceso a los recursos productivos, el manejo de los ingresos y la distribución y el consumo de alimentos.

Comer es una necesidad biológica ineludible; de ello depende la conservación de la vida. Sin embargo, para el ser humano es mucho más que eso: es estímulo placentero para los sentidos; medio de expresión estética; instrumento eficaz de comunicación y vinculación social; elemento central de ritos, celebraciones festivas y ceremonias luctuosas; instrumento para mantener y fortalecer el sentido de identidad y, en fin, forma predilecta para expresar las peculiaridades de cada cultura.

La forma en que se alimenta cada persona es el resultado particular de una compleja interacción de factores fisiológicos y psicológicos individuales y factores sociales y culturales. Mientras que la nutrición es eminentemente involuntaria, inconsciente y continua, el acto de comer es intermitente y, en esencia, voluntario y consciente, aunque finalmente lo regulan mecanismos fisiológicos,

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