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PREVENCION DE LA VIOLENCIA SEXUAL CONTRA NIÑOS, NIÑAS Y ADOELSCENTES EN EL CONFLICTO ARMADO: UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS


Enviado por   •  28 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  5.332 Palabras (22 Páginas)  •  343 Visitas

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PREVENCION DE VIOLENCIA SEXUAL EN EL MARCO DEL CONFLICTO ARMADO: UNA RESPONSABILIDAD DE TODOS

Por CATALINA SERNA GONZALEZ

Psicóloga especialista

DESCRIPCION DEL PROBLEMA

Es importante mencionar que las disertaciones aquí contenidas hacen parte de un proceso de reflexión a partir del análisis de situaciones  recogidas en 11 años de experiencias con población víctima del conflicto armado; por eso quisiera agradecer  a todas aquellas personas que alguna vez confiaron en mi para servirles en su proceso de resiliencia frente a situaciones atroces vividas en el recrudecimiento de la violencia del país, particularmente a los niños, niñas y adolescentes

Hablar de la violencia sexual contra niños y, niñas y adolescentes en el marco del conflicto armado, me obliga a tocar el tema contextual; El abordaje de la violencia en el país constituye un fenómeno complejo y difícil de definir pues confluyen diversas dimensiones y factores de tipo social, económico, político y cultural que afectan tanto a individuos, a grupos humanos como al conjunto de la sociedad. Colombia vive hoy una situación de violencia generalizada.  Frente a esta apreciación del fenómeno se pueden señalar como características fundamentales de la violencia en nuestro país, la generalización, la complejidad y la degradación de los últimos años.   Las distintas formas violentas física, sexual, psicológica, privación o negligencia, se manifiestan en diferentes escenarios e involucran a distintos actores, esto es, los hechos violentos pueden presentarse en distintos ámbitos de la vida privada o pública y en variadas condiciones de relación  política, familiar, laboral o social. La violencia se caracteriza por el predominio intencionado de la fuerza para la consecución de fines, con producción de situaciones de imposición, intimidación, perjuicios y daños a quienes las sufren, así como deterioro de las relaciones y condiciones de bienestar de los involucrados. Debido a esta múltiple y compleja gama de contextos, escenarios, tipos y significados de la violencia y los cambios permanentes de su dinámica e intensidad, resulta difícil hacer que una reflexión satisfaga a todos los que trabajamos en el tema, incluso, muchos de ustedes de pronto, saldrán insatisfechos con mi reflexión..   En este sentido, no es mi intención en este espacio, llegar  a un intento acabado de encontrar un método y proponer una explicación única del fenómeno o un marco comprensivo general por eso  se hace necesario  delimitar en cada caso el tipo de escenario, la naturaleza y los involucrados en cada tipo de violencia con el fin de lograr una lectura en contexto y aproximarse a la comprensión particular de su magnitud e incidencia.

A pesar de lo anterior, es importante resaltar que los colombianos somos aun un país de esperanza, no en vano, y por esa confianza que depositamos en el diálogo, el 31 de octubre de 2012 un grupo de colombianos encuestados en cinco ciudades capitales, expresaron estar de acuerdo con el proceso de paz entre el Gobierno de Colombia  y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Según la encuesta realizada por Gallup Colombia (El Colombiano, 31 de octubre de 2012),   un 65% de los entrevistados cree en el diálogo como método para solucionar el conflicto armado y solo un 33% respaldó una salida militar.  

La mesa de diálogos de negociación del gobierno con las FARC contempla 5 puntos; el último punto de la agenda, que se ha dado a llamar “Víctimas y verdad”, plantea la creación de una comisión de la verdad con la que se busca  el resarcimiento de las víctimas del conflicto. Si bien es cierto que la agenda completa es de gran complejidad, el punto de reparación se torna aún más difícil, especialmente si se trata de las víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado, una situación que en Colombia ha quedado marcada por la impunidad de los agresores, la revictimizacion y la desesperanza de las victimas

Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en Colombia existen cerca de cuatro millones de desplazados internos, y Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) elevan esta cifra a cinco millones desde los años 80  lo que lo convierte a Colombia  en uno de los países del mundo con mayor población  desplazada como consecuencia del conflicto. Sin embargo en lo que no difieren los análisis de cifras es en identificar  en que la mayor parte de la población que abandona su territorio pertenece a zonas rurales particularmente minorías étnicas afrodescendientes e indígenas, lo que los cataloga como los grupos más vulnerables a la violencia, cuya situación se agrava si se tiene en cuenta que el 80 por ciento de las personas desplazadas son mujeres, niñas y niños.

La condición de desplazamiento se convierte entonces  en una de las condiciones de vulnerabilidad mas grave para las mujeres y la ubica como “puerta de entrada para otras violencias” en tanto en su mayoría han sido separadas de sus parejas o estos han sido muertos, reclutados o desaparecidos. Sin embargo, es importante aclarar  que las niñas y adolescentes víctimas no son necesariamente desplazadas, sino que muchas de ellas son población tradicionalmente discriminada,  indígenas y afrodescendiente, víctimas de trata y violencia sexual “en zonas aisladas, de difícil acceso, donde hay  “sobre población masculina de presencia de diferentes actores armados”  implica per se una mayor sofisticación de las  prácticas de violencia que ya enfrentan mujeres, niñas y jóvenes en cualquier contexto. Un ejemplo de ello es la utilización de niñas y adolescentes como vehículos de transmisión de ITS y ETS para diezmar al enemigo.

La violencia sexual en el marco del conflicto armado se ejerce como una acción de poder, que se sustenta en un sistema de imaginarios y representaciones sociales relacionadas con la supremacía y el control sobre la sexualidad de las mujeres y los niños, niñas y adolescentes. Sumado a esto, los imaginarios sociales en  contextos sexistas[1] y racistas,   disminuyen el autoestima de los niños, niñas y adolescentes, facilitando a los victimarios vulnerar sus derechos.  Por ejemplo, la creencia de una sexualidad "incontrolable" de los hombres o  que los agresores sexuales son todos enfermos mentales  o desconocidos de las víctimas, o que el agresor cometió el hecho de forma aislada, independiente o casual. Diferentes estudios e informes han demostrado que sí bien esto puede ocurrir, la violencia sexual en este contexto, principalmente ha sido utilizada como arma de guerra, es decir, como estrategia para la humillación, rendición y control del enemigo. La violencia sexual en el marco del conflicto armado se ha ejercido contra niños y niñas, aunque en la mayoría de los casos y reportes se identifica una afectación mayoritaria sobre las niñas. El informe de medicina legal de 2012 reporta que de un total de 2039 casos de abuso sexual 1905 fueron cometidos contra niñas y 135 contra niños. [2]   Las niñas en el marco del conflicto armado han sido víctimas de diferentes formas de abuso sexual: han sido obligadas en algunos casos a mantener relaciones sexuales con adultos a una edad temprana, a abortar si quedan embarazadas, a usar métodos anticonceptivos, a recibir caricias y realizar actos sexuales; también han sido víctimas de  explotación sexual comercial, trata, entre otras[3].   En algunos casos las formas de violencia sexual son “consentidas” por las familias, como forma de sobrevivir en medio del conflicto. Resulta preocupante el  enamoramiento como estrategia para utilizar a las niñas  para obtener información entre diferentes bandos, o lo que es peor aun, el contagio consciente de enfermedades de transmisión sexual como el VIH SIDA como estrategia de diezmar al enemigo.

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