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Partidos De La Champions 2013-2014


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  1.503 Palabras (7 Páginas)  •  271 Visitas

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Felipe Teofrasto von Hohenheim era un hombre fogoso, rústico y místico, que atacó con furia la medicina tradicional de su época y luchó sin descanso por una nueva medicina.

Nació en 1493 en Einsiedeln, Suiza; su padre era médico. Junto a los bosques, montes y ríos de su ciudad natal y a los hombres rudos de ese país, su padre le enseñó las primeras letras y le hizo conocer y admirar la naturaleza. Desde niño acompañó a su padre en las visitas a enfermos. A los 6 años de edad murió su madre.

Tenía 8 años cuando se trasladaron a los Alpes austríacos, a Villach, junto a una abadía de los benedictinos. Allí tuvo contacto con otros hombres, también rudos, los mineros, y conoció las minas y los hornos y el arte de separación de elementos químicos. Recibió su primera educación de los monjes del monasterio.

Primero estudió las artes liberales (trivium: gramática, retórica, dialéctica, cuadrivium: geometría, aritmética, música y astronomía) probablemente en Viena, para luego ser médico, y, con ese fin, se fue a Ferrara, en Italia. Allí al parecer se tituló de doctor, y siguiendo la costumbre de la época, latinizó su nombre y eligió el de Paracelsus. Ya en el momento de titularse, a los 23 años, sentía tener experiencia, había crecido observando la naturaleza y, junto a su padre, también a los enfermos. Entonces se convenció de que el arte de sanar había que buscarlo en la naturaleza y no en los libros y de que había que salir y recorrer el mundo para conocer las enfermedades y las medicinas naturales que usaban los campesinos, los artesanos, los barberos y las mujeres del pueblo. Entonces inició su largo viaje por Europa, en que llegó hasta Moscú, de allí, descendiendo a través de Kiev por los Balcanes, llegó al Asia Menor y a Egipto, desde donde regresó a Villach pasando por Italia. Su peregrinación duró 12 años. Muchos jóvenes lo siguieron en estas andanzas. Dijo entonces:

Comadronas, curanderos, nigromantes, barberos, pastores y campesinos saben muchas cosas que aparentemente no han sido tomadas en consideración por los doctores eruditos. Los barberos, los médicos del pueblo, saben el arte de curar, no a merced de los libros sino a través de la luz de la naturaleza o por la tradición procedente de los antiguos magos.

Tenía poco más de 30 años. Entonces, habiendo arrojado su gorra de doctor y habiéndola cambiado por un sombrero blando, escribió su primera obra, Paramirum, pero no lo hizo en latín sino en alemán. Es una obra de juventud, una obra esquemática en que analiza las causas generales de las enfermedades. Cinco esferas o entia determinan la vida humana: ens astrale, ens veneni, ens naturale, ens spirituale, ens Dei. Ens astrale, pues toda persona nace en el momento de una constelación y es hijo de su tiempo. Ens veneni, pues el hombre es parte de la naturaleza, está expuesto a sufrir la acción de las cosas que toma del mundo circundante. Ens naturale trata del camino que recorre el hombre desde su nacimiento hasta la muerte, camino determinado por su constitución y destino. Ens spirituale, pues el hombre tiene cuerpo y espíritu, y por el espíritu el mundo circundante se convierte para cada individuo en un mundo distinto y el hombre se hace pensador y creador. La enfermedad viene de la alteración del orden de estas cuatro esferas, la curación está determinada por la quinta: ens Dei.

En esta primera obra se ve ya al Paracelso místico y astrólogo. Es un intento de antropología médica.

Después de una corta estadía en Villach, se fue a Salzburgo y luego a Estrasburgo. Pero aunque Estrasburgo parecía una ciudad ideal para vivir en la quietud tras haber recorrido el mundo y acumulado tanta experiencia, un hecho ocurrido en 1526 lo hizo trasladarse a la vecina Basilea. Había enfermado el famoso impresor Frobenius, junto al cual vivía Erasmo de Rotterdam. Los médicos le habían diagnosticado una gangrena del pie a Frobenius y habían aconsejado la amputación. Y Erasmo, que había oído hablar de ese extraño médico y de sus curas asombrosas, aconsejó mandarlo a buscar. Así llegó Paracelso a Basilea y curó a Frobenius. El ayuntamiento de la ciudad ofreció a Paracelso la vacante de médico municipal, con licencia para dar clases en la Universidad. Se había cumplido el gran deseo de Paracelso de poder transmitir su experiencia. Pero no alcanzó a durar un año, el de 1927, en Basilea, pues empezó publicando un programa revolucionario, que decía así:

No vamos a seguir las enseñanzas de los viejos maestros, sino la observación

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