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Piel De Asno -resumen-


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  1.852 Palabras (8 Páginas)  •  560 Visitas

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Érase una vez un rey tan famoso y tan amado por su pueblo, que podría decirse era el más feliz de los monarcas. Su dicha se confirmaba aún más por la compañía de su bella reina y su encantadora hija, que había heredado la belleza de su madre y crecía en inteligencia y bondad.

La magnificencia, el buen gusto y la abundancia reinaban en su palacio, pero su mayor riqueza era un burrito, al cual la naturaleza lo había formado de modo tan extraordinario que en su pesebre, en vez de suciedades, se cubría cada mañana con hermosas piezas de oro de todos los tamaños.

Pero como para demostrar que la dicha nunca es completa, un día la reina cayó enferma de gravedad y los médicos de la Corte no pudieron más que diagnosticar un triste desenlace muy próximo. Antes de morir, la reina le hizo prometer a su desolado marido que de volverse a casar solo debía hacerlo con una mujer que la superara en belleza.

Mas con el paso tiempo, el rey sintió la necesidad de casarse, empezando aquí los problemas. Se convocó a las damas de mayor alcurnia y a las más radiantes jóvenes, pero el rey las rehusaba una a una, porque ninguna igualaba siquiera la belleza de la reina fallecida. Pronto comprendió que la elección era prácticamente imposible.

Abrumado como estaba por la soledad, el rey vio una

mañana a su hija en el jardín y por primera vez se fijó en ella como la esplendorosa mujer que ya era, una joven que reunía la misma belleza que su madre, con el atractivo adicional de sus dieciséis años. El rey no se lo pensó dos veces y sin meditar en lo monstruoso de su proposición, declaró que se casaría con su hija.

La joven princesa, llena de virtud y pudor, creyó desfallecer ante esta horrible proposición y sobrecogida por el dolor, pensó en recurrir a su madrina, el hada de las Lilas. Ella le dijo que no se preocupara: nada podía pasarle si ejecutaba fielmente todo lo que le indicaría.

Debía de pedir al rey a modo de regalo de consentimiento un vestido del color del tiempo, el cual el hada creía que jamás, con todo su amor y su poder, podría lograrlo. La princesa le dio las gracias y a la mañana siguiente le pidió al rey lo que ella le había aconsejado.

El rey, encantado con la esperanza que le daba, reunió a los más famosos costureros y les encargó el vestido bajo la condición de que si no eran capaces de realizarlo los haría ahorcar a todos.

No tuvo necesidad de llegar a ese extremo: a los dos días trajeron el tan ansiado traje. El firmamento no podía ser de un azul más bello, que el hermoso vestido al ser desplegado. La infanta se sintió toda acongojada y no sabía

cómo salir del paso. El rey apremiaba la decisión, por lo que hubo que recurrir nuevamente a la madrina quien, asombrada porque su plan no había dado resultado, le dijo que tratara de pedir otro vestido del color de la luna.

El rey, encargó inmediatamente el vestido que entre ordenarlo y traerlo no pasaron ni veinticuatro horas. La infanta, deslumbrada por este soberbio traje, se afligió desmedidamente.

El hada entonces le dijo que pidiera un vestido del color sol, segura está vez que era imposible para el rey realizarlo. La infanta estuvo de acuerdo y pidió el vestido; y el rey entregó sin pena todos los las joyas de su corona para ayudar a esta obra maravillosa. Fue así que cuando el vestido apareció, todos los que lo vieron tuvieron que cerrar los ojos por lo deslumbrante que era. La princesa confundida y desesperada acudió nuevamente entre sollozos a su madrina, quien, como último recurso, le dijo que pidiera la piel del asno que el rey atesoraba con fervor.

La princesa, pensando que su padre jamás se resignaría a sacrificar su asno, fue a verlo y le expuso su deseo de tener la piel de aquel bello animal.

Aunque extrañado por este capricho, el rey no vaciló en satisfacerlo. El pobre asno fue sacrificado y su piel llevada a la infanta quien, no viendo ya ningún otro

modo de esquivar su desgracia, iba a caer en la desesperación cuando su madrina acudió y le aconsejó como salida final que huyera de allí cubierta con la piel del asno, y le dio un cofre mágico donde guardar su guardarropa y joyas que la seguiría a donde vaya.

La princesa entonces se revistió con la horrible piel luego de haberse refregado con hollín de la chimenea, y salió de aquel suntuoso palacio sin que nadie la reconociera.

Al poco de descubrirse la desaparición de la princesa, el rey ordenó que fuese buscada por todo el país. Pero la princesa siguió andando, cada vez más lejos, y nadie la relacionaba con la hija del rey. Así llegó un día a una granja, más allá de las fronteras de su país, donde la propietaria del lugar accedió a tomarla como criada. Allí, debido a su aspecto, fue el blanco de las groseras bromas de la servidumbre, y pronto quedó bautizada como Piel de Asno.

Un día sentada a los pies de una fuente, cayó en conciencia de su triste condición y avergonzada procedió a limpiarse y acicalarse, recuperando la hermosura natural de su piel. Motivada por esto decidió regresar a su cuartito y arreglarse con las bellas prendas y accesorios de su cofre. La princesa repetía con dedicación este ritual puntualmente todos los días de fiesta y domingos.

Un

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