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Planificacion pedagogía


Enviado por   •  5 de Agosto de 2013  •  5.646 Palabras (23 Páginas)  •  211 Visitas

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1. Una pedagogía centrada en el niño.

Está claro, por tanto, que la escuela tiene que ir al encuen¬tro de la vida para servirla y, basándose en ella, dar un dina¬mismo y una motivación a la educación. Para ello tiene, por supuesto, que abandonar las viejas prácticas, por consagra¬das que estén; pero antes es necesario que modifique su concepción del proceso educativo y esta modificación debe empezar por el papel que atribuye al niño en ese proceso. Si «la escuela contra la vida» 25 es fundamentalmente una escuela centrada en el adulto, «la escuela por la vida y para la vida» 26 se centra en el niño y su verdadera educación.

«Toda pedagogía que no parte del educando es un fracaso, para él y para sus necesidades y aspiraciones más íntimas», 27 escribe Freinet. Como indica Lodi, uno de los grandes reali¬zadores de la pedagogía centrada en el niño, los programas, corno las leyes o como cualquier codificación, deberían venir de abajo, es decir, deberían estar fundados sobre una realidad dinámica, que en este caso es el niño, un ser en desarrollo.28 Esta actitud implica una valoración de las posibilidades del niño que la escuela tradicional, por su orientación misma, no podía hacer. La pedagogía del simple rendimiento escolar crea unas limitaciones que no permiten evaluar en su justo precio las posibilidades del niño; pero en cuanto se libera la expresión de la vida de éste, en cuanto se le deja correr li¬bremente por el cauce que él mismo se va abriendo, aparecen gran cantidad de valores y datos nuevos que, por mucho que no respondan a la idea prefijada sobre el niño, tienen que ser aceptados por fuerza. 29

El niño no se educa con arreglo a unas condiciones dadas de antemano; debe, antes que nada, ser educado con arreglo a sí mismo, a sus posibilidades y a su dinamismo. En pala¬bras de Freinet, hay que tomar al niño «no en el medio ideal que nos complacemos en imaginar, sino tal cual es, con sus impregnaciones y reacciones naturales y también con sus virtualidades insospechadas, sobre las cuales basaremos nues¬tro proceso educativo».30 Si se consigue desarrollar su vida exaltando sus potencialidades, no hay que preocuparse ya por su rendimiento: será óptimo. Lo que agota la energía de la corriente no es el camino libre y abierto, sino los diques arbi¬trarios que, con sus torbellinos, no son. sino una absurda pérdida de energía (el ejemplo es de Elise Freinet). Las reac¬ciones del niño no son arbitrarias y sus conductas no son aleatorias; las respuestas que dé dependen, por un lado, de su potencia vital y, por otro, de los obstáculos o facilitaciones es el trabajo individual o por equipos de afinidades, centrado en los intereses y motivaciones del niño.

No se trata, por supuesto, de suprimir, olvidar o menos¬preciar los conocimientos o la enseñanza, sino de no recargar desenfrenadamente de ellos la educación; se trata de reforzar más los impulsos vitales de los alumnos, de preocuparse me¬nos por la acumulación de conocimientos que por el proceso de su asimilación e integración: «si sabemos exacta y cien¬tíficamente lo que el niño desea, lo que puede digerir y asi¬milar en un momento dado, en las circunstancias particula¬res que condicionan su vida personal, podemos permitirnos presentarle en los libros, explicado, pormenorizado o concen¬trado, el alimento ideal que espera».31

2. Un principio básico: la educación por el trabajo.

Si el respeto al interés del niño es una de las constantes de las tendencias renovadoras de la Escuela Nueva, la impor¬tancia que se concede a la acción sobre cualquier otro ele¬mento formador, es otra de esas constantes. Ya hemos anali¬zado cómo el origen de todos los conocimientos no es la razón, sino la acción, la experiencia, el ejercicio; todo debe ser pasa¬do por la experiencia de la vida y esta experiencia no puede ser buscada sino con la acción: A esta acción, que es la esencia del ser y el móvil de su destino, para utilizar la expresión de Freinet, él la llama trabajó. 32 La educación por el trabajo es uno de los principios básicos de nuestro autor, y, al tiempo, una de sus finalidades más buscadas. Educación por el trabajo que equivale a cultura salida y emanada de la actividad labo¬riosa de los propios niños, a una ciencia hija de la experien-cia, a un pensamiento continuamente determinado por la realidad y la acción: . «Lo que suscita y orienta las ideas, lo que justifica el comportamiento individual y social de los hom¬bres es el trabajo, en todo lo que hoy tiene de complejo y socialmente organizado; el trabajo, motor esencial, elemento de progreso y dignidad, símbolo de paz y fraternidad...; el trabajo, que debe ser colocado en la base de toda nuestra educación»; 34 «el trabajo es un todo» 35 dice Freinet. Una de las tareas esenciales de esta pedagogía del trabajo es crear una atmósfera de trabajo y elaborar, experimentar y difundir las técnicas que, transformando profundamente la educación, hagan este trabajo accesible a los niños, productivo y formativa. Esta traslación del acento desde el juego y la acción dirigi¬da hasta el trabajo obedece a un postulado de Freinet según el cual «no hay en el niño necesidad natural de juego; no hay sino necesidad del trabajo»; 36 según el cual, es el trabajo y no el juego el animador, el motor de la vida desde la primera infancia, y es, asimismo, una fuente de salud y dinamis¬mo a nivel de lo individual y lo social; según el cual, en fin, «el niño juega cuando el trabajo no ha logrado agotar toda su actividad».37 ¿Qué entiende exactamente Freinet por trabajo? Veámoslo a través de algunas definiciones que él mismo da: «Llamo ex¬clusivamente trabajo a esa actividad que se siente tan íntimamente ligada al ser que se vuelve una especie de función cuyo ejercicio tiene por sí mismo su propia satisfacción, inclusive si requiere fatiga o sufrimiento»;38 «hay trabajo cuando la actividad supone una respuesta a una necesidad natural del individuo y procura, por lo tanto, una satisfacción que es por sí misma una razón de ser»; 39 la necesidad de trabajo es «la necesidad orgánica de gastar el potencial de vida en una actividad a la vez individual y social, que tenga un fin perfectamente comprendido, a la medida de las posibilidades infan¬tiles, y presente una gran amplitud de reacciones: fatiga re¬poso, agitación calma, emoción apaciguamiento, miedo seguridad, riesgo – victoria. Hace falta, además, que el trabajo sal¬vaguarde una de las tendencias psíquicas más urgentes sobre todo en esta edad: el sentimiento de poder, el deseo perma¬nente de superarse, de superar a los otros, de ganar victorias grandes o pequeñas, de dominar a alguien o a algo».40

La escuela tradicional,

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