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Propuesta de “Departamento Académico de Mediaciones y Subjetividades”

MaritamirandaApuntes23 de Julio de 2020

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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

REESTRUCTURACIÓN DE LOS DEPARTAMENTOS DISCIPLINARIOS A DEPARTAMENTOS ACADÉMICOS – 2018

Propuesta de “Departamento Académico de Mediaciones y Subjetividades”

Introducción

Durante el año 2018, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha ha llevado a cabo una reestructuración de sus cuatro Departamentos Disciplinarios (Ciencias de la Documentación, Ciencias de la Comunicación, Sociología y Psicología) con el fin de crear Departamentos Académicos que se encuentren articulados con la Política de la Universidad, pero que resguarden el espíritu crítico y propositivo, así como las líneas prioritarias de la Facultad en materia de formación de pre y post grado, vinculación con el medio e investigación.

La descripción de cada Departamento se fundamenta en perspectivas epistémicas interdisciplinarias, que se nutren y dialogan con las líneas de trabajo académico adscritas. En el marco del Departamento Académico de Mediaciones y Subjetividades se generan líneas de trabajo respecto de tópicos que las definen, así como de la proyección de las líneas a desarrollar en torno a los diversos aspectos del quehacer académico, es decir, formación de pre y postgrado, formación continua del profesorado, investigación, desarrollo e innovación, vinculación con el medio y asesorías.


Descripción epistemológica interdisciplinar del Departamento Académico de Mediaciones y Subjetividades

Este Departamento Académico consiste en una estructura dinámica, flexible e interdisciplinaria, orientada al estudio, desarrollo e innovación sobre los procesos de mediaciones y la construcción de subjetividades en el campo del pensamiento y desarrollo social contemporáneo. Para ello, el Departamento se plantea la cuestión de la “mediación” como el plano fundante de la comprensión actual de la comunicación y circulación de información.

Las mediaciones apuntan a ese “lugar” común (Martín Barbero y Muñoz, 1992), desde donde se crean significados que transitan desde y hacia el proceso de recepción y el de producción mediáticos, cada vez más imbricados y desdibujados en el contexto digital de la comunicación social. Estas dinámicas emergentes delinean nuevos desafíos para la investigación en las ciencias sociales, porque trastocan y desafían las identidades culturales, de género, de edad, en nuevos intercambios simbólicos y formas de intersubjetividad social (Martín Barbero, 2009).

En las sociedades democráticas la mediación adquiere un papel protagónico y complejo en tanto se orientan hacia el apoyo de grupos y personas para favorecer su proceso de construcción como actores sociales autónomos en el marco de una sociedad atravesada por el conflicto que ocasionan las desigualdades (socioeconómicas, políticas, simbólicas). En este contexto de flujos globales de riqueza, poder e imágenes relacionados con la fuerte transformación tecno económica vigente, la fuente fundamental de significados radica en la búsqueda de identidades individuales y colectivas. 

A partir de estas nuevas formas de mediación, la subjetividad emerge como un campo en tensión, en tanto apela a una creación permanente que actúa sobre sí, y en ese ejercicio yace la capacidad de elaborar, transformar y acceder a un modo de ser. El análisis de la subjetividad como categoría conceptual implica cuestionar el gobierno de la individualización enfrentando la reproducción de las lógicas que nos sujetan, así como la propia conciencia o conocimiento de sí que nos ata a la identidad. Los procesos de mediaciones y las subjetividades  deben ser entendidos como construcciones correspondientes, cuyo análisis permitirá enfrentar la subyugación de la sujeción (Foucault, 1983). En este sentido, y siguiendo a Sisto (2004), nuestra subjetividad se gesta y desarrolla en las relaciones sociales, ya que desde ahí emergemos como sujetos en un escenario de múltiples mediaciones.

La mirada situada sobre las subjetividades que se propone en el Departamento exige reconocer el ámbito de lo cotidiano como lugar de expresión y problematización de las mismas, así como las formas alternas de enunciar, entendidas como sus narrativas (Flores, 2014). Es por ello que las narrativas derivan de matrices socioculturales que se encarnan en procesos psicosociales y sus respectivas subjetividades. Estas matrices socioculturales se dan en un proceso de mutación técnica en sociedades de conocimientos, y se expresan en tensión, conformando el sustrato constitutivo de la subjetividad individual y colectiva. Por ello estas matrices son constitutivas y constituyentes de nuestras sociedades, pues son exteriorización de nuestra memoria y resguardo de la experiencia en medio de procesos de transformación cultural de las formas y las luchas políticas (Rueda, 2012).

Desde esta descripción, surgen tres líneas prioritarias de Departamento que se articulan entre sí en torno al estudio social de las mediaciones y subjetividades: (i) Narrativas, matrices socioculturales y otredades; (ii) Procesos psicosociales y subjetividades; (iii) Información, conocimientos y sociedad. La siguiente figura representa esta relación:

Figura 1

Relación entre líneas prioritarias de Departamento

[pic 2]

Fuente: Elaboración propia


Nombre y descripción breve de cada Línea de Trabajo

Narrativas, matrices socioculturales y otredades: El foco de esta línea se encuentra en la producción de contenido, entendida como el fenómeno de la representación comunicativa o informativa, persuasiva o de ficción (Rodrigo Alsina, 1996), en torno a la construcción del “otro/a” y el papel de la prensa en la consolidación del pluralismo informativo, base de la democracia de las sociedades contemporáneas. En este marco, la reconstrucción de la realidad social y de la noticia por parte de los medios de comunicación, se erige como un proceso social e intersubjetivo. La realidad social se concibe como el resultado de acciones sociales intersubjetivas, en que los actores sociales la reinterpretan subjetivamente y la reinscriben en su contexto social, histórico y cultural. En este proceso, los medios de comunicación y específicamente el periodismo, tienen un papel crucial.

Justamente en ellos, como arenas públicas, se despliegan los argumentos que construyen las realidades sociales por medio de marcos, representaciones e imaginarios sociales dominantes, cargados de implicancias sociales, culturales o políticas, como significaciones y creación/reconstrucción de realidades. Desde ese lugar, se forjan las narrativas, como estrategias discursivas que constituyen repertorios de sentidos, legitimados en un marco social y cultural para interpretar comportamientos sociales y justificar determinadas valoraciones ideológicas y culturales. La naturalización de esa ‘visión de mundo’ puede llevar a que el cuerpo social asuma aquella interpretación que hegemónicamente se haya impuesto, minimizando el conflicto hasta que no aparezca en escena otro imaginario que pretenda imponerse (Cegarra 2012).

En relación con el Otro, se producen fenómenos comunicacionales desplegando las narrativas para construir al otro, a veces extrapolando al Mismo, dando forma a una diferencia a veces inexistente (Baudrillard & Guillaume, 2015) o induciendo determinadas formas de convivencia social. De esta manera, los migrantes, los pobres, los adultos mayores, los niños y otras minorías, son producidas como Otros desde y por los medios de comunicación, mediante narrativas que colaboran en la sedimentación matrices socioculturales, se tejen y entretejen en torno a la construcción o de-construcción del ‘Otro’, desde una otredad maximizada a través de alusiones caricaturizadas, sexistas, estereotipadas, prejuiciadas e ideologizadas (Amador, 2011; Pavez, 2016; Tijoux & Palominos, 2015), erigidas a menudo a partir de estigmas asociados a determinadas características culturales que tensionan el contrapunto mismidad y otredad, en un ejercicio naturalizado de clasificaciones raciales en el espacio público. Se trata en términos foucaultianos de una fractura biopolítica entre las comunidades de humanos (Amigo, 2017). Es así que entendemos la narrativa:

(…) como un principio cognitivo que permite dar forma a la experiencia, favoreciendo la construcción de la identidad –pertenencia y cohesión colectiva (la acotación es nuestra)– donde el propósito implícito del relato es permitir la evaluación del modelo que nos proporciona la cultura al especular sobre universos posibles (Palleiro, 2005, p. 15).

Por su parte, el destinatario va construyendo a partir de las narrativas a que se expone, sus propias representaciones sociales, sus propios marcos de acción a partir de los cuales percibe el mundo y elabora sus respuestas (Moscovici, 1961). Así, los discursos enunciados y consumidos activan también al receptor “que especula sobre ellos, hace inferencias, cuestionamientos, predicciones” (Johnson & Miranda 2016, p.21).

Procesos psicosociales y subjetividades. El eje de procesos psicosociales y subjetividades aborda las interacciones sociales, a partir del diálogo que se genera entre procesos micro, meso y macro sociales, considerando para ello la subjetividad como producto y productora de la sociedad en que vivimos. Los énfasis se encuentran desarrollados en torno a las interacciones sociopolíticas en contextos educativos, las bases neurológicas del comportamiento y cambio social, la constitución psíquica de la identidad, así como las infancias y subjetivación. Para ello, se han desarrollado investigaciones y acciones en torno a convivencia escolar, inclusión y participación social, así como en torno a la consideración de la infancia y las formas no hegemónicas de infancia (“alter-infancia”) como fenómeno psicosocial y político. La producción de subjetividad vinculada a las infancias, es analizada como resultado y fuente a la vez, de la interacción entre políticas, dinámicas micro y macro sociales, y narrativas situadas que construyen un escenario en el cual operan discursos judiciales y normativos como respuesta a fenómenos culturales en relación con niños, niñas y jóvenes. Desde este trasfondo sociopolítico, se destacan las dinámicas de exclusión y normalización como articuladoras de procesos de constitución de infancias normalizadas y excluidas, en tanto subjetivaciones inscritas en dispositivos de seguridad, tributarias de sociedades fundadas desde el miedo al otro. Así entendido, la intervención psicosocial hacia las infancias se considera un escenario de expresión de dichos procesos de subjetivación, manifestándose en prácticas interventivas sustentadas desde específicas racionalidades, que convierten dichos contextos en escenarios de disputa, coexistiendo prácticas hegemónicas y de resistencia.

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