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Prudencia


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2014  •  1.732 Palabras (7 Páginas)  •  182 Visitas

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La virtud de la prudencia explicada a los hijos

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ESCUELA PARA PADRES

La virtud de la prudencia explicada a los hijos.

• 10 Ocasiones para practicar la virtud de la prudencia

• 10 Actitudes que saben hacer las personas prudentes

• 24 Sentencias sobre la práctica de la prudencia

1,626 Palabras. Tiempo de lectura 6:00

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La prudencia, una de las cuatro virtudes cardinales, (Las otras son: Justicia, Fortaleza y Templanza) consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o es malo, para así poder actuar con sensatez y eficacia, siguiendo o huyendo de ello. Es la virtud que dispone a la razón para que comprenda y practique en toda circunstancia el verdadero bien y así sepa elegir los medios rectos para realizarlo.

La prudencia es: Sensatez, cautela, moderación, buen juicio, cordura, reflexión, sabiduría, madurez, discernimiento, seriedad, formalidad, discreción, mesura, ponderación, compostura, templanza, parquedad, contención, freno, tacto, cautela, precaución, cuidado, equilibrio, aplomo, ecuanimidad, entereza, serenidad, tranquilidad, etc.

La prudencia fomentando la paciencia y la tolerancia, facilita la precaución y evita los actos inconscientes, irreflexivos, impetuosos, irreversibles e innecesarios de una valentía mal interpretada.

La imprudencia es: Grosería, descaro, insolencia, indiscreción, insensatez, ligereza, frivolidad, descuido, irreflexión, temeridad, osadía, etc.

10 Ocasiones para practicar la virtud de la prudencia:

1. Cuando a los hijos desde muy pequeños se les enseña con el ejemplo y naturalidad la virtud de la prudencia, y a distinguir a medida que van madurando, lo que es prudente e imprudente y las consecuencias que conlleva el no tenerlo en cuenta.

2. Cuando actuamos prudentemente en temas materiales o espiritualescon la familia, los amigos o la sociedad.

3. Cuando damos un buen ejemplo a los hijos de nuestra prudencia en la forma de vida familiar, profesional y social.

4. Cuando es necesario dar consejo y calificar a las personas que han actuado, actúan o van a actuar mal, consigo mismo, con la familia, los amigos o la sociedad.

5. Cuando pensamos bien, con conocimiento y tranquilidad, ente situaciones difíciles, para evitar problemas en circunstancias previstas o imprevistas.

6. Cuando por prudencia evitamos rompimientos, riñas, peleas, guerras o rencores entre la familia, amigos o sociedad.

7. Cuando sabemos callar para evitar a otros causarles un mal o un dolor profundo por no haber guardado o suprimido el rencor.

8. Cuando se demuestra la capacidad de elegir el mejor camino y emprenderlo, haciendo a un lado aquellas trayectorias que implican un mal o un daño.

9. Cuando se intenta aprender y practicar la virtud de la prudencia en todas las oportunidades posibles, dentro de la familia, de la escuela y en la sociedad.

10. Cuando se piensa bien antes de emprender una acción, cuales son los medios que se tienen para realizarla del mejor modo para que tenga éxito.

La prudencia guía el juicio y las actuaciones de la conciencia, para poder aplicar sin errores, la conducta de las personas y sus principios morales. Es muy importante superar las dudas sobre el bien que se debe hacer y el mal que se debe evitar, eligiendo prudentemente y con gran discernimiento los medios justos para actuar. Lo bueno, lo malo, lo verdadero y lo falso, no son productos de opiniones democráticamente acordadas por muchas decisiones políticas que los amparen.

La prudencia es como una luz para nuestro entendimiento, puesto que nos ayuda a fijar nuestros objetivos y a elegir los medios adecuados para conseguirlos. Nos permite pensar a la hora de fijar nuestros objetivos, al elegir los medios adecuados para lograrlos, al valorar los acontecimientos, al evaluar o calificar a las personas, al examinar los triunfos, los fracasos y los problemas, al calificar y no despreciar los consejos, al intentar distinguir serenamente lo mejor y la parte positiva de las personas, cosas y situaciones que nos rodeen.

La prudencia no es exclusivamente yo, mi, me, conmigo y la ley del mínimo esfuerzo, junto a la libertad sin responsabilidad. Es el tú y los demás, aunque conlleve en algunos casos una ética dolorosa, a la hora de pensar, razonar y discernir los asuntos cotidianos.

La prudencia no es cobardía, la mayoría de las veces es un signo de inteligencia que a algunos les puede parecer demasiada exigencia de análisis ante las situaciones. La persona prudente y bien formada no tiene que aparentar ante otros el ser vergonzoso, apocado, desidioso, dejado, tímido, temeroso, indeciso o pusilánime, tiene que ser él mismo y obrar en consecuencia.

Los padres deben inculcar a sus hijos, desde el principio de sus vidas, la virtud de la prudencia. En primer lugar deben hacerlo con el ejemplo en su forma de hablar y actuar, explicándoles lo que es la prudencia con hechos concretos y que estén al alcance de su entendimiento, según vayan creciendo para que se les vaya marcando su personalidad. El equilibrio en la práctica de la virtud de la prudencia debe estar entre el mejor deseo de educar a los hijos y el no privarles de las oportunidades

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